Jéssica Albiach: “Entrar en el Govern, pero ¿para hacer qué?”
La líder de En Comú Podem reivindica la “mayoría progresista” del Parlament pero recela de un Ejecutivo de coalición con ERC
Tras la ruptura del bloque independentista del Gobierno catalán, Jéssica Albiach (Valencia, 43 años), presidenta del grupo de En Comú Podem en el Parlament, cree que ha llegado el momento de tejer una mayoría progresista. Todo está en manos, según la líder de los comunes, del presidente Pere Aragonès. Han quedado para hablar en las próximas horas.
Pregunta. Denuncia desde hace meses que el Govern estaba en tiempo de descuento. ¿La ruptura con Junts no ha sido entonces una sorpresa?
Respuesta. Desgraciadamente, no. Llevamos dos años perdidos en Cataluña, con un Gobierno roto en uno de los peores momentos para la ciudadanía. Los hechos nos han llevado a un escenario de enorme inestabilidad. Congelamos la negociación de presupuestos la semana pasada porque no teníamos la seguridad de que el consejero de Economía fuese a conservar el cargo. Ahora se abre una nueva etapa y es responsabilidad del president Aragonès buscar una mayoría progresista, que no se decreta sino que se construye.
P. ¿Ha hablado ya con Aragonès?
R. Hemos quedado con el president en que hablaremos. Quiero escuchar lo que nos tiene que decir, si recoge el guante para que se construya esa mayoría. Durante estos casi dos años de legislatura hemos visto a un president muy acostumbrado a gobernar desde el atril y poco a tejer consensos. Ahora mismo tenemos un Gobierno que solo cuenta con 33 diputados, es extremadamente frágil. No puede actuar como si tuviera mayoría absoluta. Me han preocupado las declaraciones de Oriol Junqueras imponiendo vetos. Aragonès tiene que decidir si se quiere quedar con una minoría de partido o con una mayoría de país. Durante su investidura hablaba de contar con un 80% del arco parlamentario, luego se quedó con el 52% y ahora solo cuenta con el 21% de los apoyos.
P. Aragonès recuperó el viernes la idea del “consenso del 80%” y parecía abrir la puerta del Govern a comunes y al sector más catalanista del PSC.
R. Si quiere contar con las propuestas de En Comú Podem, con quien tiene que hablar es con nosotros. No podemos empezar a hablar de presupuestos sin tener un Gobierno delante, con una mayoría estable que pueda aplicar los cambios. Tenemos que saber qué quiere.
P. Ahora mismo Cataluña ¿está más cerca de un Gobierno tripartito o de elecciones?
R. Las elecciones dependen de la capacidad de Aragonès de articular esa mayoría progresista y estable. Él tiene el botón. Ahora lo que veo es un Gobierno débil.
P. Las declaraciones de Junqueras del sábado, no reconociendo al PSC como socio, complican ese pacto a tres.
R. Insisto: un Gobierno de 33 diputados no puede actuar como si tuviera mayoría absoluta. Y me pregunto: ¿por qué lo que sirve en Barcelona y lo que sirve en el Gobierno central no sirve para Cataluña? Nosotros siempre hemos considerado a Junts como uno de nuestros principales adversarios, pero jamás hemos jugado con la negociación de presupuestos. Quien necesita las cuentas no son los partidos, sino la gente.
P. Si finalmente se prorrogan las cuentas, ¿será un fracaso?
R. Si no quieren presupuestos, ¿para qué quieren estar en el Gobierno? Las cuentas son la principal herramienta para gobernar.
P. ¿El punto de partida para negociar son los presupuestos que ha dejado el consejero de Junts Jaume Giró?
R. De los presupuestos de Giró se ha hablado mucho, pero se ha concretado poco. Jamás vimos un solo número y me consta que ni siquiera había acuerdo entre Junts y ERC. Jamás nos hicieron llegar un solo número.
P. El pacto de gobierno entre ERC y Junts planteaba que Aragonès era presidente de la Generalitat y Laura Borràs asumía la presidencia del Parlament. ¿En qué situación queda ahora el Parlament?
R. Si Laura Borràs llegó a presidenta del Parlament no fue un cargo caído del cielo. ERC la votó sabiendo que tenía una causa abierta por posible corrupción. Esquerra se lavó las manos pensando más en los intereses de partido que en los de país.
P. Ante unas elecciones que acabarán llegando, ¿el escenario actual a quién beneficia más?
R. La ciudadanía ha visto durante casi dos años un Gobierno roto, donde todas las energías de sus dirigentes servían para dirimir conflictos internos. Solo ha sido capaz de aprobar una ley, la de presupuestos, que nos tuvo a nosotros empujando. No tenemos ningún miedo a elecciones, pero tienen que ser el último escenario.
P. ¿No entrarán en el Gobierno catalán?
R. Entrar, pero ¿para hacer qué? Si hubiéramos querido estar en el Govern lo hubiéramos hecho desde la investidura de Aragonès, porque él insistió en que entrásemos. Nunca lo vimos claro, porque era una fórmula que nacía fracasada. La clave es saber si ahora el president será capaz de articular una mayoría progresista, que ya existía el 14 de febrero del 2021.
P. Pero la foto ha cambiado. En la investidura estaba Junts y ahora ya no. ¿Desaparece parte de la incomodidad que pudiera sentir En Comú Podem para estar en el Govern?
R. No es una cuestión de incomodidad, la cuestión es gobernar para hacer qué. Porque hay una crisis de inflación y una crisis energética, y vemos cómo hay quien la aprovecha para procurarse unos beneficios. En esto el Gobierno tiene que ser nítido para dar una respuesta. Y yo no sé qué piensa el presidente Aragonès.
P. Jordi Sánchez ha sentenciado que el procés se ha terminado. ¿Usted qué cree?
R. Si el fin del procés lo marca la ruptura de la unidad independentista, se ha terminado. Se terminó hace tiempo. Y lo mismo pasa con la política de bloques. Porque ahora se ve mucha gesticulación, pero en la Diputación de Barcelona están gobernando Junts y el PSC y hace unos meses vimos cómo ERC, Junts y el PSC se repartían cargos de organismos como TV3, Catalunya Ràdio y la Sindicatura de Cuentas.
P. ¿Es fácil entenderse con Salvador Illa?
R. Yo tengo buena relación con los presidentes de los distintos grupos parlamentarios. Cada uno tiene su posición, y nosotros hemos tenido posiciones radicalmente distintas al PSC en temas que son cruciales. Estoy hablando de macroproyectos que han acabado cayendo por su propio peso, como la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat o la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030.
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