El independentismo pone las bases para la investidura

Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, fuerzas mayoritarias del independentismo, sentaron ayer las bases de un acuerdo para investir a Pere Aragonès presidente de la Generalitat antes del 26 de marzo, el día límite. Los dos partidos, que suman 65 votos sobre 135, precisan de al menos tres de los nueve escaños de la CUP para lograr la estabilidad. La composición de la Mesa del Parlament, con cinco miembros independentistas sobre siete, encarrila la negociación. Los anticapitalistas avisaron ayer de que no aceptarán chantajes ni darán un cheque en blanco.

Después de un mes de negociación, ERC y Junts han alcanzado un principio de acuerdo para articular una legislatura que refleje que el 52% de los votantes apostaron el 14-F por opciones independentistas. Las prioridades ahora pasarán por definir el plan y la estructura de Gobierno que permita al republicano Pere Aragonès alcanzar la presidencia. Con todo, y fieles a su relación volcánica, es más que probable que las conversaciones se apuren hasta las horas previas al día marcado en rojo para la investidura. Las heridas y las tensiones acumuladas en los últimos años no se curan en un día.

Nadie duda que el nombramiento de Laura Borràs como presidenta del Parlament es un paso encaminado a reeditar el Gobierno independentista. El propio Carles Puigdemont insinuó, en una entrevista en El Punt-Avui, que el acuerdo sobre la mesa y el del Ejecutivo no están ligados. “No se puede dar por ya hecho que nos vayamos a entender para hacer el Govern”, afirmó el expresident, que aspira a que ERC y Junts unifiquen su estrategia en el Congreso de los Diputados.

La CUP logró ayer por primera vez en su historia una plaza en la Mesa del Parlament, pero ni de lejos quiere ser una simple comparsa. Muy molestos por cómo han transcurrido las negociaciones para nombrar a Borràs —supieron que sería la candidata a presidir la Cámara solo con horas de antelación—, los anticapitalistas reiteraron que no entregarán a sus socios mayoritarios “un cheque en blanco”. “No aceptaremos chantajes”, avisó Dolors Sabater, líder del grupo, acompañada del resto de diputados. Los anticapitalistas, “preocupados” por la elección de una candidata investigada por corrupción, optaron por la abstención.

La CUP siempre había desligado el acuerdo de la Mesa con el del Govern. Y, de hecho, el diputado Carles Riera tachó el jueves de “temeraria” la estrategia de Junts de llevar al límite las negociaciones. Sus reivindicaciones pasan por frenar los desahucios, un plan de choque social, la revisión del modelo de orden público de los Mossosy en particular la moratoria del uso de las balas de foam y avanzar hacia la independencia. Su objetivo sigue siendo condicionar la legislatura y que no sea un “despropósito” como la anterior.

Pese a las tensiones que se adivinan, Esquerra insistió en que tiene prisa en cerrar el acuerdo. Marta Vilalta, secretaria general y portavoz de ERC, recalcó que el “compromiso” existe y que se trata de celebrar el debate de investidura antes del día 26. Sería una novedad, porque siempre apuran el calendario. Los republicanos reiteraron su voluntad de incluir en ese eventual gabinete a En Comú Podem, pese a que ayer quedaron fuera de la Mesa y a que esgrimen además su incompatibilidad con Junts. “Tendrían que hacer algún gesto y dejar de ser la muleta del PSC”, exigió Vilalta.

La jornada dejó empañada la relación entre los dos partidos. ERC estudió ceder una plaza a los comunes pero al final no cerraron la alianza. Jéssica Albiach, líder de la lista de izquierdas, acusó a Esquerra de haberles enviado a la oposición y de haber optado por hacer presidenta a Borràs pese a que en campaña decían que no podría ser candidata con los votos de ERC por estar siendo investigada por un caso de corrupción.

Los comunes, que apoyaron los presupuestos de 2020, temían desde el 14-F que ERC acabaría pactando con Junts al no atreverse a formar un tripartito con ellos y el PSC. Por ello, propusieron a Esquerra un gobierno de coalición con apoyo externo del PSC. Los socialistas no quisieron ni oír ni hablar de esa fórmula que vinieron a considerar peregrina porque fueron ellos quienes ganaron las elecciones (empate a 33 escaños con ERC pero victoria en votos). Fuera de cualquier negociación y con tres diputados, el PP lamentó que Borràs sea la nueva presidenta y le reprochó que hable de “ejemplaridad”.