“Somos los invisibles de Nissan. Nuestros despidos serán mucho peores”
Los proveedores de la multinacional japonesa empiezan a aflorar los excedentes de plantilla por el cierre
La dirección de Nissan iniciará el martes con el comité de empresa las negociaciones para cerrar tres de sus centros de trabajo en Barcelona. La mayor crisis industrial que sufre Cataluña en años está empezando a dejar huella en el parque de proveedores del fabricante de automóviles. Magneti Marelli ha anunciado a los sindicatos un excedente laboral de 57 personas y la gerundense Trety ha informado que la caída de demandas supone un sobrante de unos 40 trabajadores. Las administraciones avisaron a Nissan de que su decisión acarrearía, además de sus más de 3.000 despidos directos, problemas en otros 13.000 empleos.
Las empresas proveedoras están a la espera del inicio del proceso negociador de Nissan con los sindicatos, un diálogo que empezará a partir del 30 de junio, aunque la presencia de los representantes de los trabajadores no está asegurada. Frank Torres, vicepresidente ejecutivo de Nissan Rusia y la persona que la multinacional japonesa ha designado para gestionar el cierre de las instalaciones de Barcelona fue tajante en un encuentro telemático con los medios de comunicación el pasado jueves: “Sin diálogo esto terminará de una forma que no será satisfactoria para nadie”.
Mientras avanzan las conversaciones, los trabajadores de compañías suministradoras siguen sin saber cómo les afectará el cierre de la automovilística. Nissan no se ha puesto en contacto formalmente con su parque de proveedores porque no ha empezado el proceso negociador. La mayor parte de las compañías está capeando la falta de encargos a través de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por fuerza mayor que pusieron en marcha con el decreto del estado de alarma originado por la pandemia de coronavirus. Pero algunas empresas están empezando ya a preparar el escenario que seguirá a la situación trasladando a sus comités de empresa la existencia de un excedente laboral que se tendrá que aplacar mediante despidos.
Es el caso de Marelli Barcelona España, una empresa de 170 trabajadores que fabrica componentes y sistemas de climatización para Nissan y Renault. La amenaza de un expediente de regulación de empleo (ERE) por el cierre de Nissan es cada vez más concreta. Del total de trabajadores, 100 están ubicados dentro de las instalaciones de Nissan y solo trabajan para la multinacional japonesa, mientras que otros 70 se dividen encargos de Nissan y Renault en otras instalaciones. “Lo vemos muy negro, porque el empleo con Nissan es directo”, explica Manuel Ortiz, delegado sindical en la compañía por CC OO.
Marelli Barcelona España, que cuenta con cinco plantas y es propiedad de un fondo de inversión después de que Nissan vendiera su mayoría, comunicó hace una semana a los trabajadores que iniciaba un proceso de ERE para 57 personas. “Pero como las informaciones desde Nissan van cambiando, cancelaron el proceso y ahora estamos pendientes de que nos digan cómo será el ERE que quieren presentar. Nos lo dirán el 1 de julio”, explica Ortiz. La empresa “va totalmente a remolque de Nissan, como pollo sin cabeza”, y actualmente tiene a sus trabajadores en permiso retribuido después de estar unas semanas de ERTE.
La empresa va totalmente a remolque de Nissan, como pollo sin cabeza”Manuel Ortiz, trabajador de Marelli en Barcelona
La otra compañía en la que la dirección ha trasladado su primer análisis al comité de empresa es Trety, un fabricante de tapicería de Maçanet de la Selva. En una reunión celebrada el pasado miércoles se explicó que la pérdida de los pedidos de Nissan supondrán una merma del 32% de la facturación de la empresa, lo que supondrá una afectación sobre el 21% de la plantilla. Estos es, unas 40 personas de las 200 que trabajan actualmente en la factoría. “La intención es encadenar al actual el ERTE de fuerza mayor otro por causas organizativas y entonces buscar una salida para hacer despidos”, explica Joan Abelló, representante en el comité por UGT. Abelló no es optimista. En los últimos años la compañía ha sufrido un continuo proceso de deslocalización y los últimos despidos se produjeron en 2013. Tras el cierre de Nissan en Barcelona, la compañía seguirá sirviendo a la planta de Nissan en Reino Unido, Seat y Ford, entre otras.
