¿Verde? Sí, pero con más coches: el PP cambia el urbanismo de la izquierda en Valencia
El Gobierno de Catalá se replantea y modifica proyectos que esbozó Compromís y el PSPV para la plaza del Ayuntamiento o el Corredor Verde sur de la ciudad
La oposición en la ciudad de Valencia ‑Compromís y el PSPV‑ siente pavor cada vez que la alcaldesa María José Catalá, del PP, anuncia que va a darle una vuelta a alguno de los grandes proyectos urbanísticos que aprobaron bajo su gobierno para renaturalizar la ciudad y mitigar los efectos del cambio climático. “No nos molesta que cambie los proyectos sino que opte por soluciones arcaicas, que no son propias de una ciudad del siglo XXI”, resumían ayer en Compromís, coalición a la que pertenece el anterior alcalde de la capital Joan Ribó. Los socialistas solo ven en estos virajes excusas para mantener el tráfico motorizado en proyectos con vocación sostenible y de humanización del espacio, encima en el año en que Valencia es capital verde europea.
Desde que el PP gobierna Valencia, un año y tres meses, el equipo de Catalá ha parado o reformado tres proyectos en ciernes que dejó la anterior coalición de gobierno de izquierdas, bien porque aseguran que son técnicamente inviables o porque se dispara su coste. Ha ocurrido con la reforma de la plaza del Ayuntamiento, el Corredor Verde que iba a coser los barrios del sur de la ciudad tras el soterramiento previsto de las vías del tren en 2028, o la pacificación del tráfico en una de las avenidas con más circulación de la capital, la de Pérez Galdós.
Catalá enfriaba a finales de 2023 al proyecto de reforma de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, el espacio más céntrico e icónico de la capital, después de que la anterior coalición de gobierno la convirtiera en 2020 en un gran espacio semipeatonal, retirando más de 10.000 coches diario por medio del urbanismo táctico. Aquella solución provisional debía consolidarse posteriormente con un plan de urbanización definitivo que pusiese en valor sus edificios históricos, salvaguardase los usos de la plaza en las Fallas, respetase los más de 12.000 metros cuadrados de espacio peatonal ganados y naturalizase con vegetación este espacio.
El proyecto seleccionado bajo el mandato de la izquierda surgió de un concurso de ideas en 2021, cuya principal seña de identidad era la plantación de decenas de árboles en una plaza en la que solo años atrás imperaba el tráfico rodado. Catalá heredó de sus predecesores el esbozo elegido entre una veintena de propuestas, y enriquecido por la participación ciudadana, y ahora tocaba encargar el proyecto de ejecución en detalle. Pero la regidora popular ha dicho que se lo va a pensar. Fuentes de su gobierno apuntan que no hay prisa en reformar un espacio tan emblemático para Valencia. “Hay que hacerlo bien, sin precipitarse”, apuntan. Pero, de momento, la alcaldesa ya ha dejado caer que le gustaría un diseño más señorial al tiempo que denuncia que el boceto seleccionado supera ampliamente los 8,6 millones de euros previstos originalmente.
La oposición lo ve de otro modo. Consideran las apreciaciones de la alcaldesa una excusa para modificar el proyecto. Para empezar, le han pedido los informes técnicos en los que se basa el PP para decir que el proyecto ganador costaría más del doble, entre 18 y 20 millones de euros; y cifran, según sus cálculos, la actualización del precio de su plan en unos 12,3 millones de euros si se compara con la remodelación de otras plazas como la de la Reina o Brujas.
El segundo frente ha saltado en torno al Corredor Verde al sur de la ciudad. El gobierno municipal de Joan Ribó y la socialista Sandra Gómez cambió en noviembre de 2021 el planeamiento del futuro bulevar García Lorca, una avenida proyectada sobre la playa de vías del tren que están soterrándose dentro del que será el Parque Central. Lo que iba a ser un bulevar que combinaba zonas verdes con carriles para el tráfico público y privado pasó a ser un corredor verde peatonal de 49.000 metros cuadrados de superficie y un kilómetro de longitud, que se prolongó hasta enlazar con el nuevo cauce del Turia. Los accesos de entrada y salida a los bloques de edificios se diseñaron en bucle por las calles laterales.
Y llegó Gustafson
Pero la Concejalía de Urbanismo de Catalá anunció por sorpresa a finales de septiembre que volvían al plan original, el que dibujó hace más de una década la paisajista norteamericana Kathryn Gustafson de acuerdo con las exigencias del PGOU, que eran cuatro carriles (dos por sentido) para el tráfico privado y el transporte público, además de las zonas verdes. Cerca de una decena de asociaciones de vecinos de los barrios del sur se oponen al cambio y exigen un espacio peatonal verde, sin coches, para unos barrios que alojan el cementerio de la capital, las cocheras de la Empresa Municipal de Transportes, y sufren durante años una conectividad con el centro muy deficiente.
En el ojo del huracán, la alcaldesa ha encargado a Gustafson una actualización del planeamiento de este bulevar en la que acepta reducir los cuatro carriles y hacerlo más verde. “Se dan cifras y argumentos a lo loco para intentar desmovilizar a los vecinos”, denuncian los socialistas. “No se puede hacer más verde un proyecto que reserva cuatro carriles al tráfico. Todo lo que está diciendo Catalá son excusas”, concluyen.
Asociaciones de vecinos afectadas opinan igual. “Los barrios del sur estamos rodeados de vías con mucho tráfico, como la pista de Silla o el Bulevar sur, y una medianera más o menos ancha con flores o árboles en alcorques resulta trasnochado a estas alturas”, sostiene la presidenta de la Asociación de Vecinos de Malilla, Rosa Jover. Han lanzado una recogida de firma a través de Change.org y ya han reunido miles de ellas. “Aquí tenemos un espacio donde no han pasado vehículos nunca [solo las vías del tren] y no es necesario que empiecen a circular ahora”, añade Miguel Sánchez, dirigente vecinal del barrio de La Roqueta.
“No podemos caer en la dictadura de la izquierda, que no acepta matices ni opiniones en contra. Está muy bien pintar planos pero el último año de gobierno se dedicaron a presentar bocetos sin trabajo detrás, se olvidaron de pedir informes y reservar presupuestos”, replicó el concejal y portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Carlos Caballero, tras aprobar este viernes una remodelación diferente a la proyectada para otra avenida con mucho tráfico de la capital: la de Pérez Galdós. El anterior ejecutivo buscó regenerar este espacio duro, atravesado por un túnel, de aceras estrechas y sin zonas verdes.
La Concejalía de Movilidad del PP lo sometió a estudio y concluyó que el proyecto que recibió de los grupos hoy en la oposición era mucho más caro de lo que afirmaban sus predecesores y, como había recibido fondos europeos y debía ceñirse a unos plazos de finalización, la supresión del túnel se posponía.
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