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ELECCIONES MUNICIPALES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El 15-M ha dado la vuelta

La caída de la izquierda radical no puede reducirse a las fatalidades del ‘statu quo’ televisivo ni hay que poner a las masas en el diván: se ha producido una enmienda al pragmatismo completamente racional

Ada Colau Barcelona
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante la inauguración de la Reunión Anual del Cercle d'Economia. EFE/Andreu DalmauAndreu Dalmau (EFE)

Barcelona era el campo de batalla en el que se disputaba el legado del 15-M. Aunque la magnitud de la tragedia ha sido diferente, el derrumbe de Podemos y la derrota de Ada Colau cierran un mismo ciclo de una misma manera. El arco comienza con Colau-activista participando en las grandes manifestaciones de los dos mil contra la globalización, y termina con Colau-alcaldesa acogiendo las Jornadas Internacionales Superilla Barcelona, una fiesta de autocelebración de la progresía globalista celebrada el pasado marzo de la que el Pasqual Maragall en la cresta de la ola no habría tocado ni una coma. Y resulta que haces un viaje al centro, el centro te da las gracias por haber quitado los coches y haber puesto más plantas, pero, ahora que las propiedades han subido de valor, no es nada personal, continuaremos votando a los nuestros; muchas gracias por los servicios prestados.

La frustración de la izquierda de la izquierda parece racional. Empezaron con posiciones maximalistas genuinas, hicieron caso a todo el mundo que les decía que las rebajaran para intentar cambiar las cosas desde dentro, y nos han recordado que, sin su empuje, los viejos partidos no se habrían movido. ¿Por qué no reciben la recompensa de las urnas? Son los medios y la falsa conciencia de clase, dicen, y hay algo de esto y tiene todo el sentido del mundo que Pablo Iglesias quiera hacerse su canal de televisión. Pero con un panorama mucho más desolador, hace unos años hicieron agujero. La caída de la izquierda radical no puede reducirse a las fatalidades del statu quo televisivo ni hay que poner a las masas en el diván. Se ha producido una enmienda al pragmatismo completamente racional.

Mientras tanto, las declaraciones que Xavier Trias está emitiendo desde su victoria son un poema. La renuncia de mojarse a favor de una sola propuesta concreta en aras de no pisar los ojos de los futuros socios es estupefaciente. Sobre todo, porque, como todo el mundo sabe, la coalición de intereses tras Trias siempre ha sido una contradicción sin síntesis posible que hará estallar todas las minas tan pronto como empiece a caminar. La única manera de gobernar por un ex votante de Manuel Valls y por un ex votante de Laura Borràs a la vez es presuponer que ambos han abandonado cualquier contenido para que gane una idea de política puramente contracíclica.

Gestionar los ciclos de crecimiento y crisis lo mejor posible es el territorio del centro liberal, justo lo contrario de la izquierda alternativa, que existe para acabar con la idea misma de ciclos de mercado. El 15-M identificó las disrupciones causadas por el capitalismo global como el principal problema político, y asaltó los cielos prometiendo combatirlas. Ahora ésta es la bandera de la derecha alternativa, que cuenta un pecado original muy parecido, pero propone soluciones muy distintas, especialmente siniestras en su versión más postfranquista. Ahora que el espacio de los comunes, Podemos, Sumar, etcétera, caerán todavía más abajo, asistiremos a un vuelco total de la lógica de la causa y el efecto, y se nos dirá que la izquierda se ha hundido por un exceso de credibilidad revolucionaria. Si algo debería quedar en los libros de historia, es justo lo contrario.

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