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Todos contra Moreno en el primer debate electoral

Los candidatos buscan erosionar la imagen moderada del presidente de la Junta, que se pone de perfil ante los embates

El debate electoral a seis que se ha celebrado en RTVE la noche de este lunes se ha convertido en un “todos contra el presidente de la Junta de Andalucía”, Juan Manuel Moreno, a excepción del candidato de Ciudadanos y su socio de Gobierno, Juan Marín. “Está claro que soy el hombre de moda esta noche”, señaló Moreno después de escuchar los reproches del resto de los aspirantes. El candidato del PSOE, Juan Espadas, le recordó desde el primer minuto que fue elegido presidente gracias a Vox. Macarena Olona (Vox) lo acusó de haberse limitado a “gestionar el cortijo socialista”. Inmaculada Nieto (Por Andalucía) le afeó el haber aplicado “políticas antiguas” y no haber gastado el dinero transferido por el Gobierno central. Y Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) defendió un cambio de modelo productivo.

Moreno acudió al primero de dos debates televisivos de esta campaña no con el ánimo de ganarlo, sino de no perderlo. Pasar desapercibido, no incurrir en ningún error ni provocación. Si hubiera sido posible, habría dicho: “Hola, buenas noches”, como reconoció un miembro de su equipo, y hubiera pasado el resto de las casi dos horas de programa contemplando a sus adversarios como el que asiste a un partido de tenis. Naturalmente, eso no fue posible. Pero casi.

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El candidato popular no ha entrado a ningún capote y menos aún al de Olona, quien persigue entrar en la Junta. Tampoco ha querido el cuerpo a cuerpo con el socialista Espadas, al que le ha recordado varias veces que desde 1990 ocupó varios cargos en la Junta de Andalucía. Moreno se ha hecho el muerto, como el feliz bañista que extiende los brazos flotando en el agua. A su alrededor, todos han arremetido contra él.

En el debate apenas se produjeron interrupciones entre los candidatos, aunque los momentos más tensos fueron entre Olona y Teresa Rodríguez a cuento de las políticas de igualdad. A la propuesta de Vox de eliminar las leyes y las políticas de género, la candidata de Adelante Andalucía le espetó: “Vox es el brazo político del terrorismo machista”. También hubo un enganche de la política alicantina con Juan Marín cuando sostuvo que PP y Cs “han vivido muy cómodos” en la Junta. “Usted no sabe lo que es gobernar una comunidad de ocho millones y medio de habitantes con una pandemia”, le respondió.

El primer cara a cara a seis no sirvió para que los candidatos desvelaran sus cartas sobre los pactos, el elefante en la habitación de esta campaña electoral. Moreno repitió que su aspiración es “gobernar en solitario”. Pero no aclaró, como le instó Espadas, si se apoyaría en Vox en caso de ser necesario. El socialista, sin embargo, sí quiso despejar que los diputados socialistas no se abstendrían si sus votos son necesarios para evitar la entrada de la ultraderecha en el Gobierno. El candidato de Cs dejó patente que pretende reeditar la coalición con el PP.

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Todos los candidatos del bloque de izquierdas apelaron a la movilización a favor de políticas progresistas, pidiendo el voto útil para tratar de revertir el viento a favor que las encuestas otorgan a Moreno, que volvió a apelar al votante del PSOE descontento. En ese intento por desgastar la imagen moderada del candidato a la reelección, tanto los partidos de la izquierda como la dirigente de Vox recriminaron su gestión y cuestionaron uno de los argumentos fuerza del ejecutivo de coalición del Gobierno de la Junta, la bajada de impuestos y los beneficios que ha generado para Andalucía en forma de más contribuyentes. Espadas, comenzó defendiendo el legado transformador de los casi 37 años de Gobierno en la comunidad y cuestionó la reforma fiscal, como también lo hicieron Nieto y Rodríguez. En materia económica, los números pueden interpretarse de múltiples maneras y frente a ese bienestar del que presumieron Moreno y Marín, los candidatos del bloque de izquierdas sacaron a relucir las cifras de paro y la desigualdad, donde Andalucía sigue a la cabeza.

