Vuelve el festival de aves del delta del Ebro con prismáticos para África
La 7ª edición de la feria ornitológica, de viernes a domingo, se conjura para surtir de binoculares y formación a la tribu keniata de los daasanach, fervientes ‘birdwatchers’
Tras anularse el año pasado a causa de la pandemia, vuelve el Delta Birding Festival (DBF), la cita de los amantes de los pájaros que se celebra en el delta del Ebro. Y vuelve, de viernes a domingo, con su centro en el recinto Món Natura (carretera del Poble Nou a les Salines, Amposta) sin perder un ápice de entusiasmo y con un abanico de actividades (www.deltabirdingfestival.com) dirigidas a profesionales, aficionados de todo rango pajaril y simples curiosos, con el único requisito del interés (que en muchos visitantes es pasión e incluso amor) por las aves.
En la gran fiesta ornitológica de Cataluña uno puede escuchar conferencias de grandes especialistas, visionar documentales, participar en excursiones para observar pájaros y otra fauna, adquirir material para su afición (libros, prismáticos, casas nido), participar en talleres y concursos de naturaleza, descubrir destinos ornitológicos y planificar viajes. Todo ello en el marco de una zona, cerca de la playa del Trabucador, rica en aves (con una espectacular colonia de flamencos) y que está especialmente atractiva a nivel paisajístico en esta época del año.
Entre las novedades a destacar esta edición (la séptima, bajo el animoso lema “Back to birding!”), la bonita iniciativa de destinar los fondos del tradicional proyecto de conservación a dotar de prismáticos e instrucción ornitológica a un grupo keniata del lago Turkana de la etnia de los daasanach (o geleba), un pueblo de pastores que habita en partes de Kenia, Etiopía y Sur de Sudán. Los miembros de ese grupo se han convertido en apasionados birdwatchers y necesitan material óptico. La organización anima además a los visitantes a donar binoculares en desuso y otro material que puedan aprovechar los daasanach. Lo de los prismáticos (el parque natural de Collserola aportará medio centenar aprovechando que renueva existencias) es la parte más visible de un proyecto que pretende brindar herramientas y formación a los daasanach para promover su interés por las aves y que puedan convertir su zona en destino turístico.
La iniciativa tiene su explicación. Dos catalanes que trabajan en la Universidad de Helsinki, Daniel Burgas y Sara Fraixedas, desarrollaron un estudio de la biología y ecología de las aves de la región del lago Turkana, un espacio vital para la emigración y entraron en contacto con los daasanach, que se han convertido en ávidos birdwatchers. Incluso han creado un club de birders. Son de las pocas etnias similares que tienen escritura, de manera que hay el proyecto también de hacer una guía de pájaros para ellos.
“Es la edición de la recuperación, del esfuerzo por volver a la normalidad”, explica el director del Delta Bird Festival, Francesc Kirchner, que es además el propietario de la tienda barcelonesa especializada en naturaleza Oryx, organizadora de la feria junto al Instituto Catalán de Ornitología (ICO) y la Fundación Catalunya La Pedrera (FCLP). “Es una edición más sencilla, más humilde de expectativas porque nos ha sido difícil prever en qué escenario de pandemia nos moveríamos”, dice. Kirchner destaca que cuando tomaron la decisión de sacar adelante la edición este año se encontraron con una reacción “muy positiva” de la Generalitat, que les ha doblado la subvención. El presupuesto de esta edición es similar al de la última, la de 2019, alrededor de 80.000 euros, de los que la Generalitat aporta cerca del 40 %.
La nueva edición no incluye ningún cambio importante en un formato que, según Kirchner, funciona bien. El festival, cuyo objetivo principal es estimular el interés por las aves y aumentar el número de personas que las aprecien juntando a veteranos y neófitos, científicos y simples curiosos, tiene, explica, tres patas: las actividades, incluyendo las conferencias de expertos reconocidos, tanto extranjeros como de Cataluña y el resto de España, y las salidas (las de más demanda son las marinas para ver especies pelágicas, esta edición hay una para revisar refugios de murciélagos); la feria comercial, con la oferta de productos relacionados con la observación de pájaros (desde material óptico y libros a viajes por todo el mundo), y el proyecto de conservación.
