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Padres de una escuela del Opus ante el fin de la subvención: “Aquí hay familias con muchos hijos y no podrán pagar si nos suben las cuotas”

Dos colegios en Cataluña de esta congregación religiosa pasan a ser privados tras perder la subvención de la Generalitat por separar a niños y niñas

Colegio Opus Dei Viaró en Sant Cugat del Vallès Barcelona
Llegada de alumnos al colegio Viaró de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) en el primer día de clase, el miércoles.I. V. (EL PAÍS)

Las escenas son las mismas de cada año: abrazos apretados, consejos de última hora, corrillos posteriores de los padres… Aparentemente, es un inicio de curso igual al de otros años en el colegio Viaró de Sant Cugat del Vallès (Barcelona). Pero no lo es. Los alumnos —todos varones y enfundados en pantalones grises y polo granate— cruzan las verjas de esta escuela vinculada al Opus Dei, que hasta ahora era concertada, pero que desde este curso ha pasado a ser privada. La Generalitat les ha quitado la financiación pública —junto a la escuela de Camp Joliu— por mantener una educación diferenciada y no escolarizar a niños y niñas en una misma aula. El miércoles, las familias expresaban su indignación por la decisión de Educación, aunque se mostraban tranquilas. “Hace tiempo que la escuela se lo esperaba y se estaba preparando para este momento. También está trabajando para que ello no repercuta en las familias. De momento no nos han subido las cuotas”, explica Cristina, una de las madres del centro.

Y es que la batalla administrativa y judicial entre las escuelas del Opus y la Generalitat —cuando ERC ha estado al mando— se arrastra ya desde hace unos años. Pero no fue hasta el pasado, momento en que debían renovarse los conciertos para la etapa de la ESO (los de primaria se harán en 2026), cuando Educación echó mano de la nueva ley estatal educativa, la Lomloe, que le permitía retirar la financiación a las escuelas que no realizaran una escolarización mixta. En ese momento, de la decena de centros del Opus que mantenían la separación por sexo, la mayoría aceptaron la exigencia de la Generalitat, excepto dos, Viaró y Camp Joliu, que perdieron el concierto y han pasado a ser privadas. El cambio se aplica desde este curso, tras resolverse diferentes recursos judiciales, que dieron finalmente la razón a Educación.

El miércoles, tras dejar a los pequeños, las familias mostraban su indignación por la decisión de la Generalitat. “Se discrimina a las escuelas diferenciadas por una cuestión religiosa, pero somos ciudadanos que pagamos impuestos y podemos decidir qué tipo de educación elegimos, igual que pasa en otros países”, se queja Bego. Un lamento que comparte otro padre, David: “Es una caza de brujas. Nos tratan como ciudadanos de segunda porque es un modelo que no les gusta, pero es un sistema que ha existido siempre y no lo pueden cambiar así de repente”. Ambos explican que, de momento, la escuela se ha comprometido a no subir cuotas. “Aquí hay familias con muchos hijos y no podrán pagar si nos suben las cuotas, y entonces tendrán que dejar la escuela”, añaden.

En otro punto del gran aparcamiento, el diputado y secretario general del partido ultra Vox, Ignacio Garriga, despide a su hijo desde el coche oficial. Más allá, otro grupo de familias expresa unas quejas parecidas. José Luis y María se estrenan este curso en este centro. “Es injusto que se metan con un colegio sin preguntar a las familias o mirar los resultados académicos. Que se preocupen de la pública, que tiene muchos problemas”, espetan los padres. Este diario no ha logrado recabar la opinión del centro.

La retirada del concierto a estos dos centros supondrá un ahorro de 2,7 millones, según Educación, para las arcas de la Generalitat. “Es un objetivo [dejar de financiar este tipo de escuelas] que perseguíamos desde hace tiempo y este dinero lo podremos destinar a otros retos del sistema educativo”, celebró el president, Pere Aragonès, el miércoles en el acto oficial de inicio de curso.

Mientras tanto, Educación ha avisado al resto de las escuelas del Opus que enviará a la inspección para revisar que cumplen el compromiso de mezclar niños y niños. Y es que, en la práctica, algunos centros mantienen la separación de los alumnos porque las familias no quieren enviar a su hija a una clase llena de niños, o viceversa.

Con todo, familias y centros saben que solo han perdido una batalla y no descartan que puedan recuperar la financiación si se produce un cambio de Gobierno y de normativa.

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