Un barco medieval echa el ancla en la plaza del Rei de Barcelona
El Muhba exhibe los excepcionales restos del pecio ‘Barceloneta 1’ hallado junto a la estación de Francia en 2008
Parecen solo unos metros de madera vieja, pero son el valiosísimo testimonio de una notable aventura, marina y científica. Se trata de los restos —una parte de babor del casco— de un barco medieval hallado en Barcelona en mayo de 2008 durante de la construcción de edificios de viviendas en los terrenos de la antigua estación de Cercanías, junto a la estación de Francia. La excavación arqueológica preventiva, que descendió por debajo del nivel del mar, sacó a la luz el pecio, que estaba a cinco metros de profundidad en agua salada: un conjunto de cuadernas y tablas de roble que parecían las costillas de un gigante ennegrecidas por el tiempo.
Bautizado Barceloneta 1 (al principio pareció que había un Barceloneta 2, pero resultaron ser maderas de la misma embarcación), el barco, en puridad “fragmento de la obra viva del casco de una nao o barxa del siglo XV construida según el principio de casco previo y forro a tingladillo” (folrat previ i buc tinglat, en la terminología náutica catalana), ha sido sometido todos estos años a unas cuidadosísimas consolidación y restauración. Lo exhibe ahora desde el martes con todos los honores, sostenido en posición original por un arnés metálico, metido en una gran vitrina acondicionada y como centro de la instalación Barcelona, port mediterrani entre oceans. El testimoni del vaixell ‘Barceloneta 1’, el Museu d’Història de Barcelona (Muhba) en la antecámara del Palau Reial Major, a la entrada del Tinell, en la plaza del Rei. La iniciativa es fruto de la colaboración entre el museo municipal y el Puerto de Barcelona (en este caso Ayuntamiento y Puerto han ido de la mano, a diferencia de en el embrollo del Hermitage) y se enmarca en el propósito de difundir conjuntamente la historia del puerto y la relevancia de la relación puerto-ciudad a lo largo de los siglos.
El Barceloneta 1 era un buen barco, seguramente una barxa vasca, parecida a una nao: un mercante de 25 metros de eslora (cabría justo en la plaza del Rei) y cerca de 9 metros de manga, capaz de llevar una carga de entre 62 y 124 toneladas. La tripulación sería de unos 35 marineros. Se gobernaba con un único timón y se propulsaba mediante una gran vela cuadrada en el palo mayor. Probablemente tuviera dos mástiles más, el de trinquete y el de mesana, este último con vela latina. Con lo que se ve en la antecámara del Palau Reial Major —el costillar— cuesta imaginarse el barco completo, pero se exhibe al lado una maqueta muy pormenorizada a escala 1:20 que muestra cómo debía de ser el Barceloneta 1 en sus buenos tiempos.
La embarcación se construyó hacia 1410. Se ha podido determinar la fecha a partir del análisis del musgo usado para calafatear el barco. La especie de la planta y el polen adherido a la misma eran propios del Cantábrico y del Golfo de Vizcaya, pero, en cambio, en la capa de pez empleada para impermeabilizar por última vez el casco se ha identificado polen de especies mediterráneas. Lo que apunta a que el Barceloneta 1 se construyó en el norte, pero navegó en el Mediterráneo, al menos en su etapa final.
Uno de los misterios del barco era que, como prueba la tecnología naval empleada, se trata de una embarcación hecha para navegar en el Atlántico, en el ámbito del Cantábrico al Báltico: ¿qué hacía entonces en Barcelona? Los investigadores apuntan a que sería uno de los barcos vascos que se trasladaban habitualmente al Mediterráneo en la primera mitad del siglo XV y que se especializaron en el abastecimiento alimentario de la ciudad condal llevando pescado salado o seco, sobre todo antes de la cuaresma. Los barcos cantábricos competían bien en el mundo de los fletes: no solo eran seguros y su tamaño adecuado para el comercio medio, sino que, dependientes de la corona de Castilla, navegaban bajo pabellón neutral en el conflicto que oponía a la corona catalano-aragonesa con Génova. El Barceloneta 1 demuestra la intensa actividad comercial (y la variedad de embarcaciones) que tenía Barcelona incluso antes de su primer puerto artificial (construido entre 1477 y 1487).
El Barceloneta I, según los estudiosos, el único barco de su clase hallado hasta ahora en el Mediterráneo, era ya viejo cuando llegó al puerto de Barcelona y había sufrido varias reparaciones (como prueban dos tablas de pino halladas en los restos del casco). El episodio final de su pérdida no es el de un trágico naufragio con muchos ahogados o un hundimiento a manos de corsarios (que por cierto abundaban en la época) sino un escenario mucho menos dramático. El barco habría varado en la playa después de un golpe de mar o una llevantada y allí, inservible, convertido en un derelicto, una embarcación abandonada, fue sometido a un proceso de desguace y expolio para reaprovechar la valiosa madera. Los investigadores sitúan el depósito final de la parte conservada antes de 1439, que fue cuando se construyó el primer muelle artificial de Barcelona, lo que provocó la alteración de la dinámica litoral y que un sedimento diferente cubriera el pecio.
La instalación del Barceloneta 1 tiene una extensión on line con todos los detalles del barco y su hallazgo y estudio en la exposición virtual El port, una porta oberta a Barcelona. El testimoni del derelicte Barceloneta 1 (derelictebarceloneta.portdebarcelona.cat). En dicha exposición figuran una reconstrucción en 3D del barco y pormenorizadas explicaciones sobre su historia, su excavación y conservación por parte del Centro de Arqueología Subacuática (CAR), un proceso lento que requirió entre otras actuaciones tres años de desalado con agua dulce, otros tres de sustitución del agua por cera consolidante, y dos años de secado gradual hasta reducir la humedad al actual 55 %, además del diseño y construcción del soporte y la vitrina climatizada.
El director del Muhba, Joan Roca, subrayó al presentar la instalación y la exposición la extraordinaria importancia del Barceloneta 1 al que comparó por su excepcionalidad con Ötzi, el hombre congelado de los Alpes. En cuanto a la aparente paradoja de que un barco como el Barceloneta 1 no esté en el Museo Marítimo, Roca dijo que en este caso la embarcación está al servicio del discurso sobre el vínculo de Barcelona con el mar, algo propio del museo que dirige e imprescindible para entender la ciudad. Subrayó que no ha habido ningún malentendido con el museo de las Drassanes ni tampoco disputa, pugna o tensión algunas por el barco. El Barceloneta 1 se exhibirá por tiempo indefinido en el Palau Reial “hasta que aparezca algo mejor, lo que no es probable”.
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