Paquito D’Rivera: “Siempre busco cómo hacer cosas que no estén escritas”
El clarinetista cubano ha presentado en Barcelona un libro sobre Tete Montoliu y actúa el domingo con la Banda Municipal
La Banda Municipal de Barcelona inaugurará este domingo (18 horas) su temporada de conciertos en el Auditori barcelonés y lo hará con un invitado de categoría: el clarinetista y saxofonista cubano Paquito D’Rivera en su doble faceta de compositor y solista. En el programa, junto a una obertura de Gershwin, se interpretarán dos de las obras de D’Rivera, en las que él no interviene, y se estrenará la versión para clarinete, combo jazzístico y banda de las Crónicas latinoamericanas del compositor argentino Daniel Freiberg.
Paquito D’Rivera (La Habana, 75 años) ha aprovechado su estancia en Barcelona para colaborar en la presentación, ayer jueves, del libro ‘Round about Tete (Libros del Kultrum, en castellano y catalán) del periodista Pere Pons centrado en la vida y obra del recordado Tete Montoliu. D’Rivera que trabajó en diversas ocasiones junto al pianista barcelonés solo tiene palabras de alabanza al recordarle. “Tocaba muy bien pero sobre todo entendía muy bien el idioma del jazz”, explica. “A principios de la década de 1980 yo estaba en Madrid esperando mi visa para poder ir a los Estados Unidos, cuando me llamó un trompetista al que no conocía, Américo Bellotto, para explicarme que organizaban un seminario en Banyoles y me preguntó si querría venir a tocar con Tete Montoliu. A la que dijo Montoliu yo casi cuelgo el teléfono y me voy a la estación de tren. Había conocido la música de Tete a través de los programas de Willis Conover en Voice of América, que escuchábamos clandestinamente en Cuba. En Barcelona tocamos en un lugar que se llamaba la Cova del Drac y años después hicimos juntos una gira por Europa con el trompetista Claudio Roditi”.
Sobre el libro de Pere Pons D’Ribera también se explaya en superlativos. “Es un libro importante porque son muchas las personas que hablan de Tete. Es muy inteligente. Se parece mucho al jazz. En el jazz invitamos mucho a otros a tocar en jam sessions y eso es lo que ha hecho Pons: invitar a mucha gente a dar su opinión, como en una jam session”.
En el concierto del domingo se interpretarán dos obras suyas pero no tocará en ninguna de las dos. En cambio, lo hará como solista de las Crónicas latinoamericanas en el estreno de la versión para banda, ya que el original fue escrito para orquesta. El arreglo lo ha realizado el propio compositor y D’Rivera se muestra encantado. “Suena mucho mejor en esta versión porque en la banda hay muchos instrumentos de viento. Además esta banda tiene una calidad tremenda y el director es muy seguro. José R. Pascual-Vilaplana es una persona que entiende rápido la música y no le complica las cosas a los músicos porque hay directores que parece que hagan lo contrario. Yo llegué a tocar en un sitio y lo primero que me dijeron fue ‘no mires para el director’. Eso no fue lo que yo aprendí en el conservatorio, pero insistieron ‘tú mira a la bailarina’ y era verdad, pero en este caso es bueno mirar al maestro Vilaplana”.
Sus dos composiciones son muy diferentes. “La primera fue una comisión del maravilloso Barcelona Clarinet Players, que me pidieron una obra para cuarteto de clarinetes y banda. Yo no había escrito nunca para banda, bueno, una vez hace muchísimos años hice una marcha cuando hacía el servicio militar obligatorio, pero esta fue mi primera ocasión real. La otra no fue un encargo sino que la escribí de corazón dedicada a Gaby, Fofó y Miliki, los payasos que yo iba a ver de niño en La Habana. Después, de adulto, hice mucha amistad con Miliki, incluso grabamos un disco juntos que ganó un Grammy. La obra, que se llama El elefante y el payaso, la escribí cuando murió Miliki y está basada en una anécdota de su libro de memorias en la que explica que Fofó, que era muy bromista, le escondió el elefante al domador y hasta le acompañó a la estación de policía para hacer la denuncia. Imagínate: ‘Me han robado’. ‘¿Qué le han robado, la cartera?’ ‘No, el elefante”. Tiene algunos solos inspirados en el saxo de Gaby y este será el estreno mundial de la versión para banda”.
