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“Quiero estudiar una ingeniería, pero sin ayuda económica no podré”

La Universidad Autonóma de Barcelona organiza el Campus Ítaca para animar a estudiantes de ESO, con buen expediente pero pocos recursos, a continuar estudiando

Alumnos de 3º de ESO participantes en un taller de química en el Campus Ítaca de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
Alumnos de 3º de ESO participantes en un taller de química en el Campus Ítaca de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).Albert Garcia

Enfundados en batas blancas y gafas de protección, Mishell, Ángel y Sharol están midiendo la velocidad de reacción de un compuesto químico. Quieren construir un airbag. Es 28 de junio y el curso ya ha acabado. Pero estos tres adolescentes, que acaban de finalizar 3º de ESO en institutos de Sabadell y Terrassa, están en un laboratorio químico de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Pasarán dos semanas en el campus conociendo el mundo universitario para animarlos a no dejar los estudios. Son alumnos con buen expediente académico, pero la falta de recursos económicos puede suponer una barrera. “Quiero estudiar una ingeniería, no sé cuál, pero sin ayuda económica no podré”, admite Ángel.

La UAB organiza el Campus Ítaca desde 2004 y en la actual edición participarán 330 alumnos que acaban de finalizar 3º de la ESO y que provienen de 70 institutos del Vallès Occidental y del Oriental, el entorno más próximo del campus. Los jóvenes son seleccionados entre los institutos y los ayuntamientos participantes y son estudiantes con buen expediente académico, pero que por su entorno familiar difícilmente pensarían en ir a la universidad o cursar una FP superior. “Provienen de entornos vulnerables y sin referentes en la familia con estudios superiores. Además, ponemos el acento en las mujeres, ya que en algunas culturas no está previsto que ellas acaben cursando también estudios de este tipo”, explica Esther Zapater, secretaria general de la UAB y responsable de políticas de igualdad.

Los alumnos se reparten en dos turnos —del 26 de julio al 4 de julio y del 8 al 16 de julio— y en este tiempo participarán en actividades pedagógicas, como talleres o debates, combinadas con otras de carácter deportivo o lúdico. El pasado viernes, entre las numerosas propuestas programadas en las que se reparten los alumnos, había el nombrado taller de química, pero también una práctica arqueológica. En ella, un grupo de una docena de jóvenes debían excavar un terreno donde previamente se habían enterrado restos humanos y de animales.

Pincel y recogedor en mano, los jóvenes retiraban la arena con cuidado. “¡Mira, son huesos, es impresionante!”, exclama Khadijat. “Esto no es ver una serie o un documental, es vivirlo. He aprendido más aquí que en el instituto”, comenta esta estudiante de Santa Perpètua de Mogoda, que quiere ser azafata de vuelo porque le gusta viajar, aunque no se ve en la universidad. “Yo quiero trabajar ya”. Su compañera Sabrina, estudiante de Castellar del Vallès, también quiere se azafata de vuelo, pero pasando antes por el campus. En su caso, sería la primera de la familia que lo logra. “Tener un profesional sería un orgullo para los padres”, admite la joven. Lo mismo le sucede a Mohammed, que aspira a estudiar Medicina, pero como en el caso de sus compañeros, aunque la familia le apoya, la situación económica precaria puede truncar sus planes.

Las actividades están dirigidas por personal de la UAB, como Xavier Plasencia, investigador del grupo de Prehistoria, que participa en el campus desde su creación porque le gusta el contacto con jóvenes que todavía no saben a qué quieren dedicarse. “Aquí ven las profesiones reales, lo que hace un arqueólogo. Y sabes que les das unos conocimientos que los acompañarán toda la vida”, comenta el docente, justo antes de ser interpelado por una estudiante que pregunta cómo pueden aguantar los huesos en tan buen estado bajo tierra tanto tiempo. María Navarro es técnica de apoyo en la investigación y está acostumbrada a realizar talleres científicos con alumnos de bachillerato, pero comenta que con los de la ESO, el reto es mayor. “En el Campus Ítaca vienen alumnos sin una motivación específica y tienes el poder de motivarlos y acercarles al mundo universitario, que hasta ahora veían lejano. Y también ven a una mujer joven, cosa que ayuda a romper muchos estereotipos”.

Alumnos de 3º de ESO participan en un taller de arqueología en el Campus Ítaca de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
Alumnos de 3º de ESO participan en un taller de arqueología en el Campus Ítaca de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).Albert Garcia

Los alumnos están acompañados por un equipo de monitores, que son estudiantes de la UAB. Algunos se estrenan este año, pero otros repiten la experiencia. “Es chulo ver cómo llegan el primer día y cómo se van. Han crecido mucho. Llegan con reticencias, pero se marchan contentos. Algunos no tienen el apoyo familiar y no les han dicho que sirven para los estudios y que tienen un camino por delante y pueden lograrlo”, comenta Aina. Otras monitoras, como Marta, son exparticipantes del Campus Ítaca. “Fue una experiencia muy enriquecedora y una oportunidad para conocer la universidad y animarme a continuar estudiando. Además, descubrí qué camino quería seguir”, explica esta estudiante de Musicología, que aspira a dedicarse a la industria musical.

Becas salario

La iniciativa Campus Ítaca —con un coste de 259.000 euros financiados por el campus y el Banco Santander— nació hace dos décadas y desde entonces ha acogido a unos 7.000 estudiantes. Zapater admite que no se hace un seguimiento posterior de los alumnos, pero sí reciben comentarios sobre el impacto que son positivos. “Los tutores nos dicen que un 70% acaba cursando estudios superiores. Pero un buen indicador también es el acto de clausura, en que las familias te agradecen la iniciativa y alguna madre le comenta al marido: ‘¿Ves? ¡Tenemos que apostar porque la niña continúe sus estudios!”.

Zapater apunta también que los alumnos que acaben matriculándose en la UAB pueden optar a unas becas salario que concede el Banco Santander, con un importe de 500 euros mensuales mientras duran los estudios, y que hasta ahora ya se han concedido a 300 alumnos. “Si el joven quiere estudiar, nosotros lo haremos posible y le ayudaremos”, remata.

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