‘Caso Voloh’: diálogos en la trastienda del ‘procés’
La investigación al entorno de Carles Puigdemont, tildada de “causa general” por las defensas, revela sombras de corrupción y tensiones en el independentismo
Las causas judiciales suelen poder resumirse en una frase. El caso 3% es la presunta financiación ilegal de Convergència. El caso Kitchen es el supuesto espionaje de Estado al extesorero del PP. Con el caso Voloh no es tan sencillo: investiga el presunto desvío de dinero público de la Generalitat de Cataluña para mantener, por ejemplo, al expresidente Carles Puigdemont en Waterloo (Bélgica), donde permanece fugado; pero también los desórdenes causados por Tsunami Democràtic, el enriquecimiento personal de empresarios con conexiones políticas y hasta una supuesta trama rusa para apoyar la secesión. Voloh es un viaje auditivo —las conversaciones telefónicas intervenidas por los investigadores nutren todo el sumario— a la trastienda del procés.
La multiplicidad de la investigación se ajusta al nombre con el que la Guardia Civil la bautizó. En la mitología eslava, Voloh es un dios complejo, con muchas atribuciones: de la tierra y del agua; de los bosques, la fertilidad o el ganado; de los lobos y las serpientes; de disciplinas como la medicina, la música o la magia; incluso del mundo subterráneo.
Las defensas de los 21 detenidos por delitos de corrupción (malversación, tráfico de influencias, prevaricación, blanqueo) ven en esa dispersión un motivo para la sospecha jurídica. Si se investiga casi todo, razonan, entonces hay una “causa general”, práctica que las leyes procesales no contemplan. Añaden los abogados que el proceso no se basa en indicios, sino en sospechas e hipótesis sin contrastar. Los involucrados van más allá y hablan de “montaje” contra el independentismo.
El origen del caso Voloh son dos archivos de audio hallados en el móvil de Víctor Terradellas, hombre de confianza de Puigdemont e histórico responsable de asuntos internacionales de Convergència. En mayo de 2018, Terradellas grabó sin permiso largas conversaciones con dos miembros del conocido como Estado Mayor del procés, un grupo de gente influyente que ayudó a Puigdemont a organizar el referéndum ilegal del 1-O desde fuera del Govern. Se trata de David Madí, exjefe de campaña de Artur Mas, y Xavier Vendrell, exconsejero de ERC, reconvertidos los dos en empresarios.
Terradellas fantasea con ellos, retrospectivamente, sobre lo que pudo ser y no fue. Sobre lo que aún puede hacerse. Dice que estuvo en contacto con un grupo ruso bien situado y que el Kremlin había prometido enviar 10.000 soldados si, a cambio, Cataluña reconocía la anexión de Crimea. El pasado 29 de octubre, cuando estalló la Operación Voloh, ese detalle sorprendente —contenido en los autos de entrada y registro— fue dado a conocer por el entorno de los investigados. El independentismo ha utilizado la historia rusa para ridiculizar toda la investigación judicial, que, como se vio más tarde, va mucho más allá de Moscú.
El juez ordenó, sobre la base de esos audios, intervenir los teléfonos e instalar micrófonos ocultos en los coches de Madí (un BMW) y Vendrell (Volvo). Las defensas creen que es un origen débil, inconsistente, y piensan atacar por ese flanco. Tienen una baza a su favor: la Fiscalía Anticorrupción se opuso a esas escuchas al no ver delito en una charla que también trataba, entre otros temas, sobre la creación de criptomonedas.
La Fiscalía ha quedado al margen de la labor del titular del Juzgado de Instrucción 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, y de la Guardia Civil. Ese distanciamiento explica en parte por qué el ministerio público no pidió ningún tipo de medida cautelar contra los detenidos. El juez se vio obligado a dejarles en libertad, hecho que fue celebrado por los investigados como prueba de que son inocentes y “víctimas de una persecución”, como dijo Vendrell días después en TV-3.
Durante más de un año, los agentes estuvieron escuchando a Madí y Vendrell hablar con personajes de primera fila de la sociedad catalana. Las grabaciones exhiben, a ratos, la cara oculta de la política catalana: las injerencias de Madí en el Departamento de Interior, el desprecio de Vendrell a los actuales dirigentes, las presiones por el control de TV3 (la televisión pública catalana), las dudas de los empresarios sobre el Govern de Quim Torra; las tensiones, rivalidades y traiciones en el mundo independentista. También han sacado a la luz irregularidades que pueden ser delictivas. Vendrell, por ejemplo, pide que consejeros de ERC (Alba Vergés, de Salud, Josep Bargalló, de Educación, y Chakir El Homrani, de Asuntos Sociales) agilicen sus asuntos privados. “Con todo lo que he hecho por este país y ahora me tocan los cojones”, dice, en una iluminadora declaración de principios.
El juez cree que Voloh muestra la “red clientelar” existente en la Administración catalana. La Fiscalía sostiene que hay que investigar más antes de sacar conclusiones. Y las defensas denuncian que es una causa general y además, “prospectiva”. “Han ido de pesca, a ver qué pillan, sin pruebas”, resume un abogado.
Fase preliminar
Los atestados de la Guardia Civil contienen expresiones que indican que la investigación está aún en fase preliminar: “No se puede esclarecer lo que ha podido suceder” (sobre la trama rusa); “no tenemos constancia de que haya obtenido subvenciones, pero es una posibilidad” (sobre CatGlobal; la entidad que recauda fondos para el mantenimiento de Puigdemont en Bruselas); “se hace necesario acreditar que ese trabajo no se realizó” (sobre un pago de la Plataforma Pro Selecciones Catalanas). También abunda el uso del condicional: “Es más que probable”, “no puede descartarse”, “es perfectamente posible”.
Los registros a 31 oficinas y domicilios y el análisis de documentación pueden acabar de consolidar algunas hipótesis, aunque otras líneas de trabajo ya están más asentadas. Por ejemplo, las irregularidades en las subvenciones al deporte catalán, con 800.000 euros destinados a un foro en Ginebra (Suiza) donde se habló de casi todo (Ruta de la Seda, migraciones) menos de deporte. O la recalificación urbanística de Villa Bugatti, un complejo donde se celebran bodas gestionado por Vendrell. En la entrevista en TV-3, el empresario respondió cómodo sobre la trama rusa (“se desmonta por sí sola”) pero mantuvo un prudente silencio sobre Villa Bugatti: “No entraré. Pero iremos desmontando las acusaciones una a una”.
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