Las dos coaliciones de izquierdas llegaban al debate tras el veto fallido de Por Andalucía de impedir la intervención de Rodríguez. Sin embargo, en el cara a cara no se ha evidenciado ningún roce —salvo una alusión de la candidata de Adelante Andalucía agradeciendo a RTVE que le permitiera estar allí— ni entre ambas formaciones ni con el PSOE. Nieto sí ha defendido con mayor énfasis que Espadas la gestión del gobierno central para combatir la desigualdad, especialmente las políticas desarrolladas por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que fue determinante para su nombramiento como líder de la confluencia que ella encabeza.

Olona no solo se estrenaba en un debate electoral, sino en un enfrentamiento con el resto de líderes andaluces. Si había alguna duda de si iba a optar por un perfil moderado, la dirigente de la formación de ultraderecha dejó claro desde el principio que no iba a renunciar al trazo grueso en sus intervenciones. Comenzó contraatacando a cuenta de su polémico empadronamiento: “Soy española y los mismos que se dan la mano en Madrid con el racismo catalán me llaman inmigrante alicantina”, y siguió protagonizando un rifirrafe con Marín por los presupuestos, en el que lo acusó de haber incorporado una partida de 1.000 millones para fondos covid falsa. También cuestionó la bonanza económica de la que alardeaba Moreno acudiendo al cóctel de agricultura e inmigración. “Los campos andaluces están supeditados a los de Marruecos”, soltó.

La candidata de Vox buscó en todo momento protagonizar el debate con afirmaciones extemporáneas y que son un clásico en sus intervenciones, asegurando que en las calles de Andalucía los homosexuales y las mujeres tienen cada vez más miedo de salir a la calle. En el bloque dedicado a la educación, sanidad, igualdad, política social, Olona parecía un pulpo en un garaje, frente al manejo de los datos del resto de intervinientes sobre cómo se encuentran los hospitales, la dependencia o los colegios.

Olona se limitó a lanzar su diatriba contra las políticas en materia de género. “Cuando entremos en San Telmo vamos a cerrar todos los chiringuitos ideológicos que se limitan a pintar los bancos de colores”. Los candidatos varones apenas si le replicaron o trataron de ignorarla —“No quiero entrar al espectáculo que quiere hacer. Yo quiero hablar de la Andalucía real”, contestó Espadas—, mientras que Nieto y Rodríguez defendieron las políticas en materia de igualdad. Nieto, por su parte, reclamó un “pacto contra la violencia de género, menos con usted, señora Olona”.

Espadas se esforzó por cuestionar la gestión en materia de sanidad, educación y dependencia, apelando a que los avances se debían a la llegada de fondos del Gobierno central. Pero Moreno sabía cómo contrarrestar esa crítica apelando a la herencia recibida y recordando que, en esos ejecutivos, el dirigente socialista era miembro. “¿Por qué no lo hizo usted entonces?”, le respondía en cada interpelación. Nieto también cuestionó esa buena gestión en servicios públicos, recordando los 8.000 médicos cuyo contrato no se renovó en noviembre de 2021.

Si la estrategia de Moreno pasaba por mantener un perfil bajo, Marín necesitaba no parecer que en el debate asistía como un convidado de piedra y, de hecho, fue él quien protagonizó los intercambios más intensos con las candidatas tanto de la izquierda como de la extrema derecha cada vez que cuestionaban las políticas sociales de la Junta, evitándole ese desgaste al presidente.

Se esperaba que el debate pudiera relanzar una campaña átona, pero ninguno de los candidatos destacó ni por sus propuestas —que apenas las ha habido— ni por sus reacciones. Ninguno se ha salido de su papel. Institucional, moderado y hasta contemporizador con las críticas, Moreno; desafiante dentro de la corrección, Espadas; fiel al tono calmado y reflexivo al que tiene acostumbrado al Parlamento andaluz, Nieto; provocadora e histriónica, Olona y tratando de destacar, Marín, el más claro a la hora de defender su gestión.

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