Paquito d'Rivera que estás en los cielos
Paquito d'Rivera toca en Madrid, y con eso está dicho todo. No hay club, ni teatro, ni pabellón deportivo capaz de albergar a los seguidores del saxofonista cubano en esta ciudad que es, de algún modo, la suya. No por nada, Paquito eligió Madrid para decir adiós a la isla que le vio nacer y a la que, asegura, no volverá en tanto no cambien las cosas. Mucho tendrán que hacerlo para que vuelva.
La cosa, que Paquito estaba de vuelta en los madriles, y el personal pasando de la crisis, el Coliseum a tope y los bares de la zona haciendo su agosto en febrero, fumadores abstenerse. Razón: el así llamado Continental Latin Jazz Festival (Clazz) en su primera edición que así echó el cierre. Como maestro de ceremonias de la gala ofició Pepe Rivero, pianista de Manzanillo, en Cuba, "donde se baila el son en calzoncillos y en camisón". Un músico extraordinario: que haya quien, todavía, se empeñe en no escucharle interpretando sus boleros de Chopin entra en la categoría de los Grandes Misterios de la Humanidad.
Pepe Rivero & Friends; Paquito d'Rivera y Big Band con Lucrecia
Teatro Arteria Coliseum. Martes 22 de febrero. Lleno.
El Chopin abetunado de Rivero remite a los tiempos en que en los salones de La Habana se bailaba el minué y la contradanza con deje acriollado. El cubano interpretó una muestra de los mismos acompañado por una big band rebosante en rostros conocidos para el aficionado madrileño; los de Román Filiú, Manuel Machado y Norman Hogue, todavía a medio reponer de su detención en tierras extrañas, acompañando al cantante Andy Chango.
Y en esto salió Paquito, y llegó el desmelene, el despiporre y lo que se quiera. Denle al cubano un clarinete (o un saxo) y un micrófono, y ya está armada. Con sus cosas. Paquito no solo dedicó un tema a Bebo Valdés, nobleza obliga (y a Lecuona, Bach y Piazzolla), sino que hizo lo propio con el semiolvidado genio del jazz Lennie Tristano. Un detalle que el aficionado al jazz no puede por menos que agradecerle. Como también es de agradecer que alguien se acordara de Lucrecia para dar un respiro al maestro, que hasta Paquito d'Rivera necesita tomar aire de cuando en cuando. Su versión, la de Lucrecia, de El manisero fue todo lo literal y sabrosa que podía esperarse. Y así se nos fue la noche. La noche en que Paquito d'Rivera ascendió a los cielos. Los de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.