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La alternativa al turismo ruso

Los empresarios de la Costa Brava y la Costa Daurada salvan los efectos de la guerra en Ucrania poniendo el foco en otros países y en clientes más próximos

Turistas paseando por  Lloret de Mar, el pasado mes de abril. / ADRI SALIDO (Agency via Getty Images)
Turistas paseando por Lloret de Mar, el pasado mes de abril. / ADRI SALIDO (Agency via Getty Images)

El turismo ruso no ha asomado este verano por la costa catalana, pero tampoco se le esperaba. Hace tres años que no comparece a la cita veraniega. Primero fue por culpa de las restricciones de la covid-19, luego por la falta de homologación de su vacuna Spuntnik y el remate, este año, ha sido la guerra con Ucrania. El bloqueo es total y los codiciados turistas rusos no viajan a sus destinos preferidos en Cataluña: la Costa Daurada y Lloret de Mar. Previendo el cero ruso, el reto de estas marcas turísticas ha sido potenciar su promoción en otros mercados internacionales, y la estrategia ha tenido éxito. Las acciones de captación de clientes llevadas a cabo durante la primavera han conseguido paliar la ausencia de rusos. Se ha compensado con un aumento del turismo internacional en general y del visitante de proximidad, que es el mayoritario. Están recuperando las cifras de 2019, en lo que hasta ahora consideran “una buena temporada”.

La Costa Daurada y Lloret están recibiendo la llegada del turismo europeo que iba a destinos situados más al Este, como los alemanes de la parte más occidental, que están apostando por destinos del sur. También reciben un turismo de proximidad que, por diferentes circunstancias, de salud y de seguridad, todavía no tiene claro salir del país. “Hay más público español y catalán del que había, una de las cosas buenas que nos ha traído la pandemia es que los gerundenses nos hemos conocido”, asegura el presidente del Gremio de Hoteleros de Lloret, Enric Dotras.

El turismo francés es el principal veraneante en la costa de Girona y de Tarragona

Para Dotras es “un buen verano”, pero “las cifras de ocupación están un poco por debajo de las de 2019″. Señala que hay incógnitas sobre los datos de facturación: “están por ver, porque se han subido precios”. Históricamente, los destinos que trabajan con tour operadores tienen ocupaciones más lineales. Durante el arranque de la temporada y hasta julio, en Lloret se alcanzó el 100% los fines de semana, mientras que el porcentaje era más bajo de lo normal entre semana, sobre el 50%, cuando en prepandemia se alcanzaban cifras de entre el 70 y el 90%. “Cuando la touroperación no está al cien por cien, lo notamos en turistas que acostumbran a venir en avión, caso de los rusos o ingleses. Además el cliente de proximidad hace estadas más cortas”, explica. En 2019 visitaron Lloret 67.030 turistas rusos, un 5′3% del total, mientras que en el primer semestre de este año sólo se contaron 878, un 0′24%. Desde Cambrils aseguran que han tenido una cifra parecida, “residual”.

Lloret es uno de los principales destinos turísticos de Cataluña. En 2019 acogió 1,2 millones de viajeros. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) de junio muestran cómo ha recuperado en gran parte las cifras turísticas de 2019. El volumen total de ocupación hotelera se sitúa sólo uno 15% por debajo de 2019, cuando recibió 165.078 viajeros. En pernoctaciones, aunque no se alcanzan las cifras de 2019, el 70% corresponden a extranjeros y el 30% a nacionales, un equilibrio similar a la época perepandémica. El alcalde, Jaume Dulsat, ve en estas cifras “la recuperación del turismo internacional después de dos años”. Por nacionalidades, el mercado francés va en cabeza, con un 20′8% del total, seguido del británico, alemán y belga. Los datos proporcionados por la plataforma Tourism Data System para la primera quincena de julio indican que la ocupación hotelera ha sido del 82,2%, la estancia media de 4,4 noches y el precio de comercialización 96,9 euros.

En general ha aumentado el público francés, inglés, alemán, belga y el holandés. También ha crecido veraneante de proximidad, mientras que han pinchado los visitantes rusos y ucranianos, además de otros del bloque del Este, como los croatas.

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La Costa Brava muestra una mayor diversificación por su proximidad con Europa, mientras que la Costa Daurada acusaba más dependencia del mercado ruso. “La pérdida del turista ruso es grave, y es una lástima para la Costa Daurada, sobre todo la zona centro, porque éramos líderes en toda España”, asegura Xavier Guardià, portavoz de la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de Tarragona (FEHT). De los 22 millones de pernoctaciones que tuvieron en 2019, 1,7 millones fueron de rusos. La ausencia ha hecho que hayan llamado a otras puertas, “no hay mercados nuevos, tenemos que captar turistas de otros lugares, hacer una nueva reestructuración”, detalla Guardià.

En esta línea apunta que el crecimiento de todos los mercados hace que entre todos vayan “tapando” la carencia de rusos. Detalla que por las características de este turista, el gran perjudicado es el sector hotelero, mucho más penalizados que los apartamentos, las casas rurales o los campings. “Es un cliente que acostumbra a alojarse en hoteles y a hacer largas estancias, es muy inquieto, se mueve mucho, tienen intereses culturales, de patrimonio, gastronomía, nada que ver con el talante inglés, que hace unas vacaciones más familiares, se aleja poco de su hotel, disfruta del sol y playa y acostumbra a ir siempre al mismo pub inglés que le queda cerca”.

Desde el Patronato de Turismo de Tarragona sostienen que la voluntad no ha sido tanto “suplir” a los rusos como “promover” la llegada de turismo internacional “con el reto de volver a valores parecidos a 2019″. Consideran que el reto “se ha logrado”. En la Costa Daurada comparten la primera posición el turista francés y el inglés. Ha contribuido a ello que 18 de las 23 de las rutas que operan desde el Aeropuerto de Reus son con el Reino Unido o Irlanda, dos con Bélgica y una con Países Bajos, Polonia y Mallorca. Según el Observatorio de Turismo, la Costa Daurada centro (Salou, Cambrils, la Pineda) ha llegado a un 90% de ocupación. Ahora están a la espera de a ver qué pasa en septiembre y octubre, ya que históricamente la temporada se alargaba gracias a los turistas rusos y británicos.

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