Barcelona estudia relajar las medidas de confinamiento de los ‘sin techo’ de la Fira

El Ayuntamiento de Barcelona estudia cómo adaptar las medidas de relajamiento del confinamiento, que se aplicaron a la población en general hace casi un mes, a las personas sin techo que viven en los pabellones de la Fira y que siguen sin poder salir a la calle. El Consistorio sopesa abrir, a partir del lunes, cuatro horas al día las puertas del recinto, según fuentes implicadas en la gestión del equipamiento. El siguiente paso sería, a partir del 1 de junio, que los pabellones se usasen solo para dormir. Oficialmente, el Ayuntamiento solo explica que aún están diseñando el plan de futuro de las instalaciones. En ellas viven en la actualidad unas 360 personas.

Una de las principales críticas a los dos albergues, repletos de literas individuales es que las personas que viven en ellos no pueden salir, a no ser que sea por motivos excepcionales y acompañados de los trabajadores. Quien se marcha de la Fira, algo que pueden hacer en cualquier momento, ya no puede volver. Durante la etapa más dura del confinamiento, el Consistorio alegaba que no había ninguna justificación para salir a la calle. Durante la relajación de las medidas del encierro, esgrime que no pueden salir por “motivos sanitarios”, ya que lo principal es garantizar que no haya contagios en el interior.

La concejal de Junts per Catalunya Neus Munté denunció el martes las “dificultades con las que se han encontrado estas personas acogidas para ejercer su derecho al confinamiento y poder salir a la calle como todo el mundo”. El Consistorio asegura que no han tenido peticiones de personas que quisiesen salir a practicar deporte, por ejemplo, recuerdan que la estancia es voluntaria y que se han ido adaptando a diversas circunstancias, como permitir el seguimiento del ramadán. Munté también criticó que en la Fira “ha sido mucho más difícil poder detectar y atender necesidades de forma individual, tanto sanitarias como psicosociales” y señaló que se han producido peleas y conflictos.

En la nueva etapa que diseña, el Ayuntamiento planea realizar pruebas PCR a todas las personas que viven en los pabellones antes de cerrarlos, algo que se hará “entre junio y septiembre”, según anunció el martes la comisionada de Acción Social, Sonia Fuertes, en una comisión municipal. Fuentes vinculadas a los equipamientos aseguran que el cierre probablemente estará más cerca de septiembre que de junio.

Los dos pabellones de la Fira, gestionados por Cruz Roja y Fundació Salut i Comunitat, acogen desde el 25 de marzo solo a hombres sin adicciones. Por ellos ha pasado unas 800 personas, según fuentes policiales. El Ejército cocina para uno de ellos, y en el otro hay un servicio de catering. Vigilantes de seguridad privada, con el apoyo de la Guardia Urbana, velan por la seguridad. En el interior se ha vivido un delicado equilibrio, y los gestores incluso alertaron de que se reproducían lógicas de ambientes carcelarios.

Un perfil anónimo de Twitter, @dillunscadadia, supuestamente de trabajadores, ha denunciado lo que entiende que son malas praxis. Entre otras, han criticado que se mojasen pertenencias de los residentes, que solo se garantiza “comer, dormir y evitar conflictos (con praxis cuestionables)”, que no hay “ningún tipo de dinamización”, y que los residentes, que solo puede ducharse “tres veces por semanas”, salen a un patio “a pleno sol”. Este diario pidió visitar las instalaciones, pero el Consistorio alegó motivos de privacidad de sus usuarios y la necesidad de los gestores de trabajar en calma para no autorizarlo.

El Ayuntamiento ha habilitado 700 plazas para personas sin techo en la ciudad, entre ellas, 72 específicas para mujeres, que se suman a las 2.200 ya existentes. Alega que la Fira es una solución excepcional para una crisis sanitaria también excepcional.

1.239 personas durmiendo en la calle

Un nuevo recuento anual de la fundación Arrels, dedicada a la ayuda de personas sin hogar, cifra en 1.239 las personas que siguen viviendo en las calles de Barcelona durante la pandemia. El recuento se llevó a cabo el pasado 14 de mayo, con la ayuda de 600 voluntarios y una aplicación creada por la propia fundación. Cada voluntario recorría un perímetro cercano a su domicilio, en las horas en las que está permitido salir, para cumplir con las normas del confinamiento.

La cifra es parecida a la del año pasado (1.195), cuando se hizo otro recuento oficial. Eso indica que buena parte de las personas que habitualmente viven en las calles de Barcelona no han acudido a los equipamientos habilitados por el Consistorio, que hay más personas sin hogar, o una combinación de las dos posibilidades. Entre los motivos aludidos para no ir a la Fira: la imposibilidad de salir cuando quisiesen, que no pudiesen acudir con sus mascotas (el Consistorio ofrecía unas plazas en protectoras) y también el temor a contagiarse en su interior.

Arrels advierte que los datos apuntan a que “personas que tenían un techo han visto cómo sus hilos se han roto” durante la pandemia, explica en un comunicado su director, Ferran Busquets. Y apunta a que “uno de los retos” una vez cierren los equipamientos municipales de refuerzo para sin techo como el de la Fira es que esas personas no tengan que vivir en la calle. “Si esto ocurre, la frustración de las personas aumentará y será mucho más difícil actuar”, señala Busquets.

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