ERC y Junts eluden el referéndum exprés que propone la CUP
Los anticapitalistas aprietan al Govern antes de la negociación de las cuentas catalanas
La propuesta del Ejecutivo de Pere Aragonès para solucionar el encaje político entre Cataluña y el resto del Estado es la celebración de un referéndum, pero no a cualquier precio. El president rehuyó ayer en el debate de política general del Parlament de una propuesta de resolución de la CUP que insta a celebrar una votación de ese tipo, incluso de forma unilateral, antes de 2025. Aragonès se escudó en que el pacto de investidura no se ata a fechas y afeó a la CUP su iniciativa, que pone en evidencia de nuevo la falta de ruta compartida del independentismo. Los dos socios del Govern trabajan para pactar una posición común en la votación que se celebrará hoy, aunque se inclinan por abstenerse.
“President, ponga la fecha”, pidió desde el atril el diputado anticapitalista Carles Riera. El republicano había invitado antes a sus socios independentistas a subirse “al tren del diálogo” y reivindicó la mesa con el Gobierno como el mejor mecanismo para trabajar ahora por la secesión. Riera calificó ese foro de “mesa de la vergüenza” y abogó por un “un nuevo ciclo de conflicto”. El tren escocés, le llamó, en referencia a la votación que posiblemente se repita en el Reino Unido.
La CUP fue muy dura con el balance de obra de Govern presentado por Aragonès y calificó su gestión de sociovergente, en referencia a los grandes pactos a los que siempre llegaban CiU y el PSC y por su apuesta por macroproyectos como el de la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno o la sospecha de que apoyan la ampliación del aeropuerto de El Prat. “Qué lejos está, president, del cambio verde, feminista de izquierdas e independentista de su investidura”, lamentó.
Los ánimos en el seno del independentismo venían caldeados. Antes de la sesión en el Parlament, los anticapitalistas hicieron pública su apuesta por agendar el referéndum, lo que en ERC y Junts se entendió como una forma de marcar perfil y que descartaba cualquier transacción cómoda para todas las partes. Aragonès le dijo a Riera que se había enterado de la propuesta por los medios. La votación de las propuestas de resolución es esta tarde y los socios del Govern intentan pactar una posición común que no rebote a sus filas. Sin el apoyo de la CUP, los textos que proponen los dos partidos del Ejecutivo también tendrían problemas para salir adelante.
El debate fue la antesala al baile de negociaciones para aprobar los Presupuestos. Y ahí se debe inscribir parte de la subida del tono de la CUP. Sus nueve votos son indispensables para que las cuentas catalanas salgan adelante. Durante las intervenciones tanto los grupos del Govern como Riera tantearon los posibles márgenes para un eventual acuerdo. Pese al tono amargo, no se ha roto nada. El acuerdo de investidura prevé que Aragonès se someta a una cuestión de confianza en 2023.
“Si quiere hablar de Presupuestos, póngase al día con el cumplimiento de los acuerdos de la investidura”, le dijo Riera a la bancada del Govern. El borrador de las cuentas tiene que estar listo en un par de semanas y ese es el margen que la CUP ha dado a Aragonès para que muestre más avances. “Es necesario un giro de 180 grados”, advirtió Riera, que calificó de “conservadora” la política del Ejecutivo de ERC y Junts.
Los republicanos aparcan de momento cualquier aventura unilateral a la espera de los frutos que de la vía del diálogo y no recogieron el guante de Eulalia Reguant, que les pidió que utilizaran la fecha del referéndum presionar. Aragonès recordó que el pacto de investidura “no hablaba de fechas concretas” para la votación, sino de “generar las condiciones” para celebrarlo si la mesa no funcionaba.
El líder de Junts en la Cámara, Albert Batet, pasó de puntillas sobre el tema en una intervención que centró sus críticas al Gobierno. “La detención de Puigdemont demuestra que el conflicto político sigue más vivo que nunca”, aseguró. Más suave fue con Aragonès, tras semanas de discordia por la mesa de diálogo, a quien le pidió trabajar en “la cultura de la coalición”. “No es un gobierno de subordinación”, dijo.
Aragonès y Batet coincidieron en atacar al jefe de la oposición, Salvador Illa, por “su falta de propuesta” para Cataluña. El líder catalán dijo que la “pomposidad” de su llamado Govern alternativo es vacía. El PSC se ofreció a apoyar las cuentas si los republicanos “enderezan” el rumbo.
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