Un esclavo musulmán con grilletes en la Barcelona medieval
Identificados por primera vez restos de un individuo cautivo en la Península Ibérica de los siglos XI y XII, enterrados junto a otros 17 con marcas de haber sido prisioneros
Conforme iban falleciendo limpiaron los cuerpos, desde los pies a la cabeza, personas de su mismo sexo. Los amortajaron con sus mejores ropas. Luego los enterraron sin ostentación o ajuar alguno, siguiendo el ritual musulmán y colocando los cuerpos en posición de cúbito lateral derecho mirando hacia el sur. Cada uno en una fosa excavada en la arena de la playa, a unos dos metros de profundidad, cerca del mar y de una de las vías de entrada de la ciudad. Tras depositar los cuerpos los cubrieron con tierra. Y así permanecieron hasta que se localizaron en 1991 los esqueletos de 18 personas: 15 varones y tres mujeres, casi todos adultos, excepto un niño de menos de dos años y otro de entre 15 y 18. Fue durante la excavación preventiva realizada en la plaza Comercial, junto al edificio del Born de Barcelona, con motivo de la construcción de un aparcamiento que arrasaría toda la zona.
Los restos presentaban características parecidas. Pero el llamado “Individuo 15″, del cual solo se localizó la parte inferior del cuerpo (de rodillas para abajo) llamó la atención de los arqueólogos (tras comprobar que había sido mutilado sin contemplaciones en época contemporánea al construir un colector de aguas residuales) porque fue enterrado con unas sujeciones de hierro en sus tobillos, que, hoy sabemos, llevó gran parte de su vida, limitándole la movilidad y visualizando su falta de libertad hasta su muerte.
Los grilletes lo convierten en un esclavo que cuando se excavó se pensó que vivió en la Barcelona del siglo VIII sometida a la dominación musulmana. El hallazgo, en la celeridad que vivía la Barcelona preolímpica, acabó sepultado en un almacén, junto a los restos de los otros 17 desenterrados.
Pero ahora, 30 años después, tras localizar tres nuevos enterramientos islámicos en zonas próximas: un niño en el interior del Born (2001); un adulto en la calle Fusina (2013) y otro, en la calle Antic de Sant Joan (2018), se han recuperado y han sido objeto de un estudio interdisciplinario dentro del proyecto ArqueoBorn nacido en 2015 con el objetivo de poner en valor los restos arqueológicos del antiguo mercado, más allá de la foto fija que dan los de la ciudad arrasada en 1714.
Han colaborado antropólogos, genetistas, arqueólogos e historiadores sometiendo los huesos a radiografías y tomografías, a su estudio forense con el fin de conocer sus condiciones de vida y las circunstancias de la muerte de este desgraciado hombre y de sus compañeros de cementerio. La primera sorpresa la ha dado el carbono 14 que ha determinado que todos vivieron entre finales del siglo XI y la primera mitad del siglo XII, en plena Alta Edad Media, mucho después de lo que se pensaba y, por lo tanto, el hallazgo del esclavo es excepcional, porque otros individuos enterrados con grilletes localizados en la Península Ibérica fueron en necrópolis romanas o tardoantiguas, pero no medievales.
Los especialistas que han estudiado los restos han participado en una mesa redonda celebrada este martes en el Born CCM. La arqueóloga y antropóloga Núria Armentano contó como a partir de la existencia del Individuo 15 se ha podido determinar cómo en casi todos los demás restos esqueléticos se ha localizado un pequeño engrosamiento a la altura de los tobillos fruto de un proceso infeccioso o traumatismo asociado quizá con la presencia de grilletes durante tiempo y, por lo tanto, eran cautivos también. Además, un pequeño ensanchamiento en los húmeros de muchos de ellos mostraba que fueron personas que realizaron grandes trabajos físicos. En al menos tres individuos ha comprobado que sufrieron fracturas óseas que acabaron soldándose. La genetista Cristina Santos explicó que todos los individuos pertenecían a linajes diferentes; sin parentesco y que la mayoría provenían de Europa (como el famoso número 15) y solo cinco del norte de África, indicio de que en ese momento vivía un gran número de musulmanes en Barcelona.
Mientras que los trabajos de restauración llevados a cabo por Lidia Font, además de devolver el aspecto que tuvieron los restos durante los 900 años que estuvieron enterrados, han podido determinar cómo eran los grilletes antes de corroerse por la humedad: tenían forma de herradura de unos 7 y 10 centímetros de diámetro y una sección de un centímetro de grosor, con un orificio de forma cuadrangular en uno de los extremos, donde se fijaría una tercera pieza que los uniría impidiendo la plena movilidad a quien los llevara.
El tema de la esclavitud en Barcelona es una asignatura pendiente en esta ciudad que no acaba de enfrentarse a este polémico asunto que tanta riqueza le ha dado a lo largo de la historia. Lo que está claro es que la Barcelona medieval fue una ciudad comercial rica, con un gran puerto donde entraban todo tipo de mercancías y con una sociedad diversa en economía, etnias y religiones en la que el tráfico de esclavos era legal y estaba regulado. Una sociedad en la que, después de que en el 840 en el imperio de Carlomagno se prohibiera la compraventa de esclavos cristianos, vio como aumentaron los esclavos musulmanes, que quedaron fuera de la prohibición, tras ser capturados por piratas o caer en manos de cristianos en constantes guerras con los musulmanes.
La historiadora Dolors Bramon ha destacado que, tras el avance de los cristianos en ciudades como Barcelona, se pactó con la población musulmana que pudieron conservar su mezquita y llevar armas y se les dio “un año de plazo para que abandonaran la ciudad y se instalaran fora vila, naciendo los primeros arrabales”. Tras apuntar que en esta ciudad vivían en 1425 entre 4.000 y 5.000 esclavos, el 15% de la población ha resaltado la tolerancia en la ciudad medieval en la que, a pesar de que un individuo fuera esclavo, se le respetaban sus creencias y se le enterraba según su religión en un lugar digno, en una necrópolis. Bramon ha sugerido que el ya famoso Individuo 15 pudo ser una persona peligrosa y por eso mantuvo sus grilletes hasta el final. O quizá fue ajusticiado, pero la mutilación del cuerpo que sufrió en épocas recientes al construir el colector impide saberlo.
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