“Este concierto es como regresar a mis raíces musicales porque yo me crie en una banda”.
A pesar de su reputación jazzística esta no es la primera vez que D’Rivera se enfrenta a una banda sinfónica. “De joven toqué mucho con banda. Mi papá trabajó con la orquesta del circo Ringling y yo, durante el servicio militar, estuve en la Banda del Estado Mayor y después trabajé con la Banda Municipal de La Habana. Este concierto es como regresar a mis raíces musicales porque yo me crie en una banda”.
En un concierto para banda suele faltar uno de los elementos esenciales del jazz: la improvisación pero D’Rivera está contento con la escritura de Friedberg, ya que ha dejado abiertas unas secciones para improvisar. “Me pasa pocas veces pero cuando no tengo espacio para improvisar lo extraño mucho. Siempre busco cómo hacer cosas que no estén escritas, porque lo necesito. Es una costumbre, será un mal hábito, ¿quién sabe? (ríe contagiosamente). Cuando tengo que tocar todo escrito como que me falta algo, como el café expreso al final de la comida”.
D’Rivera, que reside en los Estados Unidos, habla también del auge de la cultura latina en ese país. Recuerdo que hasta Ronald Reagan dijo que tenía una abuelita latina. Eso es mentira pero el hecho de que lo usara como herramienta de éxito tiene un significado. A Cabrera Infante no le gustaba el término, pero si utilizas latino ya se entiende lo que quieres decir, es una forma de comunicarse. Cabrera Infante decía que esto no era latino, pero nunca llegó a decirme cómo había que llamarlo”. El marcado interés por la cultura y los ritmos latinos puede llevar a cosas que aparentemente no son tan interesantes como el reguetón. “Ha de haber de todo en la viña del Señor. En todo hay siempre una parte positiva y una negativa, como en los matrimonios. La verdad es que yo no me he puesto nunca a escuchar eso del reguetón, es una forma de hablar para ponerlo más elegante. En todos los estilos debe haber algo positivo, seguro, pero en este caso yo no me he arriesgado, prefiero oír a Charlie Parker”.
Paquito D’Rivera ganó su reputación todavía en Cuba con el grupo Irakere, una referencia en la transformación de la música cubana del pasado siglo. “Irakere fue un antes y un después en la música latina, un fenómeno parecido al be bop. No sabíamos que estábamos haciendo algo que iba a revolucionarlo todo, éramos simplemente un grupo de músicos jóvenes que tratábamos de ser creativos”.
“Este concierto es como regresar a mis raíces musicales porque yo me crié en una banda”.
Desde su marcha de Cuba en 1980 Paquito D’Rivera no ha regresado a su isla. “Me gustaría regresar, pero no quiero pedirle permiso a nadie para entrar en mi país. Y el mayor problema no es que te dejen entrar, que incluso con visa pueden no dejarte, sino que después no te dejen salir”. Los aparentes cambios que ha sufrido la vida política de la isla en los últimos años no han alterado la drástica opinión de D’Rivera. “Cuba, con todos sus defectos, fue un país encantador y ya no lo es. Es terrible cómo han encarcelado gente por cantar o por hablar y lo peor es que nada nuevo ha estado pasando en ese país desde hace 64 años. Mi hijo, del que me separaron durante diez años, decía algo muy gracioso: que el socialismo era un intermedio entre capitalismo y capitalismo, Ahora en Cuba están yendo a la misma mierda que destruyeron y, según me cuentan, lo peor es el capitalismo bestial actual, la gente solo piensa de dónde sacará el dinero aunque no tenga ni para comer. Eso ya pasó en Checoslovaquia, pero la gente no aprende. En Cuba están apagando fuego con gasolina. A pesar de ello siguen saliendo grandes músicos, es inevitable porque es la isla de la música. Salen muchos músicos y con muy buena técnica, pero no ha salido ningún fenómeno como Irakere. Han salido muchos cantantes también, pero ninguno como Benny Moré”.
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