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La Guardia Civil mantiene su convicción de que Eduardo Zaplana manejaba la trama de mordidas y blanqueo

El testaferro internacional Fernando Belhot certifica ante el juez que el exministro era el “dueño y gran decisor” de una red aunque no aparezca en los papeles

Zaplana
El expresident de la Generalitat Valenciana y exministro Eduardo Zaplana (c), acompañado por sus abogados, a su llegada a la Ciudad de la Justicia de Valencia donde es juzga.Manuel Bruque (EFE)
María Fabra

Los testimonios de la Guardia Civil y del testaferro internacional del expresidente de la Generalitat y exministro Eduardo Zaplana han supuesto este miércoles un varapalo tras otro para el dirigente del PP al que han señalado como urdidor, dueño y decisor de la trama de mordidas y blanqueo del dinero recibido por las adjudicaciones de las ITV y los parques eólicos de la Comunidad Valenciana.

Tanto los tres agentes de la Unidad Central Operativa (UCO), que realizaron la mayor parte de la investigación del llamado caso Erial, como el abogado uruguayo Fernando Belhot, que según ha dicho se hizo cargo del patrimonio de Zaplana en el extranjero, han destacado el liderazgo del dirigente del PP y el cuidado y esmero de este para que su nombre no apareciera en ningún documento. Utilizaba lenguaje esquivo en las conversaciones en las que, supuestamente, se refería la trama, y destruía, tras consultarlos, extractos bancarios que le pudieran vincular con el dinero en el extranjero.

La sesión ha comenzado con el testimonio de tres agentes de la Guardia Civil, que han expuesto su convicción de que era el expresidente de la Generalitat quien manejaba las empresas implicadas en la trama que cobró las mordidas por las adjudicaciones de la administración autonómica que presidía. Tras el cobro, llegó la puesta en marcha de la operativa para el retorno del dinero a sociedades españolas en las que Eduardo Zaplana no aparecía como titular pese a que era él quien tomaba las decisiones sobre las mismas y quien, según el fiscal, “disfrutaba del dinero”. En total, fueron 11,2 millones entregados como comisiones ilícitas por parte de las empresas del director general de la Policía, Juan Cotino, un soborno que el sobrino del propio Juan Cotino, ya fallecido, ha admitido en el juicio.

“Era muy cuidadoso, muy meticuloso”, ha descrito el testaferro confeso de Zaplana, quien comenzó como imputado en la causa pero ha acabado declarando como testigo tras decidir colaborar con la justicia y entregar 6,7 millones de euros a la oficina de recuperación de activos (ORGA) que, supuestamente, formaban parte de los 20 millones que Anticorrupción cree que manejó el total la trama.

El abogado uruguayo Fernando Belhot ha explicado cómo se hizo cargo del patrimonio de Eduardo Zaplana en el exterior tras comprobar que las empresas de Luxemburgo desde las que lo manejaban no era la mejor solución: “Uruguay cumplía mejor sus requisitos: confidencialidad; país con uno de los secretos bancarios más fuertes del mundo y gran protección jurídica ante las inversiones”.

Belhot, testigo clave de Fiscalía, ha afirmado: “El que no quiere aparecer, no aparece y no firma nada, que fue el caso de Zaplana”. Así ha relatado que, al principio, le dijeron que el dinero era de Joaquín Barceló, amigo de la infancia del expresidente valenciano que durante el juicio ha admitido haber dejado que usaran su nombre para aparecer en sociedades que gestionaban fondos que en realidad eran del dirigente del PP, es decir que fue su testaferro en España. “Con el tiempo fui comprobando que quien tenía el poder de decisión, el verdadero decisor de todas las operaciones que se podían realizar era Zaplana”, ha dicho ante el tribunal de la Audiencia de Valencia que dilucidará sobre las acusaciones de prevaricación, cohecho y blanquero que recaen en el ministro. Según ha dicho el abogado, el propio Zaplana acabó reconociéndoselo: “Me manifestó que efectivamente era el dueño de la gran mayoría de los activos y me dijo que no quería hacerlo público por su exposición pública como miembro de un partido muy importante en España”.

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“El procedimiento era el siguiente: de forma trimestral viajaba a España, llevaba extractos de operaciones que se realizaban, se los mostraba y Zaplana, normalmente, un hombre inteligente, lo entendía y destruía los extractos. Algunas veces me pedía copia para enseñárselo a Grau (asesor fiscal del exministro). Era un hombre muy cuidadoso y no quería tener nada en su poder”, ha confesado.

Al margen del movimiento de estos fondos en el extranjero a través de varias sociedades, Fernando Belhot ha señalado que había una parte de los activos que Zaplana no quería que se invirtieran: “Me pedía que se mantuvieran en liquidez. Le explicaba que no era rentable y que podía ser peligroso pero él necesitaba dinero para sus gastos personales”, ha manifestado. Así, le hizo llegar hasta 2,3 millones de euros a través de “cambistas”, conocidos también como agentes de cambio que facilitan contactos de personas con liquidez que entregaban dinero en metálico al entorno de Zaplana a cambio de un ingreso en una sociedad extranjera que, habitualmente, lleva aparejada una comisión. “Nunca lo recibió él”, ha puntualizado, aunque ha añadido que cuando Zaplana recibía el dinero, le decía: “Los documentos llegaron. Todo correcto”.

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