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El pueblo ahogado en deudas respira 10 años después

La localidad barcelonesa de Moià llegó a alcanzar en 2011 una deuda del 395% de su PIB. Tras una década de recortes, en la que se cerró la escuela de música y se despidió a 40 empleados municipales, hoy se sitúa en el 15%

Moia
Una calle del centro del municipio de Moià (Barcelona).Cristóbal Castro
Alfonso L. Congostrina

Un aparcamiento subterráneo que nunca llegó a abrir y un bloque de pisos sociales que quedó en una quimera son la punta del iceberg de la ruina económica que durante la última década ha acechado al Ayuntamiento de Moià, y por extensión a sus 6.383 habitantes. Este municipio barcelonés, que tras la crisis de 2008, se situó en el grupo de los más endeudados de España, vuelve a respirar.

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Bajo el mandato del anterior alcalde no solo se hicieron obras ruinosas y de escasa utilidad, sino que se pagaban sin control facturas de móviles, cafés y cenas en una espiral de gasto que elevó la deuda hasta el 395% del PIB municipal. Actualmente, el nivel de endeudamiento es del 15%. Este pequeño milagro económico no ha estado exento de polémicas y ha dejado cicatrices: se ha despedido al 40% de la plantilla municipal, se cerró la escuela de música y, en general, se ha dado la vuelta a todo lo que suponía un gasto para una tesorería que llegó a pagar hasta 3.000 euros anuales en cafés.

El pleno del Ayuntamiento aprobó el miércoles liquidar el crédito de ocho millones que tenía Moià con Hacienda y con este paso se convierte en uno de los pueblos menos endeudados. Dionís Guiteras es el artífice de la hazaña. Ganó, con una candidatura de ERC, las elecciones en 2011 sustituyendo al histórico convergente Josep Montràs, que había gobernado desde 1983. El nuevo edil se encontró con una Administración en bancarrota. “No sé si éramos el municipio más endeudado del Estado, pero seguro que estábamos en la zona Champions...”, ironizaba el jueves el edil. El presupuesto anual del municipio rondaba los siete millones de euros y la deuda superaba los 25,5 millones (3.995 euros por habitante).

“En la caja solo había telarañas. La gestión anterior a la nuestra se basó claramente en el despilfarro”, lamenta Guiteras. El equipo de gobierno de Montràs compró el antiguo cuartel de la Guardia Civil. La intención era hacer pisos sociales. No se hizo ninguno. En la plaza del ambulatorio se construyó un aparcamiento que hoy sigue cerrado. “Cuando llegué, abrir el Ayuntamiento costaba 3.000 euros diarios”, lamenta el alcalde. Ganar las elecciones fue un caramelo envenenado. “Tuvimos que cambiar todo el Consistorio. Racionalizar las líneas de teléfono, los coches, el modelo de biblioteca. Cuando llegué, en cada mesa había una impresora en lugar de una por planta”, recuerda el edil. Aunque esos cambios no fueron los más duros. “Tuve que echar a 40 empleados municipales. He despedido a amigos y vecinos, lamentablemente a aquellos que tenían la relación contractual más débil”, confiesa. Cuando ganó las elecciones en el municipio había 15 policías locales. Hoy solo quedan cinco.

Los excesos de Montràs no eran un secreto. Aquel 2011 se creó la Asociación Vecinal de Afectados por la Deuda de Moià. Uno de sus activistas, Dídac Rimoldi, resume cómo era el proceder de aquellos años: “Montràs era un alcalde permisivo con una mala gestión integral. Podías verle en la fiesta con puro y copa y con decenas de personas cenando a cargo del Ayuntamiento. En el pueblo no se hacía nada. No tenemos equipamientos, no hay una piscina cubierta... pero, a la vez, los vecinos hacían obras sin permiso municipal”.

Actualmente, la deuda es de 700.000 euros (110 euros por vecino). Guiteras lamenta haberse convertido en un mero “gestor”, y será a partir de ahora cuando se convierta en un “alcalde” con proyecto político. “No sé si es el momento de bajar el IBI”, sostiene.


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