Vacío y silencio en el Museo de Lleida
Pocos visitantes, tristes y enfadados, el día antes de entregar a Barbastro los últimos 42 bienes de la Franja en litigio
Hace años que el Museo de Lleida copa el interés de los medios de comunicación. No por la labor de conservación y difusión de su patrimonio. Si no por vivir en un continuo proceso judicial que pesa sobre parte de las 1.810 obras de su colección; muchas de las cuales han acabado viajando a otro museo, situado a uno 65 kilómetros de distancia, para quizá, no volver más. En pocos museos se ha vivido una pesadilla como la que han sufrido la docena de trabajadores del de Lleida. Si en diciembre de 2017 la Guardia Civil les obligó a entregar 44 piezas del Monasterio de Sijena. Tres años después, la historia se repite y 111 obras más, algunas con más de 125 años de historia común, van a marchar por orden de otro juez, pese a no haber sentencia firme.
Este martes, el silencio que reina en este museo que visitan unas 25.000 personas al año, se veía interrumpido por las voces apagadas de un grupo de escolares de cinco o seis años y por los medios de comunicación que buscaban los vacíos dejados por las 15 obras que hasta el domingo se exponían y que ahora están a punto de emprender un viaje a un destino donde no han estado nunca. Son obras de los siglos XII al XVII como los frontales de altar de San Vicente de Treserra y el de San Hilario de Buira, de donde es también una impresionante arqueta, el calvario de Tamarite de Litera, un retablo de San Cristóbal de Santaliestra, un bol de Benavente, así como dos piezas que llevaban más de 60 años en el culto de la iglesia de San Lorenzo, pegada al museo: las esculturas de San Miguel y de la Virgen María de Zaidín que los que fueron a misa el domingo por la mañana todavía pudieron rezar ante ellas.
Son las piezas más importantes del litigio que comenzaron a viajar el 15 y 22 de febrero, cuando se entregaron 23 y 5 obras que estaban en depósito en el museo, y continuó con la entrega el 5 de marzo de otras 42 obras que estaban en las reservas del museo.
Cercle de Amics: “Que Ponsa no venga a hacer anuncios. Estamos de duelo”
Lejos de las cámaras y de los medios trabajan cuatro técnicos de la empresa SIT, que ganó el concurso convocado por el museo por 25.000 euros. Está supervisados por las conservadoras Nuria, Carme, Meritxell y Esther que reviven estos días, sin la violencia de la presencia policial, el drama de ver cómo se marchan obras que hasta hace poco cuidaban.
“Hemos venido a verlas por última vez”, comentan Victoria y Pepita, dos asiduas del museo. “No hay derecho que dos obispos lleguen a un acuerdo y hagan estos desastres. Con cosas como esta acabamos de perder la fe. Confiamos en que algún día volverán, pero nosotras ya no lo veremos. Podrían repartirlas o hacerlas rotar”, explica Pepita. “No entendemos que no haya habido una respuesta más contundente. Las jerarquías políticas no han hecho nada y la gente casi no nos hemos enterado. Estamos convocados para mañana y si vinimos cuando lo de Sijena, también vendremos, aunque esté todo hecho, a pegar cuatro gritos a los que se las llevan, aunque ellos no tienen la culpa. Lo han hecho bajo mano. Estamos tristes y enfadados. Yo acuso”, comenta Victoria.
Carme, una enfermera jubilada, que ha trabajado en el Arnau de Vilanova, es una asidua del museo. Viene hasta tres veces al mes y cada día visita, detenidamente, una sala. “Tengo todas las piezas fotografiadas. Es un auténtico expolio. Hoy he venido sola porque mis amigas dicen que no quieren salir de aquí llorando”.
Y es que, si la salida de las obras de Sijena acabó en 2017 con cargas de los Mossos contra los que protestaban, las de ahora se han ido solas. Tampoco han dejado oír su voz los responsables del consorcio del museo: su presidenta, la consejera Àngels Ponsa y los vocales, el obispo, el alcalde de Lleida y el presidente de la Diputación, que han acatado la decisión judicial y han entregado las obras pese estar catalogadas y formar parte de la unidad de colección del museo. Este miércoles se espera a Ponsa en el museo Allí se verá las caras con los miembros del Cercle de Amics del Museu de Lleida que han convocado a las 11 una concentración. “La iglesia ha sido incapaz de encontrar una solución y los políticos han creado un falso imaginario que ni siquiera acepta un agradecimiento por haber guardado estas obras estos años”, explica Manel Larraga, vicepresidente de la entidad.
“Con cosas como estas acabamos de perder la fe”, dicen Victoria y Pepita
“Ha habido una voluntad de hacerlo todo en silencio, quizá por miedo a la represión, no ha habido una oposición firme de los políticos a los que se les puede pedir toda la responsabilidad moral y política. La salida de estas obras ha sido vergonzosa. No le pedíamos que desobedeciera pero sí una posición firme en defensa del patrimonio y no la ha habido. Esperamos una disculpa de la consejera y no vamos a entender que aproveche su visita para anunciar que estas obras las sustituirán otras. No es el momento, estamos en duelo todavía. Lo que esperamos es que explique el plan de recuperación de estas obras”, asegura Larraga y la presidenta del Cercle de Amics, Maite Clivillé.
Tras la salida de las obras de Sijena se pensó en remodelar las salas de arte gótico, quizá como efecto terapéutico. Los trabajos comenzaron en febrero y estarán en marcha hasta finales de abril. Antes de acabar esta reforma, quizá este miércoles mismo, la consejera anunciará el importante depósito que proveniente del MNAC para intentar curar las heridas. Obras como la Dormición que Pere Garcia de Benabarre del retablo de Peralta de la Sal o el retablo de Sant Bartomeu, de Pere Espallargues procedente de la iglesia de San Martín de Capella, que adquirió en 2019 Tatxo Benet, después de que Aragón no lo hiciera. “La modernización del discurso museográfico de este museo, el único que explica a vida y el arte de la Franja, se podría hacer con las piezas que había, no es necesario que traigan otras”, sentencia Larraga.
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