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Medidas de las jugueteras para tranquilizar a Papá Noel y los Reyes Magos

Anticipación de pedidos, almacenamiento y relocalización de fabricantes son las medidas con las que el sector juguetero alicantino ha blindado la campaña de 2021

Una trabajadora de la fábrica de juguetes Injusa en la cadena de montaje de una moto.
Una trabajadora de la fábrica de juguetes Injusa en la cadena de montaje de una moto.JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ
Rafa Burgos

La crisis de suministro de materias primas y de encarecimiento de las importaciones ha obligado a ejercitar la cintura de la industria juguetera española. El aprovisionamiento anticipado de productos ya desde principios de año y la localización de la fabricación fuera de Asia han sido los principales recursos de los que se ha servido el sector para mantener la producción de este año intacta. “La campaña de 2021 está hecha”, asegura José Antonio Pastor, presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), con sede en Ibi (Alicante). “El producto ya está en manos de los clientes, todo facturado y no se puede tocar”, subraya. “Lo más comprometido va a ser la reposición”, la ampliación de pedidos en juguetes estrella, “pero el comprador tendrá dónde elegir”. Papá Noel y los Reyes Magos pueden respirar tranquilos.

La situación ha obligado a buscar todo tipo de soluciones imaginativas en el sector juguetero alicantino, uno de los más importantes de España. La Comunidad Valenciana, que concentra cerca del 42% de los trabajadores y el 38% de facturación, y Cataluña representan en torno al 74% de la actividad de fabricación de juguetes en el país, según datos de 2019 de la AEFJ. “Sufrimos un retraso en el lanzamiento de una réplica de un BMW”, cuenta Yesica Jiménez, directora de Marketing de Injusa. “Teníamos una previsión de 6.000 unidades y hace tres semanas quedaban 400 piezas por ensamblar, así que decidimos pedirlas por avión, para dar continuidad a la cadena de montaje”. El transporte aéreo blindó la presencia del coche de juguete en las estanterías. El precio, eso sí, tuvo que subir. “No ha habido más remedio que repercutir el aumento de costes al cliente”, continúa Jiménez. En su catálogo, el aumento de tarifa es del 20%, que han aplicado paulatinamente en tres tandas, una por trimestre.

“Los fletes han subido de 2.000 a 14.000 dólares, el precio del plástico se ha doblado, de los 0,89 euros el kilo de polipropileno a 1,80″, explica la directiva de esta firma con 115 trabajadores ubicada en Ibi y especializada en vehículos con batería y ruedas, cuyos elementos, “en un 80 o 90%, son de plástico”. “La campaña la planificamos desde enero, para tener margen de maniobra en cuanto a provisiones de material y órdenes de compra”, añade. Otra alternativa para sortear la rotura del stock fue localizar componentes en otros lugares fuera de Asia. “Las centralitas”, placas electrónicas para el funcionamiento de sus juguetes, “las encargamos a una empresa de Valencia ya desde mitad de año”.

Idéntica solución han aplicado en Juguetes Cayro, fábrica con 22 empleados de Dénia (Alicante), cuyo catálogo se ciñe a los juegos de mesa. “Hemos vuelto a fabricar en Dénia, España o en Europa, buscando alternativas”, afirma Rosario Carrió, CEO de la empresa. “Para más adelante, habrá que ir viendo”, avanza. “Si el diferencial respecto a la fabricación en Asia es pequeño, nos quedaremos, si no, podríamos ir alternando” China con países más cercanos.

Carrió admite que se han beneficiado de “no fabricar productos de moda, con licencia, que están sometidos al estreno de una película o al éxito de un personaje concreto”, por lo que los “auténticos malabares” con el aprovisionamiento y el almacenamiento que tuvieron que emprender no perjudicaron la venta de sus productos. Sí padecieron la escasez de componentes. “Tableros y cajas de cartón han sufrido una subida constante de los precios”, lamenta. “Los moldes de plástico para dados y fichas, por ejemplo, también”, prosigue, “e incluso la madera de algunos juguetes que compramos en China como producto terminado”. Con todo, la crisis ha impulsado “un adelanto de las compras que ha generado repeticiones, lo cual nos beneficia”. De momento, coincide con todo el sector en tranquilizar al comprador. “No habrá escasez de productos, va a haber juguetes”, sentencia.

En Marina i Pau, una empresa situada en Onil, el otro núcleo principal del sector juguetero alicantino, el impacto de la crisis global ha sido menor. “Trabajamos con producto nacional”, dice Luis Miguel Aroca, propietario de esta empresa de 15 trabajadores centrada en muñecas y disfraces. “Los ojos y pestañas, por ejemplo, se fabrican en Onil”, detalla, “los chupetes y las mantas son españoles, el pelo es italiano”. Entre los complementos de sus productos, solo algunos, como los biberones, sí vienen de China.

No obstante, han notado pequeños retrasos con los suministros que vienen de Italia, la escasez de materia prima, “como el vinilo, que importamos de Alemania” y el alza de los precios incluso en recorridos cortos. “El embalaje, cuyo pedido adelantamos en gran cantidad”, sostiene, “pese a venir de Elche (Alicante), se ha encarecido un 12%”. En cuanto a los disfraces, andan sobrados de stock. “La pandemia generó un 95% de bajada de ventas, porque no había fiestas, ni despedidas de soltero, ni carnavales”, rememora. “Además, estamos especializados en un tipo de disfraz de broma que no se fabrica en China”, celebra.

Aroca ha percibido “un aumento considerable de ventas, hemos detectado cierta psicosis en el comprador final”. Pero desde AEFJ, Pastor trata de tranquilizar al cliente.

“Desde hace un año, hemos tratado de anticiparnos, aprovisionándonos de material”, insiste, “no había otra si queríamos producir lo necesario para abastecer el 70% del mercado nacional”. El juguete, además, concentra buena parte de sus ventas en estos últimos meses, en que el empeoramiento de la situación no parece tener límite. “Hemos padecido efectos muy negativos, ya que el del juguete es un sector estacional y el 70% del mercado se concentra en los últimos meses del año”, recuerda.

Fábrica de juguetes Injusa, en Ibi (Alicante).
Fábrica de juguetes Injusa, en Ibi (Alicante).JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ

Con la campaña del año fijada, al presidente de la patronal juguetera le preocupa la próxima. “El mercado tras la pandemia no es que haya vuelto a la normalidad, sino que pide mucho más de lo normal”, confirma, “y al flete no le da tiempo a distribuir el material”. “La subida de costes es generalizada, de luz, materias primas, un 500% en el transporte, y pone en jaque los márgenes de las empresas”, afirma. “Hay poca certidumbre, no se pueden hacer planes, porque no sabemos si van a ser a corto o a largo plazo”, continúa, “y por otra parte, hemos comprobado que un barco encallado en Suez te paraliza el negocio”.

Si la situación se alarga, Pastor no confía en soluciones como la anticipación, el almacenamiento o la relocalización de la industria. “Habría que ver si la situación es coyuntural o cuánto va a durar”, repite, “el coste de trasladar toda la infraestructura del juguete, sobre todo para las empresas con grandes volúmenes, es difícil y las pequeñas empiezan a ver que no compensa”. “Tampoco tiene sentido incurrir en gastos de almacenamiento en enero para vender en noviembre”, alega. “El sector necesita de medidas de acompañamiento para que sea competitivo”, solicita a las administraciones.

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