2022: hacer cotidiano lo extraordinario
Hay que volver a plantear que en la normalidad de antes de la pandemia hay orígenes que queremos abandonar. Queremos una nueva sociedad que pide una sanidad con más recursos o suspender desahucios
Madrid fue de las pocas ciudades europeas que mantuvo la fiesta de final de año, Barcelona la canceló. Esta doble realidad parte de unos mismos hechos que son interpretados de manera muy diferente… Acabó 2021 entre la frustración por una nueva ola de infecciones descontrolada, la mayor desde el inicio de la pandemia, y la ilusión de poder estar cerca del final con una nueva variante, ómicron, que según se apunta podría suponer la conversión del virus en una enfermedad más cercana a las habituales, con menos afectaciones graves… Las medidas que han decido tomar las diferentes comunidades autónomas y el Gobierno español evidencian esta doble realidad.
La sexta ola nos encuentra entre la novedad de disponer de una población vacunada en un porcentaje altísimo y la antigüedad de no haber resuelto cuestiones que sabemos claves para hacer frente a la pandemia y sus consecuencias. La novedad de la vacuna es un acontecimiento extraordinario. Se han podido desarrollar diferentes vacunas, suministrar a parte de la población, documentar su efectividad para evitar la gran mortalidad ya vivida y sufrir complicaciones más graves… Pero la sexta ola, de modo parecido a las anteriores, nos lleva a récord de infecciones, al sistema sanitario saturado, a no dar respuestas suficientemente satisfactorias para las personas que sufren diferentes efectos de la pandemia…
Necesitamos un año que sea una excepción a las políticas y a las maneras de hacer que nos han traído hasta aquí
Desde el Gobierno las principales nuevas medidas para hacer frente a esta sexta ola han sido volver a establecer como obligatoria la mascarilla en espacios exteriores y reducir el periodo de cuarentenas. Dos medidas controvertidas por la falta de evidencia científica sobre su utilidad y su motivación económica. El Govern de la Generalitat, empujado por parte de su comité científico asesor para la covid-19, ha establecido medidas más restrictivas que también generan polémica. El toque de queda nocturno, señalado por la falta de evidencia científica y el cierre del ocio nocturno o las limitaciones en la restauración, por su decisión repentina y la afectación en un sector ya muy castigado y con necesidad de previsión. Llevamos cerca de dos años de pandemia y hay lecciones que nos están costando demasiado, en tiempo de aprendizaje y en dolor generado.
En nombre de la libertad hay quien no defiende restricciones necesarias para la vida, para aliviar un sistema sanitario que se encuentra entre la saturación y el colapso. Un sistema sanitario que hace años que sufre episodios de saturación, pero ahora la pandemia está convirtiendo esa saturación en estructural. Pensemos más allá del coronavirus, por ejemplo, en la cantidad de personas que se diagnosticarán tarde y mal de enfermedades que necesitan identificación y tratamiento rápido, ya tenemos datos muy preocupantes. Hay quien pensará que ante una pandemia es muy difícil disponer de un sistema que resista... Pero no olvidemos la cotidianidad prepandémica de la saturación de la atención primaria o hospitalaria, las listas de espera, la tardanza en pasar de urgencias a una habitación, la precariedad laboral que ha llevado a mucho personal sanitario que hoy hace falta a buscar trabajo en otros países…
La sexta ola nos pilla entre la novedad de tener a más población vacunada y las viejas cuestiones sin resolver
Hay quien de manera muy comprensible habrá deseado para este 2022 volver a la normalidad, a la vieja cotidianeidad prepandémica. Pero hay que volver a plantear que en la normalidad de esos años hay orígenes de lo que hoy queremos abandonar. Y no habrá solución en volver a lo que nos ha traído hasta aquí. La nostalgia de ese pasado aparece de manera recurrente, y es utilizada por opciones políticas, pero los problemas que hoy la pandemia ha agudizado solo tendrán solución en una nueva sociedad. Una sociedad que está más cerca de las medidas extraordinarias que se están teniendo que tomar durante la pandemia que del volver a una normalidad que es causa de la misma. Al empezar la pandemia aumentó la conciencia de disponer de un sistema sanitario que pueda responder a las necesidades de su sociedad, de establecer qué es lo esencial y aplicar medidas para garantizarlo, de suspender desahucios porque las personas necesitan tener garantizado el derecho a la vivienda, de garantizar los puestos de trabajo, de ofrecer ayudas a los sectores de la población más empobrecidos y a sectores económicos afectados… Garantizar las necesidades de la vida por delante de otros intereses.
Necesitamos hacer de 2022 un año extraordinario. Un año extraordinario porque se sitúe fuera del orden, de lo habitual que ya hemos vivido. Necesitamos un año que sea una excepción a las políticas y a las maneras de hacer que nos han traído hasta aquí.
Jordi Mir Garcia es profesor de Humanidades en la Universitat Pompeu Fabra
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