El coronavirus tensa la cadena del libro
Unas 60 librerías plantean no pagar a los distribuidores, que ultiman ERTES que podrían afectar al menos a 500 personas en Cataluña
Los nervios que genera la crisis del coronavirus están empezando a hacer mella en el mundo del libro, quizá de las industrias donde sus diversos componentes (autores, traductores, correctores, ilustradores, editores, distribuidores, libreros…) son más interdependientes que en otros ámbitos económicos. Y esa mítica cadena se tensó ayer sobremanera al trascender que 63 librerías han planteado al Gremio de Libreros de Cataluña que el colectivo no abone de manera conjunta y unitaria las facturas de este marzo a los distribuidores, justamente una de las liquidaciones más importantes del año en el sector al recoger las ventas de la campaña de Navidad y Reyes.
“Ni es falta de previsión ni mala gestión: el de Navidad es uno de nuestros flujos de ingresos más importantes junto con Sant Jordi y con ellos sueles pagar gastos que arrastras, priorizas otros pagos; aquí el problema es que, por el coronavirus, hemos dejado de ingresar en seco desde hace casi 15 días y así será durante bastante tiempo; la situación es muy delicada para muchas librerías, que mayormente van al día porque el sector deja muy poco margen”, apunta Mari Carme Ferrer, presidenta de los libreros, como explicación a la inquietante petición de las 63 librerías, de todas las dimensiones y mayormente de Barcelona, si bien también hay de Tarragona y Girona.
Ferrer descarta que la decisión de no pagar ahora a los distribuidores sea generalizada entre las librerías y que pueda adoptarse como postura oficial del gremio, posición que además podría plantear, según otras fuentes consultadas, problemas jurídicos. “Estas peticiones es mejor hacerlas a nivel individual y me consta que hay la máxima predisposición por parte de los distribuidores; toda la cadena del libro sabe que hay que salvar a las librerías porque son su eslabón más débil”, confía Ferrer, que, aclara, “no estamos pidiendo que se nos condonen esas facturas sino un aplazamiento". En la misiva enviada al gremio por los libreros piden precisamente que no se emitan las facturas de este mes y se alarguen el vencimiento de las mismas 60 días. La presidenta, “por ahora”, no ha detectado entre los agremiados ningún cierre. Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), sí: “Eso, desgraciadamente, lo estamos mirando todos: en mi librería somos cuatro y un quinto a media jornada; es gente buena, que lleva con nosotros el que menos 13 años y no los quiero perder; cuando pase esto, los recuperaremos”, espera.
“Tenemos buena predisposición, el sector del libro es y debe ser solidario, pero si a finales de marzo no nos paga ninguna librería, los distribuidores no podremos pagar a los editores y éstos, a su vez, no podrán pagar ni a sus trabajadores ni a sus imprentas ni a nadie y entraremos en una espiral muy peligrosa”, admite Martí Romaní, presidente del Gremio de Distribuidores de Publicaciones de Cataluña, un sector muy polarizado entre empresas de tres o cuatro trabajadores y otras de 80 a 100 empleados y que tampoco se va a librar de los ERTE. “Las distribuidoras hemos pasado de tener entre 150 y 200 pedidos de media a apenas tres o cuatro; es insostenible”, justifica. Romaní desconoce cuántos trabajadores podría quedar afectados por esos expedientes, pero fuentes conocedoras apuntan “al menos, entre 400 y 500 personas”. Sumándolos con los que se barajan en el resto de España, la distribución alcanzaría los 3.000.
La decisión de los libreros inquieta también a los editores. “Si entramos en la dinámica de que nadie paga a nadie las consecuencias pueden ser irreparables”, alerta Joan Carles Girbés, director editorial de la cooperativa cultural Som (Ara Llibres, Amsterdam, Bernat Metge…) y presidente de la Setmana del Llibre en Català. “Si nos quedamos sin cobrar lo de Navidad y dejamos de vender por Sant Jordi nos habremos perdido las dos campañas más fuertes del año para los sellos comerciales”, apunta. Y desliza que es ahora en marzo cuando los editores suelen liquidar los derechos de autor a escritores e ilustradores.
Y es que el efecto dominó afectaría también a muchos profesionales independientes, satélites de las editoriales: ocho de cada diez contratan colaboradores externos. Entre estos, quienes temen lo peor son los traductores editoriales, unos tres mil en España, que intuyen una crisis en diferido: ahora siguen trabajando, pero los editores, que en sus inevitables reorganizaciones de programación por la crisis del coronavirus priorizarán presumiblemente autores nacionales frente a los extranjeros, han empezado a retirarles títulos ya apalabrados para finales de año y principios de 2021. La cadena del libro se tensa por todas partes.
Quejas por la iniciativa 'Llibreries obertes'
“La falta de liquidez de las librerías no pasa por no pagar a las distribuidoras y que se pare ahí la maquinaria económica del sector”, sostiene el editor Joan Carles Girbés, que asegura que, amén de las ayudas de las administraciones, para eso lanzó el pasado lunes desde Som, junto a la consultora digital Mortensen, la plataforma 'on line' Llibreries obertes, que promueve una compra avanzada de libros para dotar de liquidez ahora a las tiendas cerradas por la crisis del coronavirus. Pero la tensión que vive el sector hizo que algunas librerías protestaran por su inclusión en la iniciativa sin haber sido consultadas, por el cobro de sólo el 50% de la compra y el resto cuando abran y el cliente reciba el libro o porque se direccione la venta a la página del proyecto y no a la web de cada librería. “Cierto, por hacerlo deprisa no habíamos hablado con todos, pero ya se está solventando, y sobre el porcentaje avanzamos en un primer momento más del doble de lo que suelen cobrar las librerías de una venta que no les cuesta nada y del que no han hecho ni pedido y que de otro modo tampoco harían… No, no hay tesorería oculta, como lo del 'link' es para centralizar la campaña y porque algunas librerías pequeñas no tienen”, se explica Girbés, que contrapone que ya son 151 las librerías que en solo 24 horas se han añadido a las primeras cien. La iniciativa se propone alcanzar en las tres semanas que los organizadores calculan que dure la campaña los 30.785 libros que se vendían cada día en marzo de 2019 en Cataluña. La facturación, al menos, de un día. La noche del martes se llevaban 1.179; faltan 29.606.
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