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Año VII en el Cádiz social y verde de Kichi

El Ayuntamiento defiende su nuevo modelo de gestión “con más derechos” con la duda de si la marca del alcalde comienza a acusar desgaste

José María González Kichi
José María González, 'Kichi', sale de su despacho en el Ayuntamiento de Cádiz.Fernando Ruso
Jesús A. Cañas

La duda estuvo flotando en el ambiente hasta que, al final, José María González, Kichi, se animó a salir al balcón del Ayuntamiento de Cádiz a saludar aquel 15 de junio de 2019. Camisa blanca y bastón de mando en mano, el alcalde volvió a ofrecer su revalidado mandato a la ciudadanía congregada en la plaza, en una puesta en escena casi calcada a la de 2015. González había arrasado en las urnas —se quedó a un edil de la mayoría absoluta— pero, a diferencia de aquella primera toma de posesión entre el alborozo de una multitud, apenas había unas 300 personas esperándole. Casi tres años después de ese momento y siete desde que llegó a la Alcaldía, Kichi ha tenido tiempo —con mayor o menor fortuna— de poner en práctica aquel modelo de Cádiz social, verde y de derechos que decía pretender. Aunque la incógnita de si se postulará a volver a asomarse a ese balcón o si, de hacerlo, conseguiría los apoyos suficientes con holgura para alzar el codiciado bastón está más abierta que nunca.

El instante del balcón —en este caso, el de 2015— ha vuelto en estos días al imaginario colectivo de los gaditanos, después de que la comparsa Los sumisos de Antonio Martínez Ares le recordase esa escena a Kichi para afearle que lo suyo era “una gran mentira”. El alcalde aguantó la bofetada carnavalera con elegancia —dijo que solo podía “cerrar la boca” ante la diatriba—, justo en unos últimos meses en los que se le acumulan diversos frentes abiertos. El más crucial sea, quizás, el de si se volverá a presentar, deshaciendo su propia promesa de que solo estaría ocho años en el cargo. Desde que al inicio del curso apuntase que si veía que “no hay nadie que lo haga mejor” que él, lo haría, y de que fuese criticado por la oposición con dureza por esas palabras, ha guardado silencio sobre su futuro político.

Tanto si incumple su palabra, como si le cede el testigo a un compañero, los de Adelante Cádiz y sus socios de gobierno, Ganar Cádiz —de Izquierda Unida—, podrán presumir de haber conseguido asentar las bases del modelo de ciudad que dijeron pretender. Los primeros cuatro años de mandato, ambos grupos —en el caso de González, aún bajo la marca local de Podemos— los emplearon en readaptar a su forma de trabajar un Ayuntamiento gobernado durante 20 años por el PP de Teófila Martínez y en reducir una deuda municipal que llegó a 150 millones de euros y ahora es de apenas “un tercio”, según apuntan desde el Consistorio. Desde 2019 hasta ahora —pandemia mediante— es cuando Kichi ha dado más signos de gestión visible con obras de peatonalización de calles y plazas, mejoras de transición energética en los edificios municipales o ampliaciones del carril bici, uno de sus buques insignia desde el inicio.

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Pero si hay algo por lo que Kichi se ha querido siempre significar es por su deseo de dotar al Ayuntamiento de un carácter “más social” y con “más derechos”. Paradójicamente, es ahí donde se ha encontrado con más patatas calientes que ha intentado solventar, pero que siguen siendo puntos débiles aún por mejorar en la ciudad. El Consistorio lleva a gala ser “la segunda ciudad española —por detrás de Madrid— en inversión social por habitante”, según apuntan fuentes municipales. El equipo de gobierno ha reformado la delegación de Asuntos Sociales, ha creado la ayuda única e incluso ha aumentado el parque de vivienda público, pero las listas de espera de personas necesitadas en todos o algunos de estos recursos sigue siendo preocupante. Todo ello mientras la ciudad se enfrenta a una galopante gentrificación turística que ha precisado de una ordenanza para poner coto a apartamentos y viviendas de fines turísticos, y mientras la capital “pierde más de 1.200 vecinos cada año” en cada padrón, empujadas por la falta de trabajo o el precio de la vivienda, como denuncia Juan José Ortiz, portavoz del grupo municipal del PP.

Es la realidad con la que se ha topado un alcalde cercano, con el dominio tanto de las distancias cortas como del megáfono y que siempre ha llevado a gala ser un mero profesor de Historia, aficionado al Carnaval —participó en una comparsa durante años— que nunca ha abandonado la pequeña casa que comparte con Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía, y sus hijos en el barrio de La Viña. Aunque ese dominio de la oratoria encendida en contraposición con la aplastante realidad que le ha tocado gobernar es el que también ha llevado a desengañarse a algunos de los que le apoyaron, como el catedrático de Historia de la Universidad de Cádiz, Alberto Ramos, que no oculta su “desilusión”. “No se ha hecho tanto, no ha habido tanto cambio. Quizás no ha habido capacidad o han faltado ideas”, apunta el profesor.

Un comerciante recoge un expositor con 'souvenirs' de una tienda del centro de Cádiz.
Un comerciante recoge un expositor con 'souvenirs' de una tienda del centro de Cádiz.Fernando Ruso

Justo cuando Kichi —o su enigmático sucesor o sucesora— enfila el sprint final hacia las municipales de 2023, a las puertas del Ayuntamiento se mezclan en estos días las protestas de los trabajadores de seguridad de los edificios municipales con las de los policías locales, después de reabrir con estos últimos un conflicto que parecía concluso. En marzo dimitió el jefe de gabinete de González y su hombre fuerte, José Vicente Barcia, como última consecuencia del déficit de 15 millones de euros con el que cerró 2021 la empresa municipal Eléctrica de Cádiz, tras aguantar todo el año anterior sin indexar las tarifas. En esos días también quedaron en evidencia los desencuentros entre Ganar Cádiz y Adelante Cádiz. “Lo suyo es un desastre total. Divide a la ciudad. Ha generado bandos”, resume con tono fatalista Ortiz (PP).

Pese a los claroscuros, a las críticas políticas y carnavaleras —ambas igual de habituales en el devenir de la ciudad—, al otro lado de la bancada del pleno saben que se miden ante un potente rival político que aún parece conservar un evidente tirón popular. Tanto que el propio González parece marcar el ritmo del resto de partidos, que también siguen aún sin confirmar a su candidato, como si estuviesen esperando a la decisión del regidor. PP y PSOE aún deshojan la margarita, Ciudadanos está fuera de juego tras luchas fraticidas y Vox ni llegó a conseguir un edil en el Ayuntamiento en 2019. Mientras, en la calle surgen nuevos candidatos como Ismael Beiro, ganador de la primera edición de Gran Hermano, que reflexiona ahora si concurrir a las municipales. En el año VII del Cádiz de Kichi y a menos de 12 meses de que las urnas hablen, todo en Cádiz parece posible. Incluso que un José María González de blanco inmaculado acabe asomado por tercera vez con el bastón de mando por el balcón municipal.


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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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