Mazón acumula ausencias en actos de la Comunidad Valenciana para librarse de abucheos y tratar de rearmar sus tesis
El presidente de la Generalitat Valenciana ha tenido que cambiar la calle por espacios cerrados y alejados de la zona afectada por la dana
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La agenda de Carlos Mazón siempre estaba repleta. Además de los actos institucionales, el presidente de la Generalitat Valenciana era incansable a la hora de participar en todo tipo de eventos y fiestas patronales para abrazar a niños, besar a abuelos, hacerse fotos y contarlo en las redes sociales. Ya no lo puede hacer. Recorrer más de diez metros en una calle de la Comunidad Valenciana es arriesgarse, y casi siempre someterse, a abucheos, protestas, reproches e insultos. Ya ni en el sur de Alicante, un territorio que se tenía como amigable, Mazón se libra de las recriminaciones vecinales y de los gritos de “asesino”. Así, este lunes se presentó en Madrid para tratar de rehacer el relato, intentar rearmar sus tesis, dar información que ha negado en el parlamento autonómico y recibir aplausos.
Mazón acudió el sábado a un acto, como presidente del PP, en Orihuela, una comarca que ha sido bastión de la derecha durante décadas. Nada hacía prever que lo que se planteaba como una procesión de saludos se iba a convertir en un vía crucis, hasta el punto de tener ser escoltado por la policía. No era la primera vez que era abucheado en Alicante, pero esta fue la provincia en la que primero se aventuró a convocar un acto en un espacio abierto. Al día siguiente, el domingo, se celebró en Valencia el acto que da inicio a las Fallas, la Crida. Carlos Mazón no asistió, ausencia casi inédita en un presidente de la Generalitat. Pero ello no fue óbice para que formara parte del acto, cuando buena parte del público asistente comenzó a corear “Mazón, dimisión”. Solares apartados, puentes en mitad de la nada o caminos agrícolas son algunos de los puntos en los que el presidente de la Generalitat convoca a los medios de comunicación para sortear el escrutinio público.
Dos oportunidades tuvo el jefe del Consell para acudir a uno de los conciertos solidarios de la Orquesta de Valencia y la Orquesta de la Comunitat Valenciana, dirigidas por Gustavo Dudamel. Fueron dos actuaciones organizadas por el Ayuntamiento de Valencia y la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana y en un entorno, en teoría, más afable. Pero no se la jugó, porque en esta región la música es del pueblo y no una élite que, quizá sí, le hubiera arropado.
Fuentes del PP, incluso las más críticas con la gestión de Mazón sobre la dana, consideran que “no es justo” que el presidente de la Generalitat no pueda salir a la calle sin ser objeto de insultos. Sobre todo, que él no pueda salir y otros cargos socialistas, como la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, lo hagan sin problema. Bernabé también tuvo que aceptar la protesta de los vecinos, por ejemplo, cuando acudió al colegio en el que murió un operario mientras limpiaba. Ese día, Mazón prefirió reunir a su gabinete en el Palau de la Generalitat. A la reunión se incorporó el consejero de Educación, José Antonio Rovira, pero no fue hasta siete horas después de la muerte cuando compareció antes los medios: “También nosotros tenemos derecho a estar unas horas con nuestra familia”, argumentó.
Ante esa ausencia de calor, abrazos y palmadas en la espalda, Carlos Mazón decidió acudir al Hotel Ritz de Madrid y así lo hizo este lunes, en un inmueble, un acto y una sala alejados del vulgo. No solo acudió a recibir el reconocimiento de quienes no le conocen, sino que cambió la cámara legislativa valenciana, que representa el voto de la ciudadanía, por un espacio con lámparas de araña de cristal y con participantes tomando café para aportar una información que se negó a dar en el parlamento. En cualquier caso, el dirigente regional del PP no encontró el cobijo que esperaba. Las ausencias más clamorosas fueron las de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, y la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Pero hubo más. Los representantes de la patronal suelen acompañar a los presidentes autonómicos en estas puestas de largo en la capital. En este caso, Mazón estuvo solo. Tras la crítica del presidente de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana, CEV, Salvador Navarro, a la gestión de la dana, un empresario amigo del propio Mazón, que además es presidente de la Cámara de Comercio y vicepresidente de Feria Alicante, decidió dar de baja de la organización, representante valenciana en la CEOE, tanto a su compañía como a la feria alicantina, con el visto bueno de la consejera del ramo. La situación política llevada al seno de una patronal que cedió a Feijóo su sede para presentar el “plan Valencia” que ejecutará si llega a la presidencia del Gobierno.
Al margen de no encontrar todo el favor que esperaba, Carlos Mazón repitió sus tesis sobre la falta de información y la responsabilidad de las agencias estatales, la Agencia Española de Meteorología, Aemet, y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Habló, entre otras cosas, de los “desgraciadamente comunes” avisos rojos de Aemet: “En los últimos 10 años ha habido 30″, dijo. Lo que no especificó es que, de esos, seis se lanzaron el mismo día de la dana y que otros 14 se decretaron en la gota fría de 2019, aquella que cayó sobre Alicante y para la que la Generalitat Valenciano, entonces en manos del socialista Ximo Puig, se empezó a preparar tres días antes. Tampoco aludió a la conversación mantenida por una meteoróloga de Aemet con una técnica de Emergencias de la Generalitat el mismo día 29 a mediodía, en la que le advierte que “lo peor” iba a caer entre las tres y las seis de la tarde. Mazón insistió en que la Agencia de Meteorología informó de una previsión de precipitaciones de 180 litros, cuando estos cálculos siempre se refieren al mínimo.
Carlos Mazón se presentó como una víctima, “un daño colateral del Gobierno”, llegó a decir. Informó de las 16 llamadas que, según dijo, hizo y recibió desde que se puso en marcha el órgano de coordinación de Emergencias, en Cecopi, convocado para las cinco de la tarde, cuando él se encontraba aún en el restaurante El Ventorro. El presidente de la Generalitat no ha mostrado ningún documento, tal como le han pedido incansablemente los socialistas, que certifique la veracidad de esas llamadas, entre las que destaca una de las últimas realizada antes de las 20.11, cuando se lanzó la alerta masiva a los móviles para advertir de la catástrofe. Carlos Mazón dijo que a las 19.43 habló con la consejera de Emergencias, que se encontraba en el Cecopi, de lo que se deduce que a esa hora aún no había llegado. Hasta este lunes, la creencia era que la incorporación del presidente de la Generalitat fue alrededor de las siete y media. La nueva información no beneficia, políticamente, a un Mazón que ya no puede cambiar el hecho de no haber estado donde tenía que estar, pero sí judicialmente porque lo aleja, unos minutos, del debate sobre el envío de la alerta a los móviles. Fuentes de la Generalitat no han aclarado la hora de llegada a la reunión de emergencias.
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