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El Liceu rinde homenaje a Shostakovich y alza el telón con su ópera proscrita por Stalin

El artista residente Àlex Ollé estrena ‘Lady Macbeth de Mstensk’, que se rebela con crímenes para huir de la opresión del patriarcado

Un momento de un ensayo de la ópera Lady Macbeth de Mstensk, en el Liceu.
Un momento de un ensayo de la ópera Lady Macbeth de Mstensk, en el Liceu.
Àngels Piñol

Unos muros de color cobre, las lámparas, las camas y un lecho de agua sobre el escenario para simbolizar que es un lugar sórdido e inhabitable. El Gran Teatro del Liceo abre este miércoles la temporada con el estreno de la producción propia de Lady Macbeth de Mstensk, la segunda y última ópera de Dmitri Shostakovich, proscrita por el estalinismo. La puesta en escena la firma Àlex Ollé, artista residente, que propuso al Liceo hacer esta fascinante historia de una mujer víctima del machismo y el patriarcado que se rebela para sobrevivir y asesina a su suegro, su marido y a la novia de su amante. Josep Pons dirige a la orquesta del Liceu y el dúo protagonista lo encarnan la soprano norteamericana Sara Jakubiak (Katerina Ismailova) y el tenor checo Pavel Cernoch (Serguei). La ópera se representará en ocho funciones, la última el 7 de octubre.

El estreno de esta producción es una de las grandes apuestas del Liceu, que esta temporada cumple 25 años desde su reapertura tras el incendio que lo calcinó. La institución ha saldado su deuda histórica y se propone potenciar las producciones propias. “Cuando empiezas el año con una, piensas en el mensaje que quieres dar. Y tensionas toda la organización”, explicó Valentí Oviedo, director general, el día de la presentación. Víctor García de Gomar, director artístico, definió a esta ópera como un “drama oscuro y existencialista”. “Una joya”, dijo. La cita de este miércoles reunirá a decenas de políticos, empezando por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa y el del Parlament, Josep Rull, y dirigentes empresariales y personalidades de la cultura.

Ollé relató que cuando firmó como artista residente del Liceu García de Gomar le planteó qué ópera quería hacer. “Y yo le dije que esta: Es una de las mejores del siglo XX. No ha pasado el tiempo para ella. Está basada en una novela del siglo XIX. Ya tenía la fuerza de denuncia cuando se estrenó en 1934 y la sigue teniendo ahora”, sostuvo Ollé sobre esta Lady Macbeth rusa, basada en una novela de Nikolái Leskov, que narra la historia de Katerina, una mujer maltratada por los hombres de su familia y que huye de su destino envenenando primero al suegro, matando al marido después y asesinando en la prisión de Siberia a la novia de su amante para luego suicidarse.

Un momento del ensayo de Lady Macberth de Mtsenks.
Un momento del ensayo de Lady Macberth de Mtsenks.

Ollé y Pons, que han hecho tándem en multitud de óperas, la última hace dos años Pelléas et Mélisande con el agua también como protagonista, coinciden en que Shostakovich quería que el público empatizara con Katerina hasta el punto de que suprime de su adaptación el asesinato de un niño y el desprecio a su hijo. “Quería que fuéramos a su favor, redimirla”, dijo Pons en alusión a que ella se rebela ante una sociedad que la aplasta. “Shostakovich en sus memorias dice que no todos los criminales son asesinos”, recalcó el director de escena sobre esta obra, que pasó de triunfar en 1934 a ser proscrita en 1936 tras la aparición de un editorial del diario Pravda que dijo que en lugar de música, “era un caos”. Pons admite sus dudas de por qué Stalin condenó la obra, pero no duda -la leyenda cuenta que escribió él ese texto- cometió un “grandísimo asesinato” contra un genio. “Su música es de una un virtuosismo rítmico y eficacia máxima. Él creyó que los soviets verían bien la obra porque iba a favor de su doctrina y le acabaron poniendo un bozal”. Shostakovich ya no volvió a componer más óperas. Lady Macbeth de Mtsensk no se volvió a representar, y censurada por el compositor, hasta 1970.

La escenografía muestra un mundo asfixiante, sórdido y muebles bonitos, pero con agua en el suelo para evocar la idea de un pantano, una ciénaga o una cloaca. “Un lugar donde un ser humano no puede vivir. El estado anímico de Katerina”, cuenta Ollé. El escenógrafo Alfons Flores, miembro de su equipo, contó que se inspiró en una riada de los años 70 en Cornellà que arrasó y dejó inservible la casa de su tía. El teatro ha creado un circuito interno de agua que se nutre del freático, que queda ya para el teatro, y que se purifica cada día para evitar problemas. Sobre el escenario, desfila el suegro y patrón desalmado, se comete la violación de una trabajadora, las humillaciones de Katerina, la policía corrupta y violenta hasta el trágico desenlace final.

De izquierda a derecha, Lluc Castells (vestuario), Urs Schonebaum (iluminación), el tenor Pavel Cernoch; el director Josep Pons, el de escena, Alex Ollé, la soprano Sara Jakuviack, el director artístico Victor Garcia de Gomar, y el escenógrafo Alfons Flores, posan durante la presentación de la ópera.
De izquierda a derecha, Lluc Castells (vestuario), Urs Schonebaum (iluminación), el tenor Pavel Cernoch; el director Josep Pons, el de escena, Alex Ollé, la soprano Sara Jakuviack, el director artístico Victor Garcia de Gomar, y el escenógrafo Alfons Flores, posan durante la presentación de la ópera.Quique García (EFE)

El agua -se calienta cada día- crea un juego de espejos y en determinadas escenas se concentran cuando actúa el coro hasta un centenar de cantantes. Jakubiak debuta con este papel en el Liceo y bromeó diciendo que es la primera vez que interpreta a un personaje que mata a otros tres en una sola noche. “Me decía Àlex que sonreía demasiado y he intentado ponerme más presión a todos los niveles. Actuar sobre agua es un viaje interesante que nunca olvidaré”, afirmó la soprano estadounidense. El tenor checo ya ha interpretado tres veces a Sergei y explicó que entiende perfectamente el recurso del agua: “Estaba en el libreto. Simbólicamente, es muy fuerte y fantástico”.

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