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El festival que estuvo a punto de no ser

El Barcelona Beach Festival se celebra con total normalidad convocando a más de 30.000 personas en Sant Adrià

Barcelona Beach Festival 2022
Varios asistentes bailan al ritmo de la música del Dj Hagi al inicio del Barcelona Beach Festival en la playa del Fórum de Barcelona.Kike Rincon (Kike Rincon)

Del primer verano festivalero con pandemia interiorizada podían esperarse muchas cosas, pero que se intentase prohibir uno de ellos 24 horas antes de su celebración, con más de 25.000 entradas vendidas, ha sido de nota. Tras unas horas febriles de compúlseme este documento en la ventanilla de al lado y a este permiso le falta un sello, el sentido común se impuso finalmente y el Barcelona Beach Festival ha arrancado este sábado por la tarde tal como estaba previsto. La fiesta electrónica, que a partir de las 22.00 esperaba a unas 31.000 personas, ha ocupado la misma playa de Sant Adrià de Besòs donde el Primavera Sound sufrió limitaciones de aforo, y un público mayormente incrédulo ante la eventual prohibición tenía previsto bailar hasta las 5.00, cosa que no podía hacerse desde 2019.

A primera hora de la tarde, el goteo de asistentes era aún moderado, y menos los extranjeros, muchos de los cuales ignoraban las piruetas de los permisos, buena parte del público había estado la mañana pendiente de las noticias. Quizás más que nadie un grupo de jóvenes gallegas, cuya identidad, ya manifestada por su acento, remataban con banderas de su comunidad a modo de capa. Era una despedida de soltera que había llegado desde Lugo: “Sí, vale”, decía una de ellas, “te devuelven la entrada, ¿pero los viajes?, ¿el hotel? Si llegan a suspender no veas qué faena, no hay derecho, ¿no lo sabían antes?” se preguntaban. Mientras esto decían, unos penes de plástico revoloteaban sobre sus frentes como abejas a punto de libar, y los maquillajes denotaban minuciosa concepción: “No llegamos a pensar que suspendiesen el festival, pero estábamos inquietas”, han dicho antes de entrar en la zona VIP. “Esto en México no pasaría”, aseguraba un joven de Monterrey acompañado por un conciudadano con quien viaja por Europa. “Vimos el anuncio del festival, nos gustó y vinimos. En ningún momento pensamos en la suspensión, se hubiese liado”, afirmaban antes de enlazar varias entonaciones de chingada para dar aún más contexto a la bandera mexicana que llevaban a la espalda.

A las 18.00, en la playa aún había más arena que cabezas, por lo que el escenario parecía todavía más mastodóntico. Una estructura enorme tenía en su frente una especie de puente de mando donde se colocaba el disc-jockey rodeado por personal que parecía parte de una tripulación. Cuatro bandas de pantallas enormes atravesaban perpendicularmente el escenario, y la parte central se remataba con otra gran pantalla, esta circular. Sonaba Freed From Desire de Gala y el público botaba mientras el disc-jockey los animaba como el patrón de una trainera a sus remeros. En este tipo de música, la EDM (Electronic Dance Music), la vertiente más popular de la electrónica, los disc-jockey tienen algo de animadores de tómbola, ya que “arriba”, “gritad más”, “temazo”, “louder”, por aquello de los extranjeros, y otros ganchos de este tipo son usados para enardecer a un público de por sí eufórico. A diferencia del Primavera Sound y del Sónar, la asistencia es en general más joven, de zonas más populares y los extranjeros no vienen exprofeso, sino que suelen estar en Barcelona de paso y el festival es uno de los atractivos que la ciudad les ofrece, aunque de todo hay, esto es también enorme.

Con el sol cayendo llegó al recinto Pino Sagliocco, presidente de Live Nation en España y organizador del festival. “No he dormido casi”, decía tras sus gafas de sol. Queriendo mirar hacia adelante y no reavivar incendios, Sagliocco ha apostado por el solaz que aguardaba al público que entonces ya llegaba en mayor número. Dado que el contrato de cesión del espacio tiene carácter anual, Sagliocco no ha garantizado que el año que viene el Beach Festival pueda tener lugar en el mismo emplazamiento y ha reivindicado su elección. “Cuando vinimos, me dijeron que estaba loco, que estaba lejos y el lugar era feo. A mí me gusta el lugar, el entorno industrial y la expansión que ofrece a Barcelona ganando más espacios para citas así”, ha dicho antes de asegurar que esperaba poder charlar amistosamente con la alcaldesa de Sant Adrià de Besòs, a punto de llegar al recinto. Ninguna fuente de la organización lo ha deslizado, pero tres treintañeros, catalanes, veteranos del festival, han afirmado al ser preguntados por la abortada suspensión: “Estamos en precampaña electoral y los festivales son incómodos”. Preguntado por ello, Sagliocco se ha limitado a responder: “No se puede suspender un festival la víspera de su celebración por una cuestión burocrática”. Y no se suspendió.

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