ERC y Junts se emplazan a aparcar sus diferencias ante la “oportunidad histórica” de decantar la investidura

Los partidos independentistas catalanes pulen su estrategia ante el inminente frenesí negociador que se avecina en el Congreso de los Diputados. En Junts per Catalunya y ERC el propósito es acertar a exprimir el capital electoral que les dejó el 23 de julio y, por lo pronto, tratan de escenificar una unidad de acción que ponga en aprietos a los intermediarios del PSOE y Sumar. La secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta, ha emplazado a JxCat a “aparcar los reproches” entre independentistas y buscar “puntos de acuerdo”. Vilalta se refiere a la posibilidad de condicionar una eventual investidura de Pedro Sánchez, pero también abre la puerta a retomar la colaboración en el marco del Parlament de Cataluña. Por su parte, Laura Borràs, presidenta de Junts, ha manifestado que la formación “da valor a la palabra negociación” y que renuncia “a la óptica de partido”.

Dos voces juntas cobran más potencia, pese al riesgo de desafinar. Esquerra pretende configurar un frente común con Junts para abordar la negociación por la investidura de Pedro Sánchez. “Con reproches internos, con críticas contra los compañeros de viaje con quienes compartimos objetivo, no lo lograremos”, ha subrayado Marta Vilalta. “Si intentamos construir confianzas e intentamos ponernos de acuerdo, seremos mucho más fuertes y podremos conseguir con más fortaleza los objetivos que compartimos”. La portavoz de ERC lanza un mensaje conciliador a JxCat, para bajar el tono de la tensión que hay entre las dos principales formaciones independentistas, especialmente desde la crisis que llevó a Junts a abandonar el Govern de Pere Aragonès en octubre.

“Mucha gente se pregunta qué haremos nosotros. Pero creo que la pregunta debe ser otra. La pregunta es qué hará Pedro Sánchez”, ha sostenido Laura Borràs en un escrito publicado en sus redes sociales. Borràs asegura que desde Junts no tienen ningún interés en negociar la investidura de un presidente español, sino que tienen “todo el interés en negociar la resolución del conflicto que España mantiene con Cataluña”. Y eso, ha dicho, implica aparcar las urgencias partidistas. La expresidenta del Parlament considera que la oportunidad actual obliga a “no pensar en una investidura o en unas elecciones”, y alude a la necesidad de plantear el debate para “una solución definitiva”.

Después de que los resultados de las elecciones generales del 23 de julio concedieran la llave de la investidura a los 14 diputados independentistas catalanes en el Congreso —siete de ERC y siete de JxCat—, ambos partidos han iniciado contactos discretos para explorar la posibilidad de conformar un frente común negociador. Para hacer realidad este frente común, según Vilalta, es preciso que ambas formaciones dejen a un lado sus rencillas y trabajen conjuntamente por el objetivo común de la independencia.

Un adversario común

El contexto actual, a su entender, “obliga” a ERC y JxCat a “sumar esfuerzos” y a utilizar la fuerza que les han dado las urnas “para defender Cataluña”: “Tenemos un adversario común, que es el Estado que nos reprime”, ha enfatizado.

Sin embargo, los zarpazos que se han lanzado ambos rivales políticos han dejado marcas profundas. En ERC no gustó un reciente tuit de Borràs, en el que arremetía contra el presidente catalán, Pere Aragonès, a quien acusaba de estar “desconectado de la realidad del independentismo”, al seguir defendiendo su propuesta de “acuerdo de claridad” para fijar las reglas de un referéndum, y advertía: “De los votos de JxCat ya hablaremos los de Junts”.

“Lamentamos que las principales opiniones de JxCat siempre vayan a atacar a ERC”, reprocha Vilalta. Este tipo de puyas entre independentistas, agrega la portavoz de ERC, “deben de alegrar mucho al PSOE y al Estado español”.

Para Vilalta, las “críticas destructivas no sirven para nada”. “Lo que sirve”, ha aclarado, “es ponernos de acuerdo, reconstruir nuestras confianzas, tanto en el marco de la negociación para una investidura española como en el marco de la legislatura catalana, en el marco del Parlament”, donde ahora JxCat ejerce el papel de oposición tras su salida del Govern, una decisión que, a su juicio, “no se entendió”.

“Es absolutamente necesario, en el marco de las instituciones catalanas, encontrar los puntos de acuerdo, que los hay y muchos”, ha insistido la dirigente republicana, que no obstante ha evitado pronunciarse sobre si Junts acabará votando la investidura de Sánchez: “Por JxCat hablan JxCat y sus dirigentes”.

Vilalta ha celebrado, eso sí, que “ahora haya voces de JxCat que se avengan a entrar en una negociación de cara a una futura investidura” y, en concreto, ha destacado que el secretario general de Junts, Jordi Turull, haya hablado de “oportunidad histórica”. “Pues aprovechémoslo para ir a la una, para poner estos 14 votos independentistas, que son necesarios para la gobernabilidad del Estado español, al servicio de la defensa de Cataluña”, ha añadido.

ERC ya ha anunciado que pondrá encima de la mesa de negociación la amnistía y la autodeterminación, además de otras cuestiones que afectan al “día a día” de la ciudadanía. Pero estas negociaciones, en su opinión, “solo” podrán culminar con éxito si ERC y JxCat van “a la una”, y por este motivo ambos partidos intensificarán en las próximas semanas sus contactos para buscar “con la máxima discreción” un denominador común.

Reto a Sánchez

La presidenta de Junts, Laura Borràs, ha instado al presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la investidura, Pedro Sánchez, a “decir si está dispuesto a hablar de autodeterminación y amnistía”. “Sería ideal que Pedro Sánchez decidiera también avanzar y que lo hiciera por convicciones democráticas, aunque probablemente solo le preocupan las urgencias aritméticas. Pero el caso es que se tiene que mover”, ha añadido la presidenta de Junts.

También ha lamentado que “la respuesta autoritaria del Estado” en el 1-O ha llevado, según ella, a la situación actual. Y se ha quejado de que Cataluña continúa siendo una comunidad autónoma de un Estado ―textualmente― hostil con su lengua, su cultura, e injusto con la gestión de los recursos que genera.

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