Alcohol, cocaína y anfetaminas: Alerta de los hospitales ante el aumento de las urgencias por abuso de drogas
Las atenciones en el Clínic crecen casi un 20% entre 2019 y 2022; y en el Mar, un 29%
La escena se repite la madrugada del viernes, sábado y domingo. Jóvenes que se han pasado de la raya acaban una noche de fiesta en la unidad de toxicología del servicio de urgencias de cualquier hospital de Cataluña. Los motivos son comunes: excesos en la ingesta de alcohol y drogas. El hospital Clínic y el del Mar, dos de los centros de referencia en la comunidad, lanzan una primera alerta. “2022 fue un año bastante desastroso”, concluye Emilio Salgado, responsable de la Unidad de Toxicología del Clínic. Las atenciones en las urgencias del hospital del Eixample por abuso de drogas y alcohol aumentaron cerca del 20% entre 2019 y 2022, mientras que el incremento fue del 29% en el hospital del Mar, este sin incluir el alcohol.
El Clínic trató en 2019 1.250 casos que se elevaron a 1.529 el año pasado. Es la cifra más alta de los últimos años de una tendencia, asegura Salgado, que ya iba en aumento. La falta de actividad del ocio nocturno en 2020 disminuyó las atenciones (1.053 en urgencias), pero el responsable considera que en 2021 (1.288) ya se alcanzaron cifras representativas prepandemia. “Ahora, en estos dos primeros meses de 2023, los datos son similares a los 2022, lo que confirma el aumento, aunque aún es pronto para hacer conclusiones”. En el Mar, las atenciones por abuso de drogas ilegales en urgencias pasaron de 262 en 2019 a los 337 de 2022.
El alcohol domina de largo los cuadros de consumo abusivo en urgencias. Estaba implicado en el 63% de los casos atendidos en las urgencias del Clínic, muy por encima de la cocaína y los derivados anfetamínicos (metanfetamina, speed…). Más lejos quedan otras sustancias, como el GHB (gamma-hidroxibutirato), que apareció en el 8% de los pacientes del Clínic más por su ubicación, entiende Salgado, que por un consumo generalizado. “Esta droga está vinculada al chemsex y existe un consumo importante en el Eixample. En Lleida o Girona, seguramente casi no lo ven”.
El consumo liga con los nuevos valores sociales juveniles: consumismo, plutocracia y presentismo
¿Hay diferencias en el tipo de consumo en Cataluña y otros territorios de España? “No especialmente”, responde Claudio Vidal, director de Energy Control, un programa de intervención en el ámbito de los consumos de drogas de la Asociación Bienestar y Desarrollo. Vidal señala que el tipo de consumo varía más entre los contextos rurales y los urbanos, especialmente por el tipo de oferta. Las bases de datos públicas, recogidas por dos grandes encuestas (Estudes y Edades) del Ministerio de Sanidad, segregan por edades y frecuencia de consumo, pero no diferencian los territorios.
Existen algunos estudios, sin embargo, que sitúan Barcelona a la cabeza del consumo de determinadas sustancias. La revista Addiction publicó en 2019 que las aguas fecales de la capital catalana habían aumentado considerablemente sus rastros de cocaína entre 2014 y 2017. “El consumo de cocaína en Barcelona es un problema de salud pública muy serio”, avisa Salgado. La Agencia Europea de las Drogas y las Toxicomanías concluyó en 2022 que Barcelona lideraba el consumo de cannabis en Europa tras analizar las aguas residuales de 75 ciudades continentales. El subdirector General de Adicciones del Departamento de Salud, Joan Colom, sin embargo, pide “echar el freno” ante esta última idea porque dice, “el cannabis no es representativo” en el rastreo en las aguas residuales, pero señala que es la sustancia ilegal “más consumida” en Cataluña entre las personas de 15 y 64 años. Los expertos señalan que ahora se vende con una mayor concentración de tetrahidrocannabinol (THC), por lo que el impacto en la salud es mayor.
¿Qué lleva a las personas a consumir? Existen diversos motivos, aunque los expertos lo relacionan con la diversión, la liberación emocional y el encaje de estas sustancias con la transformación de los valores de la sociedad. “Las drogas pueden suplir algunas limitaciones personales”, considera Irina Olasz, psicóloga clínica del Centro de atención y seguimiento (CAS) Parc Taulí de Sabadell, especialista en drogodependencia. “A veces se utilizan para paliar la timidez y están vinculados a desinhibirse; y en este sentido el más llamativo es el alcohol”.
Las primeras visitas para tratarse en el hospital de Sant Pau crecieron un 11%; las segundas, un 91%
El marco posterior a la pandemia, con una mayor afectación de la salud mental de los jóvenes, tampoco ayuda. “Siempre es peligroso hacer relaciones causales, pero la pandemia fue un impacto fuerte”, apunta David Pere Martínez, doctor en psicología social, que señala una nueva mirada social: “Hay un proceso de individualización galopante, y una transformación lenta de los valores hegemónicos: ahora prevalen el consumismo, el presentismo y la plutocracia [poder del dinero]”. Y la droga, especialmente algunas sustancias nuevas, considera Martínez, encajan con estos valores. “El tusibí (conocida inicialmente como cocaína rosa) ha triunfado por una lógica consumista: te dicen que vivas nuevas emociones, que tengas experiencias; y el tusibí se presenta como algo diferente”. Con los poppers (inhalantes compuestos por nitritos de amilo, butilo o isobutilo que se usan como estimulantes o vasodilatadores) y los óxidos nitrosos (la droga de la risa), ocurre algo similar.
La duda es si la situación del Clínic y el Mar es o no generalizada en otros espacios y si habrá un impacto a largo plazo. “De momento no hemos visto un aumento en los inicios de los tratamientos por adicciones”, asegura Francina Fonseca, directora del proceso de adicciones de psiquiatría del hospital del Mar, que avisa de que el inicio prematuro de consumo de drogas “aumenta el riesgo de adicciones y de complicaciones”.
El problema, detectan en el hospital de Sant Pau de Barcelona, es que los pacientes que empiezan un tratamiento contra las adicciones llegan con un cuadro más grave. Las primeras visitas de los pacientes que piden ayuda para iniciar un tratamiento contra las adicciones aumentaron en 2022 un 11% respecto a 2019, mientras que las segundas visitas crecieron un 91% en el mismo periodo. Este desequilibrio, analiza Santiago Duran-Sindreu, jefe de la unidad de conductas adictivas de Sant Pau, indica que los pacientes llegan “más graves y necesitan continuidad con los especialistas”.
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