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El Park Güell recibe en ocho meses las visitas que antes de la pandemia tenía en uno solo

El Ayuntamiento propuso crear una ‘app’ para facilitar el acceso pero sigue sin ponerla en marcha

Blanca Cia
La escalinata del dragón, en el Park Güell, prácticamente vacía por la caída del turismo en Barcelona
La escalinata del dragón, en el Park Güell, prácticamente vacía por la caída del turismo en BarcelonaAlbert Garcia (EL PAÍS)

La pandemia de coronavirus ha provocado un cambio radical en el perfil de los usuarios que acuden al Park Güell de Barcelona. Los turistas son ahora una minoría. Desde que reabrió, en julio del año pasado, tres de cada cuatro visitantes son de Barcelona y de su área metropolitana. Antes de la era covid, el parque recibía en un solo mes una media de 766.000 visitantes, que son más de los 720.000 que ha recibido en estos ocho meses. De éstos, además, apenas 156.000 (el 20%) pasaron por taquilla.

Antes de la pandemia, el parque recibía cada año la visita de 3,2 millones de personas que pagaban por acceder a lo que antes era estrictamente la zona monumental. A eso hay que sumar otros seis que se paseaban por el resto del recinto y la zona forestal sin pasar por taquilla. La zona regulada del parque son ahora las 12 hectáreas centrales, una modificación que se realizó al reabrir tras el confinamiento de la primavera, según explicó entonces el Consistorio, con la intención de controlar mejor la masificación que sufría una de las obras más emblemáticas de Antoni Gaudí. También con esa intención se fijó un flujo máximo de 1.400 personas a la hora. Sin embargo, la caída del turismo, de momento, no ha hecho necesario ese control de aforo porque las cifras de visitantes están a años luz de ese umbral.

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Según los datos del Consistorio, que gestiona el parque a través de la sociedad BSM, el máximo de visitantes fue el pasado mes de julio con 103.300 personas, lo que supuso una media de unas 3.440 por día. Los meses de agosto, septiembre, octubre y noviembre, el parque tuvo de media unas 90.000 visitas. Los cierres perimetrales se notaron en la afluencia de visitas de fuera de Barcelona y en diciembre, enero y febrero no pasaron de 82.000.

La costumbre adquirida por muchos barceloneses de hacer deporte y pasear por las mañanas en los primeros meses tras el confinamiento se ha afianzado y son gran parte de sus visitas. En ausencia de turismo, los espacios del parque han dado cobijo también a la práctica de yoga, taichí y otras actividades, como lugares alternativos para fiestas de cumpleaños de niños o aperitivos de familias.

Un registro que no funciona

Los fines de semana son los días que registra más visitas y también es cuando se producen algunos incidentes en sus accesos. La cuestión es que mucha gente cree que con el DNI —en el que figura que su domicilio está en Barcelona— ya se puede acceder sin pagar. Registrarse en Gaudir Més, una plataforma municipal que posibilitaría acceder gratuitamente al parque, es imposible porque el registro no funciona. Y el compromiso anunciado por el Consistorio en julio pasado de hacer una aplicación móvil específica para agilizar el proceso de entrada gratuita para todos los barceloneses no se ha llevado a término. Tener el carné de las bibliotecas públicas es la única opción de acceso gratuito para los que no son vecinos de los barrios colindantes.

Hay visitas guiadas por el parque, que mantiene cerrada la casa Museo de Gaudí por la pandemia, y se ha convertido en una de las pocas salidas que pueden hacer los colegios en tiempos de pandemia. De hecho, cualquier día a partir de las diez de la mañana puede coincidir más de un grupo escolar. El jueves pasado, varios grupos de primaria de las escuelas de Sant Josep de Gràcia y la Escola Taxonera, de Horta Guinardó, escuchaban atentamente las explicaciones sobre la historia del parque. “Es la primera salida que hacemos este curso, para ellos es muy importante”, explicaba una de las monitoras del centro de Horta.

El parque suele ser visitado anualmente por todas las escuelas de Gràcia. Solía ser, también, visita obligada de muchos centros educativos de toda Cataluña y del sur de Francia, unas visitas que este año han caído en picado por la pandemia del coronavirus. Y precisamente por las restricciones y medidas de seguridad sanitaria que impone, el parque se ha convertido en un espacio para actividades deportivas y de patio para centros escolares que no tienen lugares adecuados. Todo ello confluye en la sensación en que muchas mañanas el parque se torna en un gran patio escolar.

Pilonas para evitar sustos

El Ayuntamiento de Barcelona aprobó esta semana una mejora en el control de accesos al parque, especialmente para evitar que puedan entrar vehículos. De la misma forma que después del atentado de La Rambla se colocaron pilonas para evitar la irrupción de vehículos en el paseo, ahora se instalaron esos mecanismos en algunas entradas del Park Güell que ahora resultan franqueables a los coches. De hecho, se ha producido algún episodio aislado. El Consistorio quiere que el parque “se sitúe dentro de los parámetros en seguridad de las personas y protección de patrimonio” e instalará también cámaras de vigilancia.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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