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URBANISMO

La revolución peatonal de Valencia

La reforma de la plaza de la Reina se suma a las actuaciones en la Lonja y en el Ayuntamiento, con 30.000 metros cuadrados más de espacio público que potencia la convivencia y el patrimonio

Ferran Bono
Visitantes de la Plaza de la Reina de Valencia, en la zona de los vaporizadores, en una imagen captada la pasada semana.
Visitantes de la Plaza de la Reina de Valencia, en la zona de los vaporizadores, en una imagen captada la pasada semana.ANA ESCOBAR

La reciente reapertura de la plaza de la Reina de Valencia evidencia la rapidez con que la ciudadanía conquista el espacio público cuando se libera del tráfico. Donde hasta el año pasado circulaban autobuses municipales, taxis y coches en busca de aparcamiento, ahora pasean multitudes. La entrada a la catedral y al popular campanario del Miguelete ya cuenta con un entorno digno de 10.000 metros cuadrados pavimentados con la misma piedra caliza que se empleó en parte de la construcción de los monumentos. Es la última actuación de la revolución peatonal que está experimentando el centro histórico de la ciudad, que suma más de 30.000 metros cuadrados libre de vehículos en apenas dos años.

Desde que se retiraron las vallas de la plaza de la Reina la pasada semana, tras una complicada intervención por el mal estado del aparcamiento subterráneo y por la aparición de restos romanos y visigodos, que finalmente se decidió cubrir, se ha convertido en nuevo punto de encuentro. Se puede comprobar cualquier día, sobre todo cuando cae el sol abrasador. Igual ha sucedido con el entorno de la Lonja y del Mercado Central, cuyas obras finalizaron en el mes de junio, y con la plaza del Ayuntamiento, cuando se cerró definitivamente al trafico privado y se peatonalizó buena parte de ella con medidas de urbanismo disuasorio a la espera de seleccionar el proyecto definitivo del concurso para su reforma integral.

De modo que las tres principales plazas del centro histórico de Valencia, que articulan el eje desde la modernista Estación del Norte de trenes hasta las Torres de Serrano, se han convertido en un nuevo y enorme espacio de uso ciudadano que potencia especialmente su valor patrimonial. En este sentido, destaca el singular triángulo que conforman el modernista Mercado Central, la gótica Lonja (Patrimonio de la Humanidad) y la barroca (y ecléctica) iglesia de los Santos Juanes. Allí, en la antigua plaza del Mercado, histórico escenario de ajusticiamientos públicos, fue ahorcado en 1826 el maestro Gaietà Ripoll, considerado la última víctima de la Santa Inquisición, si bien fue la Junta de la Fe creada por la diócesis de Valencia para sucederla la que lo condenó por hereje.

Hoy miles de turistas y vecinos pasean por un entorno privilegiado, por el que antes pasaban autobuses. La actuación parece plenamente integrada en la vida de la ciudad, al igual que la intervención en la plaza de la Reina, aunque aún resuena la polémica sobre los árboles y las sombras. “Ves, no hay apenas árboles y tampoco sombras”, comentaba una mujer a su pareja el pasado jueves mientras señalaba al centro de la plaza.

El concejal y coordinador del área de Movilidad Sostenible y Espacio Público, Giuseppe Grezzi, responde que ahora hay 115 árboles cuando antes había 55. Asegura que es una polémica artificial que el uso del espacio ya está desactivando. Sin embargo, la ola de calor no ha hecho más que incrementar la exigencia de la ciudadanía no solo en Valencia de contar con más árboles y sombras en unas ciudades que no están preparadas para el cambio climático y las temperaturas extremas. El diseño para remodelar la Puerta del Sol, de dimensiones similares a la Reina, también ha recibido críticas en ese sentido.

José María Tomás, arquitecto responsable del proyecto de la Reina, cuyo presupuesto se ha elevado a 13 millones de euros, incide en que la condición de mantener el antiguo aparcamiento subterráneo marcó el proyecto e impidió plantar grandes árboles. El arquitecto apunta que se trata de una plaza, no de un parque ni de un jardín. “La piedra es el alma del proyecto, acentúa el carácter de nuestra ciudad y aporta estabilidad y elegancia”, sostiene. Los postes que ahora sostienen los toldos para dar sombra en el centro de a plaza se desmontarán en otoño para dejar completamente libre el espacio y destinarlo a todo tipo de actividades ciudadanas.

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Reurbanización del entorno de la Lonja, a la izquierda, y del Mercado Central.
Reurbanización del entorno de la Lonja, a la izquierda, y del Mercado Central. Ana Escobar

El avance de la peatonalización es inexorable, aunque persistan reticencias entre algunos comerciantes. Grezzi, de Compromís, coalición que gobierna en el Ayuntamiento junto con el PSPV-PSOE, recuerda que el plan de movilidad del anterior consistorio, presidido por Rita Barberá, del PP, ya contemplaba la peatonalización de las principales plazas cuyos proyectos de remodelación en esta línea se remontan al siglo XIX. “Pero no se atrevieron a hacerlo. Nosotros en dos años, hemos liberado mas de 30.000 metros cuadrados”, comenta.

“Por donde antes pasaban coches y había humo y contaminación ahora pasan peatones y excursiones escolares”, afirma la vicealcadesa y concejala de Desarrollo Urbano, la socialista Sandra Gómez, responsable política de la remodelación del entorno del mercado, diseñada por Elisabet Quintana y Blanca Peñín y sufragada (costó unos ocho millones de euros) con fondos de la consejería de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad.

Marisa Gallén, Premio Nacional de Diseño y presidenta de la Associació València Capital del Disseny, que se está celebrando este año en la ciudad, aplaude “todas las actuaciones que quitan espacio al coche en la ciudad” y se lo dan al peatón. Pero considera que faltan árboles, cuando son más necesarios que nunca, y critica la falta de interés por alcanzar el “confort visual” de ciudades modélicas en muchos sentidos como Copenhague, por evitar esas luces que deslumbran en las terrazas, por ejemplo.

Al calor del debate de los árboles, el vicealcalde y concejal de Ecología Urbana de Valencia, Sergi Campillo, hizo público el pasado jueves que el Pla Verd i de la Biodiversitat de la ciudad revela que el 70,75% de los vecinos tiene acceso a una zona adaptada al cambio climático a no más de cinco minutos de su casa, a un máximo de 350 metros. También anunció medidas para incrementar “el verde en varios ámbitos de la ciudad, atendiendo a la situación de barrios que se construyeron sin prever la necesidad de incorporar jardines o arbolado u otros, como es el caso de Ciutat Vella que presenten un déficit por su idiosincrasia y requerimientos de conservación de la trama urbana histórica”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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