Clara Ponsatí, el retorno de la voz más áspera del independentismo
La eurodiputada de Junts, que ha defendido la separación de España hasta el punto de asumir la posibilidad de que provocase muertes, se desmarca de Meritxell Serret o Anna Gabriel al regresar a Cataluña sin intención de presentarse ante el tribunal
Clara Ponsatí ha querido demostrar este martes que sigue encarnando la posición más inamovible del enfrentamiento con el Estado de entre la decena de políticos independentistas catalanes que huyeron de la justicia hace cinco años y se han autoproclamado desde entonces los “exiliados” del procés. En su sorpresivo regreso a Cataluña, la exconsejera de la Generalitat y actual eurodiputada de Junts ha marcado perfil propio, siempre desafiante ante la “patética persecución” de un Estado al que no otorga crédito alguno y con el que no desea “pactar”. Todo ello, con la ventaja de saber que, por el delito que se le imputa —desobediencia— no sería encarcelada nada más poner un pie en España.
Si sus antiguas compañeras de fuga Meritxell Serret (ERC) o Anna Gabriel (CUP) se presentaron directamente a declarar en el Tribunal Supremo tras conocer que solo iban a ser procesadas por desobediencia, Ponsatí ha optado por eludir el trámite y ha comparecido en rueda de prensa ante los periodistas. Después de su discurso, y mientras paseaba por la calle con todas las cámaras detrás, ha tratado de mantener el desafío cuando los Mossos le han salido al paso para que los acompañara a comisaría. “Estáis tratando de detener a una diputada europea”, ha advertido a los agentes, que le han recordado que tenían que dar cumplimiento a la orden de arresto. Finalmente, se la han llevado dentro de un vehículo policial.
Serret, huida a Bélgica en octubre de 2017, y Gabriel, huida a Suiza en febrero de 2018, optaron por emprender un diálogo discreto para asegurarse de que podían regresar a España sin temor a ser detenidas o ingresar en prisión provisional. Solo cuando tuvieron eso claro, volvieron. El caso de Ponsatí, que se fugó a Escocia también en octubre de 2017, aunque llevaba años instalada en Bruselas como eurodiputada, tiene muchas similitudes. En enero, tras la derogación del delito de sedición por la reforma penal pactada por el Gobierno y ERC, el magistrado instructor del procés, Pablo Llarena, acordó el procesamiento de Ponsatí por desobediencia y mantuvo en vigor la orden de detención solo a efectos de asegurar su puesta a disposición del magistrado. La eurodiputada ha optado por regresar sin más y avisando no tener intención alguna de comparecer ante el juez.
Ponsatí se ha presentado en Barcelona tras entrar en España en coche. Lo ha hecho en un día señalado: la víspera del juicio que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) va a celebrar precisamente contra Meritxell Serret por el mismo delito, desobediencia. Ese delito implica únicamente penas de inhabilitación y no de prisión. Ponsatí sabe, y así lo ha expresado en la rueda de prensa en Barcelona, que en ningún caso se expone a un ingreso en prisión. La eurodiputada no ha querido vincular su retorno con la vista contra Serret. Preguntada por el día escogido para el retorno, se ha limitado a decir: “Es que me venía bien”.
El Estado y los muertos
En ese frágil equilibrio entre el desafío institucional y la seguridad jurídica, Ponsatí ha cargado contra los jueces españoles como lo ha hecho en tantas ocasiones desde Escocia y desde Bélgica. Hace apenas un año, en marzo de 2022, la exconsejera aseguró que ve al Estado “dispuesto a matar” si el independentismo protagoniza un nuevo choque. Y opinó que deben correrse riesgos para completar un proceso de separación de España. “El Estado, si es necesario, utiliza la violencia tanto como lo necesite. ¿Esto significa que estarían dispuestos a matar? Estoy convencida”, destacó en una rueda de prensa para presentar su libro Molts i ningú. Embastat de memòries i altres històries’(Editorial La Campana).
En su libro, Ponsatí recuerda que en una reunión celebrada el 26 de octubre de 2017 —un día antes de la declaración unilateral de independencia— le dijo al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont que, mientras utilizara el argumento de que se debía pisar el freno para evitar muertos, no podrían ser nunca independientes. La exconsejera coincide en que si se hubiera seguido adelante podría haber corrido sangre, pero sostiene que, si el Estado estaba dispuesto a hacerlo, los independentistas tenían que estar dispuestos a pagar el precio: “Con el planteamiento de no hacer nada si hay riesgo de muertos, no haríamos nunca nada. No es necesario que todo el mundo esté dispuesto a arriesgarse, simplemente es un riesgo que debe correrse”, afirmaba en ese libro.
Las polémicas por el tono de sus declaraciones la han acompañado desde el inicio de su huida. En marzo de 2020, la eurodiputada lanzó en redes sociales un mensaje que aludía a los efectos del coronavirus en Madrid. La capital estaba por entonces cercada por la pandemia, que acababa de estallar. Ponsatí escribió: “De Madrid al cielo”. Luego borró el comentario. Según el recuento oficial del Ministerio de Sanidad, en la capital habían muerto entonces 213 personas con covid-19. El tuit fue replicado por el expresidente y también huido de la justicia Carles Puigdemont.
En octubre de 2020, Ponsatí denunció en el pleno de la Eurocámara la inhabilitación de Quim Torra como president de la Generalitat y pidió a la Unión Europea actuar “antes de que sea demasiado tarde”. Torra recibió una condena de un año y medio de inhabilitación por un delito de desobediencia por incumplir la orden de la Junta Electoral Central de retirar, durante la campaña electoral, una pancarta de apoyo a los presos del procés del balcón del Palau de la Generalitat. Meses más tarde, en mayo de 2021, Ponsatí se unió a las críticas que Torra lanzó contra la decisión de Junts de pactar con ERC para investir a Pere Aragonès.
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