Llueve sobre mojado
Otra planta donde están atentos a lo que les pueda deparar el futuro es la de Faurecia en Abrera. Allí la producción de Nissan solo representa el 10% del total de sus ingresos, pero llueve sobre mojado. Hasta hace poco la planta producía los salpicaderos de la versión antigua del Seat León, que ha sido descatalogado. El problema es que la multinacional francesa ha perdido ese contrato para la nueva versión del modelo y no hay, de momento, alternativa. A esto se añade el incendio que afectó en noviembre a las instalaciones de pintura. “De momento, estamos con un ERTE parcial y los 40 trabajadores que estaban produciendo para Nissan están entrando en las producciones para Seat para minimizar el impacto, pero el problema es que no tenemos nada a la vista y prolongar el ERTE solo va a ser un bálsamo”, afirma Verónica Amaya, miembro del comité de empresa.
Entre los sindicatos y los propios trabajadores se extiende el temor de que todo el protagonismo de la crisis se centre en la plantilla de Nissan, sin soluciones concretas para el resto de proveedores donde, dicen, los salarios son más bajos y las medias de edad más altas. “Siempre ha sido así: cuando Nissan se constipaba, sus proveedores pillaban una pulmonía”, explica Rafa Rosa, delegado sindical en la antigua Estampaciones Martínez, ahora filial del gigante Gestamp, cuya actividad depende en un 70% de las comandas de Nissan. Los grandes grupos tienen más posibilidades de encontrar alternativas de producción, aunque este momento de contracción de la automoción complicará ese tipo de soluciones.
“Somos los invisibles de Nissan y nuestras condiciones de despido van a ser mucho peores”, afirma Fran Ruiz, cuyo periplo a la sombra de Nissan ha sido largo y tortuoso. Llegó a los 20 años para trabajar en una de sus proveedoras, el fabricante de estructuras de asientos Esteban Ikeda; en 2009 vio cómo esa compañía cerraba y se fue al aeropuerto a ganarse la vida trasteando maletas; volvió en 2014 para hacer exactamente lo mismo que antes en Tachi-S. Pero por el camino ha perdido ingresos —”el otro día lo hablaba con mi mujer: mis últimas nóminas en Esteban Ikeda fueron de 2.300 euros y ahora soy técnico de calidad y me llevo 1.600 euros en 12 pagas”, dice— y juventud.
Ruiz desconoce cuál será su futuro, lo mismo que le pasa a los 500 trabajadores de Acciona Facility Services. Como Tachi-S, es una de las empresas que trabajan en el interior de las instalaciones de Nissan en la Zona Franca, en este caso encargadas de la logística interna. “Todavía no sabemos absolutamente nada. Nuestra empresa ha creado una bolsa de trabajo y nos ha recogido los perfiles para conocer las posibilidades para recolocarnos por los centros de trabajo que tiene por España”, explica Javier Trenado, quien denuncia también la continua incertidumbre en la que vive la plantilla de los proveedores de los fabricantes de vehículos. “Llevo 20 años aquí y he trabajado para cinco empresas distintas. Solo queremos que se nos visibilice y se nos reconozca”, clama.
Llevo 20 años aquí y he trabajado para cinco empresas distintas. Solo queremos que se nos visibilice y se nos reconozca”Javier Trenado, empleado de Acciona Facility Services
Otra de las empresas afectadas es Manufactura Moderna de Metales, un proveedor histórico de Motor Ibérica y Nissan desde los años cincuenta. Con la huelga en Nissan la facturación ha caído un 33% en esta empresa de 105 trabajadores dedicados a la producción de componentes. 18 personas trabajaban directamente en la planta de Nissan en la fabricación de sistemas de freno y una docena de trabajadores también estaban destinados a productos para Nissan, aunque lo hacían desde las instalaciones de su empresa. “No tiene buena pinta, pero vamos a todas las manifestaciones y apoyamos a los trabajadores en todo”, explica Manuel Delgado, del comité de empresa.
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