Los empresarios confían la suerte del nuevo Govern al dúo Aragonès-Artadi
El empresariado intenta creer en el acuerdo entre ERC y Junts pero llama al nuevo Ejecutivo a gobernar ya y sin interferencias externas
Cerrar los ojos, cruzar los dedos y verlas venir. El empresariado ha recibido este lunes el acuerdo entre ERC y Junts, con la muleta de la CUP, como la frase hecha de los abogados: más vale un mal acuerdo que un buen pleito, y asumiendo que ese litigio eran unas nuevas elecciones sin visos de aclarar el panorama político de Cataluña. Con la esperanza de que hayan tomado buena nota de las continuas pugnas de los últimos cuatro años, la receta es conocida: unos nuevos Presupuestos adaptados a la actual situación y gestionar los fondos europeos como fórmulas para salir de la crisis actual. La fotografía de la actualidad es diáfana: medio millón de parados, el PIB cayendo un 4,3% en el primer trimestre y cierres de empresas como el de Nissan llamando a la puerta en búsqueda de solución.
“Si se dedican a gestionar y escuchan a sindicatos y patronales las cosas irán bien, pero sobre todo que gobiernen para todos los catalanes”, defendía este lunes Josep Sánchez Llibre. La desconfianza del presidente de la patronal Foment del Treball se dejaba sentir con un “esperemos que no hagan disparates”, aunque señalaba como un punto a favor del nuevo Ejecutivo los dos nombres que liderarán el proyecto: Pere Aragonès como presidente, y Elsa Artadi como presumible vicepresidenta económica. Al primero se le atribuye la etiqueta de socialdemócrata; a la segunda la de liberal. Pero a ambos se les reconoce ortodoxia en la gestión de las cuentas públicas, conocimiento de la economía y capacidad de diálogo con los agentes sociales.
La formación de ese tique presidencial no pasaba desapercibida entre los ejecutivos empresariales consultados por EL PAÍS. “Ambos son personas vinculadas a la actividad económica. Aragonès la ha vivido por el negocio familiar (hotelero) y Artadi ya estuvo en el Departamento de Economía cuando Andreu Mas-Colell era conseller. Si dejan de lado la cuestión identitaria y nos centramos cuatro años en la recuperación económica esto puede funcionar”, señalaba un directivo del ámbito financiero que demandaba la condición del anonimato por su papel de continuo interlocutor de la Administración, como solicitaron otros para poder hablar sin reservas. Otra directiva que manifestaba también su deseo de no dar su nombre por el mismo motivo ponía el acento en esos dos nombres como un garantía de estabilidad para el nuevo Govern que podría empezar a echar andar la próxima semana y lo extendía al resto del Ejecutivo: “En este Govern deben ser más importantes las personas que los partidos”. “Que estén cerca de la gente y se pongan en marcha en combatir la crisis. El verano no lo podemos desaprovechar”, sentenciaba ante la necesidad de sacar medidas adelante cuanto antes posible.
Hay una coincidencia acerca de la necesidad de que el Govern actúe como Gobierno autónomo y que sus decisiones no queden supeditadas a interferencias externas. Ya sea Waterloo para Junts (Carles Puigdemont) o la prisión de Lledoners (Oriol Junqueras) para ERC. Y más allá de las tres formaciones implicadas en el acuerdo de legislatura, algunos coinciden en que el PSC asuma un rol proactivo y no precisamente solo de oposición para dar estabilidad al Ejecutivo. “Para romper los bloques, que son absurdos, hay que hacer movimientos y el PSC los tiene que dar para romper los frentes identitarios”, afirmaba el financiero consultado.
“Queremos un Gobierno sólido y que respete al empresariado, que mire por la seguridad jurídica y sea capaz de llegar a acuerdos de colaboración público-privada”, apuntaba el presidente de los promotores inmobiliarios catalanes, Lluís Marçà, quien acusaba a los últimos ejecutivos de haber tomado iniciativas en el sector del ladrillo que han acabado degenerando en inseguridad jurídica. “El empresariado tiene miedo porque los gobiernos son antibusiness en todos los sentidos. Pinta mal porque el centro ha desaparecido, con Laura Borràs (cabeza de cartel de Junts en las últimas elecciones, ahora presidenta del Parlament) diciendo que Junts era de izquierdas. Todo ha de ser social o público y con la participación de la CUP no sé si este Govern facilitará la iniciativa empresarial”, señalaba otro directivo de una empresa de servicios, que remachaba: “Si los empresarios nacionalistas estamos así, imagina como debe estar el resto”.
“No nos gusta mucho, la verdad”, respondía otro gran empresario, declarado no independentista: “Que hagan como el PNV y que dejen al margen su ideología e intenten gobernar lo mejor posible. Aquí nadie habla de impuestos, ni del desempleo, ni de la gestión de los fondos Next Generation”, prosigue.
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