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El Cruïlla arranca este miércoles una nueva edición en el Fórum con la intención de reflejar la creatividad de Barcelona

El director del festival, Jordi Herreruela, afirma: “No queremos ser los más grandes, queremos ser los mejores”

Imagen del público durante la pasada edición del Cruïlla.
Imagen del público durante la pasada edición del Cruïlla.Albert Garcia (EL PAÍS)

“Queremos que el público baile, hemos estado dos años sin poderlo hacer en condiciones, limitados por medidas de seguridad: ya es hora de bailar”. Como si fuese la consigna central de un mitin festivo, así de convencido se muestra Jordi Herreruela, director del Cruïlla, festival que se inaugura este miércoles en Barcelona ofreciendo baile hasta el próximo sábado. Sí, en el Fórum otra vez: “Hemos estado dos años sin actividad, es normal que algunas personas se quejen, y quizás lo hacen por la cantidad de acontecimientos que allí se ubican, festivales al margen. De todas formas, los impactos de cualquier actividad cultural se pueden minimizar, y nosotros lo hacemos limitando nuestro crecimiento a 25.000 personas diarias en un espacio de 100.000 metros cuadrados, cantidad de público que baja a 15.000 personas miércoles y jueves”. Su festival, dice Herreruela, “no quiere ser el más grande, sino el mejor”.

¿Cómo lo quiere conseguir el Cruïlla? Pues con un cartel tan variado como una lista de reproducción, elemento fundacional del certamen, ejemplo de un eclecticismo radical. Pero no es sólo música, ya que el Cruïlla apuesta por otras actividades: hay arte urbano, danza con los Brodas Bros, una exposición de fotografía destinada a homenajear al desaparecido Xavi Mercader y humor, mucho humor: “El primer año con programación de comedia ocupamos una carpa para 500 personas, el año pasado el espacio albergaba a 3.000 personas, para este disponemos de espacio para 5.000. El humor ya es una parte importante del cartel, y el espacio está lleno incluso cuando hay cabezas musicales de cartel actuando”, asegura Herreruela. “Además”, continúa, “el festival quiere ser un reflejo de la creatividad de la ciudad, y esta es creciente y variada”.

Un festival de ciudad para sus ciudadanos, podría ser un eslogan del Cruïlla, que de paso, con un 90% de público local, evade el principal problema de la sostenibilidad de un festival: los viajes, particularmente los aéreos. En esta línea, el festival, con proveedores locales, que no usa vasos de plástico desde hace años, ha organizado un concurso para buscar soluciones a los problemas ambientales que genera. Y han aparecido ideas de todo tipo, desde cubiertos comestibles a bolsas de kétchup y aceite hechas con algas, acabando en un sueño de Herreruela: “Es posible que se pueda hacer vasos con los residuos de la fabricación de la cerveza, que una vez utilizados sean compostados en menos de 24 horas en el mismo festival y devueltos como abono para cultivar más cebada”, aventura. Un sueño de economía sostenible y circular. Varias empresas convocadas para encontrar soluciones que minimicen el impacto ambiental del festival harán públicos sus proyectos en el Cruïlla.

Pero aunque con residuos se puedan fabricar sueños, la música importa. Y este año hay veteranos de calado como Rubén Blades y Juan Luis Guerra. “Queremos bailar”, insiste Herreruela, “recuerdo que Blades canta en La canción del fin del mundo que hay que bailar siempre, y lo haremos con dos artistas que no han coincidido en Europa en un mismo acontecimiento”. Hay hip-hop el primer día (cierre a las 23:00h), el destinado a la chavalería, con Tote King, 31 Fam o Rels B entre otros; hay baile el segundo (cierre 00:30h), ampliando miras con Residente, Stay Homas, la música urbana de Miss Bolivia y los veteranos Molotov. La traca central llegará el viernes, horario completo, todos los escenarios en marcha, con Jack White (rock), Rigoberta Bandini (pop), Sleafor Mods (hip-hop proletario), Hot Chip (baile pop electrónico) y Duran Duran (nostalgia ochentera). El sábado, amén de Blades y Guerra, artistas populares como Tanxugueiras, Rozalén, Queralt Lahoz o Joan Dausà. Lo popular siempre tiene espacio en el Cruïlla: lo que gusta les gusta.

Con estos mimbres, el festival tiene fundadas esperanzas de superar las 73.000 visitas del año 2019, situando esta cifra entre 75.000 y 80.000.La cita, que acaba contrato en el Fórum este año, aspira a revalidarlo por 3 o 4 años más, como hasta el presente ha ocurrido. ¿Y todo el ruido que se ha organizado este año con los festivales? “En años preelectorales se politiza todo, y de la misma manera que no se puede acabar con todo el tráfico por las molestias que genera, no podemos prohibir las manifestaciones culturales concurridas”, concluye el director del Cruïlla. El miércoles empieza una nueva edición del festival que ni con la pandemia se detuvo.

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