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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Cómo conseguiremos no dejar a nadie atrás?

Necesitamos analizar y debatir sobre las necesidades que no estamos garantizando y de las que solo ocupan el debate público, y muy poco, cuando ocurre alguna desgracia como la de la plaza de Tetuán

Educadoras infantiles del programa de canguros municipales de Barcelona, en una escuela de La Verneda
Educadoras infantiles del programa de canguros municipales de Barcelona, en una escuela de La VernedaCRISTOBAL CASTRO (EL PAÍS)
Jordi Mir

El Día Internacional de la Ciudad Educadora, el pasado martes, empezaba mal, muy mal, en Barcelona. Un incendio en una infravivienda causaba la muerte de cuatro personas, dos de ellas criaturas. La Ciudad Educadora no deja a nadie atrás era el lema de esta edición y nada más contrario a ese propósito estaba sucediendo. El no dejar a nadie atrás se puede decir como ideal, como objetivo o como realidad existente. Lo hemos escuchado mucho durante esta pandemia. Hoy no es verdad que no se deje a nadie atrás. Pero, afortunadamente, más allá de ideales, hay quien trabaja decididamente para que así sea. No querer dejar a nadie atrás debe ser dicho como objetivo porque hoy no está pasando y el ideal es insuficiente.

Hay muchas maneras de quedarse atrás, la muerte de estas dos criaturas es una de estas maneras terribles... Pero hay otras. En el ámbito de la educación las podemos ver en las dificultades de acceso que sufren particularmente las personas provenientes de los sectores sociales menos favorecidos. En demasiadas ocasiones la educación sigue siendo un privilegio y no un derecho garantizado. Sabemos que acceder a la educación cambia la vida de las personas y contribuye decididamente a no quedar atrás. A más educación menos probabilidad de sufrir paro o condiciones laborales precarias, lo muestran los estudios que analizan nuestra sociedad y también lo que ocurre en otros países europeos. Aunque solo nos preocupara el acceso a un trabajo digno ya sería necesario actuar decididamente para que toda la sociedad acceda a la educación en todos sus niveles.

La Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, que agrupa a más de 500 ciudades de 36 países y todos los continentes, para su acto central invitó a la antropóloga Yayo Herrero a que compartiera reflexiones y propuestas. Herrero insistió en que la vida no se sostiene sola, hay que sostenerla intencionadamente. Hay que situar la garantía de las condiciones básicas de existencia digna como centro y propósito de las políticas públicas. Estos días llega a las librerías Los cinco elementos (Arcadia editorial), una necesaria lectura para profundizar en su pensamiento. Herrero destacó el trabajo comunitario y de gobiernos municipales en esta dirección y también lo que queda por hacer.

Barcelona, el lugar desde el que surgió hace 31 años el proyecto para que las ciudades pensaran y actuaran poniendo la educación en el centro de sus políticas, es analizada, defendida o cuestionada desde diferentes perspectivas. Pero en la mayor parte de las veces sin atender a las condiciones básicas de existencia digna de las que habla Herrero. Poner la vida en el centro, un lema muy extendido, tiene que significar poner en el foco principal de nuestra atención todas las necesidades de la vida en nuestras sociedades. Poner en el foco las necesidades no garantizadas que incluso llevan a la muerte.

La capital catalana está desarrollando proyectos muy necesarios, por ejemplo, para atender las necesidades de la pequeña infancia (la Xarxa d’Espais Familiars de Criança Municipals) o el proyecto de canguro municipal gratuito Concilia. También se ha centrado en las necesidades de la gente joven que difícilmente llegaría y se mantendría en la universidad con el programa de acompañamiento Prometeus. Proyectos de educación desde fuera de las aulas, desde los barrios, en los que se encuentra lo comunitario con las políticas públicas. Necesitamos más. Más proyectos, más recursos, más atención a estas realidades en todos los ámbitos. Desde lo municipal a lo estatal. Necesitamos analizar y debatir sobre estos retos, sobre las necesidades que no estamos garantizando y de las que solo ocupan el debate público, y muy poco, cuando ocurre alguna desgracia.

También necesitamos analizar y debatir sobre cómo educamos y para qué educamos en las aulas, en los medios de comunicación, en los parlamentos… La educación es imprescindible para, con la propia cabeza, poder pensar y actuar buscando no dejar a nadie atrás, lo decía Herrero desde el ecofeminismo. Y lo reafirmaban personas jóvenes educadoras de presente y futuro como Allan Báez, Mercè Brunet, Fàtima Cevallos, Laia Ferrús, Salma Laukili, Mireia Lerena, Angy Pont y Oriol Serra, que también participaron en el acto del martes. Sus intervenciones deberían ser vistas como señales de alerta para pensar y repensar cómo educamos y cómo deberíamos educar. Sus intervenciones eran las de personas que han tomado conciencia de larga distancia que puede separar lo que hacemos de las necesidades existentes.

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