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Un estudio revela altas densidades de cetáceos en la costa catalana

Los científicos detectan más de un centenar de cachalotes y una tortuga laúd del Delta del Ebro al Cap de Creus

Animales Costa Catalana
Cinco cachalotes a vista de dron en la costa catalana.

Los miles de kilómetros recorridos en avioneta y en barco por la parte norte del Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo del Delta del Ebro y el Cap de Creus, han permitido a los biólogos de Submon determinar una “alta densidad de animales” en la parte norte del corredor, de unos 32.652 kilómetros cuadrados. Los expertos han avistado y detectado acústicamente centenares de cachalotes, delfines listados y también ejemplares de calderón gris, zifios de Cuvier y tortugas marinas, entre ellas una laúd (Dermochelys coriacea), muy difícil de ver. Destacan 116 cachalotes con crías incluidas, “muchos cachalotes”, según Carla A. Chicote, codirectora del proyecto. El proyecto Cetamed Norte, llevado a cabo por la entidad ha permitido también detectar “mucha basura”.

El objetivo del proyecto, llevado a cabo por Submon junto a investigadores de la Universidad de Barcelona (UB), es ampliar el conocimiento sobre la distribución y abundancia de cetáceos de buceo profundo como el cachalote, el calderón gris, el calderón común o el zifio, así como de especies de más amplia distribución como el delfín listado o el rorcual común, en el Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo. El Estado lo declaró Área Marina Protegida y en 2020 la integró en la Red de Áreas Marinas Protegidas de España (Rampe) por su importancia para hábitats o especies amenazadas y por su aporte a la conectividad. Es considerado un corredor de vital importancia para la supervivencia de los cetáceos en el Mediterráneo Occidental.

Un cachalote saltando.
Un cachalote saltando.

Uno de los mayores problemas para la gestión y conservación de la biodiversidad marina en la zona es la falta de información sobre el estado de sus poblaciones. Para mejorar la conservación de estas especies, protegidas todas nacional e internacionalmente a diferentes niveles, es básico conocer su presencia y sus amenazas.

Precisamente el proyecto, que cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica en el marco del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia financiado por fondos Next Generation, pretende “aportar datos que ayuden a conocer mejor las especies y sus amenazas para una gestión efectiva de la zona”, detalla Chicote. Ha consistido en dos campañas de investigación, una aérea en la que se han volado 4.000 kilómetros y otra marítima en la que se han recorrido 2.000 kilómetros con la metodología de “muestreo a distancia”. Se han hecho transectos lineales con avioneta y barco.

La campaña aérea se hizo en mayo porque entre marzo y junio el rorcual común, la segunda ballena más grande del mundo (hasta 24 metros), se encuentra en estas aguas alimentándose en su migración hacia el Mar de Liguria, entre Niza y Córcega. Avistaron 88 tortugas, 15 ballenas, 10 grupos de calderones grises y 2 zifios de Cuvier, además de cachalotes y delfines. La marítima se hizo el mes de junio en una embarcación con ocho científicos. Los transectos aéreos se complementaron con transectos acústicos realizados usando un hidrófono de arrastre –micrófono usado bajo el agua- “que permitió detectar a especies de cetáceos de buceo profundo, más difíciles de detectar en los censos aéreos debido a sus largas inmersiones”, indica la bióloga.

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Un calderón gris.

Con este última sistema detectaron 116 cachalotes. También avistaron 156 grupos de delfines listados, “lo que supone una tasa de ocho avistamientos cada 100 kilómetros, que es una densidad muy alta que no sorprende, pero sí la del cachalote porque otros años no teníamos estas cifras”, apunta Chicote. En total detectaron 7 de las 8 especies de cetáceos presentes en la zona. También avistaron una tortuga laúd, la tortuga marina más grande del mundo que puede llegar a medir 2′3 metros y a pesar una media de unos 600 kilos. Ninguno de los científicos embarcados había visto una antes.

La nota ingrata de la expedición han sido los residuos detectados. Los científicos han hecho unos 1.200 avistamientos de basuras flotantes de todas medidas y materiales, donde predominó el plástico, y ahora analizarán el grado de amenaza que suponen para la fauna de zona protegida. Según los expertos, unas 700 especies en peligro se ven afectadas por los plásticos, desde pequeñas piezas que acaban en sus estómagos a aros de packs de bebidas que las estrangulan o bolsas que pueden ahogarlas.

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