“Esta edición hemos sido más prudentes a la hora de invitar extranjeros, pero tenemos nombres de prestigio como el sueco Per Alström”, dice Kirchner, y además estará el famoso ornitólogo John Fitzpatrick por pantalla para hablar con Josep del Hoyo, editor del Handbook of the Birds of the World, del proyecto online para informar al día en Internet de las 10.721 especies de pájaros que existen. No faltará en la cita La Radio del Somormujo, que hará un programa desde el festival.
El festival prosigue en su empeño de incorporar cada vez más mujeres -uno de los retos de un sector, el del birdwatching, que comenzó con una desproporcionada presencia de hombres, que aún son mayoritarios- y en ese sentido el director resalta la mesa redonda compuesta toda por mujeres de distintos ámbitos relacionados con la naturaleza y las aves, desde una divulgadora en los medios, Cori Calero, a una estudiosa del urogallo, Olga Jordi. “En 8 años la incorporación de mujeres ha ido en proporción a la que se ha producido en todos los sectores de la sociedad”, reflexiona Kirchner. “Nosotros hacemos un esfuerzo para darles protagonismo en todos los ámbitos del festival”.
Kirchner reconoce que en el mundo de la observación de aves, todo y estarse desarrollando a gran velocidad, “sigue siendo un sector pequeño, precario y poco maduro, con escasa profesionalización todavía; tenemos que crecer, y creo que la pandemia ha ayudado, en el sentido de que ha provocado que mucha gente se haya hecho consciente de la vida alrededor, haya tenido tiempo de ver y escuchar, parte de que todos hemos salido de casa con un ansia nueva o renovada de vivir la naturaleza”. Lo que no habrá en el delta este año es más aves: “No, estar encerrados no ha hecho que hubiera más, sino que las percibiéramos más a nuestro alrededor”.
Los problemas medioambientales que han afectado recientemente a la zona, como las inundaciones, no van a influir en el festival. “No nos afectan en donde estamos, un área que drena bien y se ha recuperado rápido”.
Oryx cumple 25 años de suministros a los amantes de la naturaleza
Para muchas personas la tienda Oryx es un verdadero paraíso en la tierra, concretamente en el 71 de la barcelonesa calle de Balmes. Puedes adquirir casas para pájaros y la mejor comida para ellos (lo garantizan miles de páridos y paseriformes satisfechos), los últimos títulos sobre cualquier rama de la naturaleza, prismáticos de una amplísima gama, ese escondite (hide) para hacer birdwatching que siempre habías deseado y mil cosas más.
La tienda se fundó hace ahora 25 años como un pequeño establecimiento de material de ciencias naturales en el 11 de Bigai. El nombre Oryx se escogió por el hermoso antílope, por su sonoridad, porque era corto, fácil de recordar, “muy logotipable” e igual en castellano y catalán. Detrás del negocio estaba como ahora Francesc Kirchner (Barcelona, 55 años), de formación veterinario y al que le gustaban las granjas y las vacas (incluso ordeñarlas), al igual que los pájaros, pero que derivó su quehacer hacia el asesoramiento medioambiental. Con un socio, Claudio Racionero, sobrino del escritor, montaron Oryx.
“Empezamos muy modestamente, con lo que nos gustaría adquirir a nosotros, libros, comederos —que entonces no existían aquí—, material técnico de ciencias naturales y ropa de naturaleza”. Dice que tuvieron la suerte de no hacer un estudio de mercado previo “porque no hubiéramos abierto”. Pero ahí siguen. “Oryx ha tenido éxito por la pasión de los que la llevamos; los clientes ven que hablamos su mismo idioma”. Además de tener compradores fieles se han convertido en proveedores de empresas y de la administración pública. En cuanto al producto estrella, “no lo hay y eso es parte del secreto, no concentrarnos en algo; en volumen de venta, prismáticos y telescopios pesan mucho, por el precio, pero los libros siempre han sido un elemento fidelizador, con ellos hemos entrado en la vida de muchos naturalistas”. No son pocos los que van a Oryx en busca de comida para pájaros y alimento, espiritual y material, para satisfacer su amor por la naturaleza.
¿Funciona bien Oryx? “Estamos contentos sí, hemos crecido con la venta por Internet y como en cualquier negocio hoy la web es nuestro mejor escaparate”.
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