La contaminación superó en noviembre los valores anteriores a la pandemia en Barcelona
El dióxido de nitrógeno supera los valores de la OMS pese a la caída del tráfico
Tenía que pasar en algún momento y fue en noviembre. Los niveles de contaminación del pasado mes en Barcelona fueron peores que el mismo mes de 2019, antes de la irrupción del coronavirus. La pandemia redujo drásticamente la movilidad y la contaminación, que durante las semanas más críticas del estado de alarma dejó el aire más limpio en décadas. Los niveles se han ido recuperando y ocho meses después, en el caso del dióxido de nitrógeno (NO2), contaminante vinculado al tráfico, en las dos estaciones más céntricas de la ciudad la media mensual superó los valores máximos de referencia tanto de la Unión Europea como de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son los más exigentes, alertó la web Contaminació Barcelona.
Los niveles medios de NO2 en las estaciones del Eixample (ubicada en la calle de Urgell esquina avenida de Roma) y de Gràcia (Travessera de Gràcia con Gran de Gràcia) fue de 42,3 microgramos por metro cúbico, superando por primera vez los valores mensuales de 2019 (41,7), indica la web divulgativa en su informe de noviembre. También por primera vez los valores volvieron a superar los de referencia anuales de la OMS, fijados en 40 microgramos por metro cúbico.
Al balance de noviembre tampoco ayudó el buen tiempo, porque la estabilidad atmosférica dificulta la dispersión de los contaminantes. Es una situación que se suele producir entre diciembre y febrero cuando se declaran episodios de alta contaminación. La buena noticia es que los valores todavía están por debajo de la media de los últimos cuatro años (56 microgramos por metro cúbico).
Los expertos consultados destacan que es preocupante que estos parámetros se alcanzaran en un contexto pandémico en el que el tráfico sigue por debajo de los niveles habituales (un 15% menos) de las fechas analizadas. En paralelo, el uso del transporte público cayó ligeramente respecto a octubre y la ocupación se situó sobre el 55%, según cifras de la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM). Noviembre se caracterizó también por la caída del tráfico en la ciudad los viernes, un descenso asociado a los cierres perimetrales de fin de semana, recuerda el informe.
“El punto clave es saber si el coronavirus a medio plazo habrá cambiado algo desde el punto de vista estructural”, plantea Miquel Ortega, físico, doctor en Ciencias Ambientales y responsable de Contaminació Barcelona. “La crisis económica derivada de la pandemia nos sitúa en un escenario donde potencialmente habrá menos movilidad, por la propia crisis y por el trabajo”, indica Ortega, que señala que la incógnita “es cuánta gente irá en coche”. Y le preocupa el impacto del aumento del reparto de mercancías derivado de la subida que han registrado las compras por internet.
En el caso de las partículas PM10 (las de mayor tamaño), en noviembre el valor medio detectado en las estaciones de tráfico fue de 24,4 microgramos por metro cúbico, muy por encima de un año atrás (16,52) y similar al de la media de los últimos cuatro años. El investigador del CSIC Xavier Querol se muestra también preocupado por el comportamiento de las partículas pequeñas (PM2,5), que “no han bajado tanto como consecuencia de los purines en la atmosfera, que provocan que el amoníaco reaccione y forme partículas”.
Querol señala que los datos sobre contaminación durante la pandemia muestran la clara vinculación entre tráfico y NO2 y apunta como receta que “la medida más eficaz para reducir la polución es recuperar el uso del transporte público”. “Suerte tenemos de que la gente teletrabaja, porque si no tendríamos un problema con el tráfico”, valora sobre los datos de noviembre.
“La contaminación es una pandemia silenciosa e invisible”
“Con la pandemia hemos podido ver cómo es la ciudad sin contaminación y sin ruido”, celebra. Y apunta: “Hemos de aprovechar que ahora la gente es más consciente y más capaz de actuar por el bien común para hacer entender que la contaminación es una pandemia silenciosa e invisible donde es muy difícil ver la causa y el efecto cuando la padeces”.
Desde Ecologistas en Acción, Maria García reprocha a las administraciones que “no fomenten ni refuercen suficientemente el transporte público” y defiende que en una situación de pandemia mundial “es el momento propicio para hacer una revolución y cambiar las cosas”. García califica de “eternamente tímidas” las medidas contra la contaminación del Ayuntamiento y lamenta “el ruido político y la confusión que generan cuando no tienen resultados”, en referencia, por ejemplo, a la Zona de Bajas Emisiones, que ha entrado en vigor cuando los coches que veta son residuales.
En este sentido, la activista critica que permitir o prohibir circular a los coches se base en lo que contaminan, “porque se incentiva comprar otros coches, aunque sean eléctricos”. Las emisiones derivadas de la fabricación de un vehículo equivalen a su circulación durante 150.000 kilómetros, asegura García.
El Ayuntamiento, “atento” a la evolución de los datos
A la petición de valoración de los datos de noviembre, fuentes municipales responden que están “atentos a los datos para ver cómo evolucionan y qué tendencia toman en los próximos meses, teniendo en cuenta todos los factores ambientales, para extraer conclusiones”. Contaminació Barcelona prevé que los malos datos de noviembre no evitarán que la ciudad cierre 2020 con niveles anuales inferiores a los de 2019.
La pandemia ha sacudido la movilidad y en las semanas más críticas de la pasada primavera llevó incluso a las autoridades a recomendar el uso del coche a quien tuviera que desplazarse para trabajar. Pasado el verano, el transporte público funciona con el 100% de su oferta, pero en septiembre los viajes todavía eran un 40% inferiores a 2019, según datos de la ATM.
El RACC reveló en un estudio reciente que los barceloneses hacen todavía un 20% menos de desplazamientos y que el 30% había cambiado de medio de transporte. El uso del coche se ha duplicado, indicaba el mismo informe.
El virus aplazó hasta septiembre las multas de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) —que veta a los coches más contaminantes—, y aceleró la peatonalización y creación de carriles bici en calles de la red básica como Pau Claris, Roger de Llúria o València.
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