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CRÓNICA PARLAMENTARIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Salvador Illa con calzador

Es de esperar que cuantos más asuntos pacte el PSC con los republicanos, más duros vayan a ser los ataques de Junts a Salvador Illa. Que son ataques indirectos a Pere Aragonès, no lo olvidemos

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, escucha al presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, durante la sesión de control al Govern de este miércoles en Barcelona.
El primer secretario del PSC, Salvador Illa, escucha al presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, durante la sesión de control al Govern de este miércoles en Barcelona.Quique García (EFE)
Manel Lucas Giralt

Salvador Illa no es presidente de la Generalitat, ni su partido, el PSC, forma parte del Govern, pero en esta última sesión de control de este miércoles ha sido el parlamentario más atacado por la oposición de derechas y por Junts per Catalunya, que no es oposición aunque lo finge mucho. PP, Vox y Ciudadanos parecían obedecer a alguna instrucción general para meter a Illa en el mismo saco que a Pere Aragonès, una idea que interesa mucho a sus jefes en Madrid. De hecho, en ese mismo momento, en el Congreso de los Diputados las tres derechas españolistas acusaban a Pedro Sánchez poco menos que de vender España a los indepes. Como si hubieran sincronizado los relojes al puro estilo Ocean’s Eleven.

El problema es que no siempre es fácil meterte con el líder de la oposición cuando estás en una sesión de control al Gobierno. Por eso, los disciplinados representantes catalanes del bloque anti-Sánchez han tenido que ejecutar algunas cabriolas retóricas con mayor o menor habilidad. La tarea ha sido más sencilla para Carlos Carrizosa (Ciudadanos), que tenía uno de sus temas preferidos sobre la mesa: la polémica por la presencia del castellano en la escuela y las recientes decisiones judiciales. El pacto de ERC con socialistas y comunes —y unas horas con JxC— para reformar la ley de política lingüística ha permitido a Carrizosa arremeter contra todos e implicar a Illa en el “churro jurídico” que, para Ciudadanos, es esa reforma.

Alejandro Fernández (PP) parecía un prestidigitador de fiesta infantil de cumpleaños mezclando al presidente de la Generalitat y al líder del PSC con los supuestos vínculos de Carles Puigdemont y el entorno de Putin. Ignacio Garriga (Vox) no se ha esforzado demasiado: ha sacado su discurso de cada sesión, y donde dice “la inseguridad, la inmigración ilegal, la expansión del islamismo, y ahora también el fanatismo climático” ha añadido “ustedes [el Govern], y ahora también el señor Illa, quieren barrios inseguros”, y tema zanjado.

El vicepresidente Jordi Puigneró, de Junts, se ha sumado a esos malabarismos verbales y, en una intervención sobre las ayudas de la ONU a las Terres del Ebre, ha terminado preguntando a Salvador Illa si conocía el espionaje de Pegasus a los independentistas cuando era ministro. El itinerario dialéctico de Puigneró tiene también su mérito, no me pregunten cómo ha conseguido relacionar una cosa con otra.

Sin embargo, el objetivo de Junts per Catalunya al atacar a los socialistas es distinto del de PP, Ciudadanos y Vox. Mientras las derechas de España buscan la simple caída del Gobierno Sánchez, la catalana aspira a recuperar el espacio central del independentismo perdido en las últimas elecciones. Para ello necesita que Esquerra aparezca como una formación rendida al poder central. Por eso, es de esperar que cuantos más asuntos pacte el PSC con los republicanos, más duros vayan a ser los ataques de Junts a Salvador Illa. Que son ataques indirectos a Pere Aragonès, no lo olvidemos. Maniobras que has de hacer cuando compartes el Govern con tu rival.

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