El ‘Terrassa azul’ de Acosta Danza
El grupo cubano de danza contemporánea hipnotiza al público de la Temporada de Danza de la ciudad vallesana
El grupo cubano de danza contemporánea Acosta Danza volvió este pasado fin de semana a tierras catalanas, concretamente a la Temporada de Danza de Terrassa y, como es habitual, no defraudó. La fuerza, la energía y el excelente ejercicio de sus bailarines hipnotizaron al público, claro, desde el primer minuto.
El programa comenzó con Satori, una intrigante coreografía del joven bailarín y coreógrafo cubano Raúl Reinoso. Se trata de un viaje hacía la espiritualidad, un peregrinaje hacía el interior del ser humano. Las escenas se encadenan con una agilidad sorprendente, a lo que ayudan unas largas telas azules que se convierten en mares de pensamientos y bailes sinuosos que no hacen más que destilar la fuerza del pueblo cubano y de sus creencias. El trabajo coral es impecable y mantiene al espectador clavado en su butaca. A destacar la bailarina cubana Zeleidy Crespo, mezcla de Judith Jamison, la mítica bailarina de Alvin Ailey, y de la actriz Grace Jones, una auténtica diosa de ébano con un hermoso movimiento de brazos y un cimbreo hechizante.
Lo mejor fue el paso a dos que bailó Carlos Acosta junto a Liliana Menéndez en Mermaid, del afamado coreógrafo belga de origen marroquí Sidi Larbi Cherkaoui. Su coreografía recrea el intento de una sirena de caminar fuera del agua. El cuerpo a cuerpo entre los dos intérpretes aceleró el corazón del espectador. Esa mujer/sirena se enrolla, con sus magníficas y largas piernas, en el cuerpo del hombre como una serpiente temblorosa pero a la vez arrogante no quiere pisar la arena. Acosta demostró su madurez como intérprete y sus cualidades como portador en una Mermaid que es una pieza voluptuosa, poética y tierna. La música coreana de Woojae Park, de Sidi Larbi y un fragmento de las conocidas Gymnopédies de Erik Satie acaban convirtiendo la pieza en una joya.
Llegó luego el turno de Paysage, soudain, la nuit, del coreógrafo, bailarín y cineasta sueco Pontus Karl Johan Lidberg, que se acerca a la cultura cubana a través de la rumba, tomando como punto de partida la música del compositor cubano Leo Brouwer. Es una pieza alegre, ágil, que de nuevo evidencia la calidad artística de sus intérpretes.
La función acabó con una divertida pieza del español Jorge Crecis, con música de Vincenzo Lamagna; donde todos los miembros de la compañía juegan a tirarse botellas de agua: demuestran gran pericia y agilidad porque no cayó ninguna al suelo.
En cualquier caso, esta excelente compañía necesita otro tipo de creaciones como grupo para aprovechar su virtuosismo; asimismo, debe cuidar de la iluminación y la escenografía del espectáculo, ya que es pobre y poco actual, lo que ensombrece su belleza. Aún así, al final el público y la compañía se unieron en emotivos aplausos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.