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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ciudad educadora desde los barrios

No podemos permitirnos que la crisis agrave la inequidad en el terreno educativo, ya de por sí desigual

Alumnos de una escuela de Badalona, el primer día de curso.
Alumnos de una escuela de Badalona, el primer día de curso.Joan Sánchez

Hace 30 años Barcelona animó a ciudades del mundo entero a pensar juntas cómo situar la educación en el centro de las políticas. El resultado fue la Carta de Ciudades Educadoras y hoy en día es ampliamente compartido que enseñanza y educación no son lo mismo. El derecho a la educación va más allá de la escuela y reivindicamos un derecho a la educación ampliada.

La escuela, como apunta Marina Garcés en su último libro, no puede ser la única repartidora de futuros. Para poner la educación al alcance de todos, 24 horas, 365 días y de 0 a 99 años sin dejarse a nadie, hacen falta muchos cómplices y solo es posible implicando al entorno.

La esencia de una ciudad que quiere ser educadora se forja en los barrios. Es en esta escala más humana, en el pedazo de ciudad que sentimos más próximo y que podemos caminar en un cuarto de hora, donde queremos resituar y materializar la ciudad educadora. El reto colectivo es crear barrios educadores, cuidando tres pilares: espacio, tiempo y vínculos.

En cuanto a los espacios, la pandemia ha abierto un intenso debate sobre los usos y transformación del espacio público y hoy están pasando cosas que ayer eran menos probables: más educación al aire libre, más niños y niñas jugando en parques y plazas y más entornos escolares pacificados. Es una oportunidad que queremos aprovechar para reconectar con la tradición histórica de renovación pedagógica de la ciudad. Es una apuesta por una ciudad jugable, que con el Plan de juego el espacio público recupere vida en las calles. Es una estrategia de acupuntura para la transformación urbana situando las escuelas en el corazón del barrio con actuaciones como Protegemos las escuelas que generan una plaza para cada colegio, ganan espacio al coche y pacifican las calles con el ADN de las supermanzanas.

Al hablar del tiempo nos referimos a ir más allá del horario escolar y situar las tardes como un tiempo a enriquecer con oportunidades de aprendizaje. Asumimos el reto de avanzar en una política que reconozca, promueva y articule una oferta territorial de extraescolares asequibles y diversas. No podemos permitirnos que la crisis agrave la inequidad en este terreno, ya de por sí desigual, cuando sabemos de la importancia de las artes, el deporte o el apoyo escolar para el desarrollo de capacidades y talentos.

Finalmente, los vínculos que hay que reforzar son los que conectan escuelas con equipamientos, entidades, proyectos, personas que suman para hacer más fluidos los límites entre la educación dentro y fuera de la escuela. Han venido para quedarse, más allá de la pandemia, las experiencias como las de colegios que hacen clase en los parques, o los centros cívicos y bibliotecas del barrio que acogen actividades escolares y aprovechan para desarrollar proyectos de aprendizaje.

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Renovar el compromiso con la transformación educativa y la ciudad educadora sigue siendo tan vigente como en 1990. Una transformación orientada políticamente hacia a la equidad, la no segregación y la igualdad real de oportunidades. Más vinculada a un entramado de actores que afrontar juntos tanto las necesidades y problemas compartidos, como las soluciones colectivas. Y situada, que se vive en los barrios, territorios de oportunidades educativas y culturales, cada vez mejor repartidas.

Joan Subirats es teniente de alcaldía de Barcelona y Maria Truñó es comisionada de Educación.

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