Del panteón real de Poblet a la feria de anticuarios
FAMA reúne miles de piezas, desde arpones para matar ballenas a obras medievales y dibujos de Botero
Tras la desamortización de 1835 la mayoría de edificios religiosos de España fueron expoliados. El monasterio de Poblet, uno de los panteones reales de los reyes de la Corona de Aragón, también. Fue incendiado y destruido y la mayoría de sus obras de arte saqueadas. Incluso los relieves de los panteones que crearon en el siglo XIV Jaume Cascalls y su discípulo Jordi de Déu. Pocos saben que lo que puede verse hoy en la iglesia del monasterio cisterciense es fruto de la restauración realizada a mitad de los años cincuenta del siglo XX.
Muchas de las obras acabaron en el mercado del arte, como las pequeñas figuras de los plañideros que aparecen, en forma de friso, junto a las tumbas de los reyes que se enterraron en estas tierras de Tarragona. Algunas de ellas han acabado en museos como el Louvre de París, los Cloisters de Nueva York o el Marés de Barcelona. Ninguna tan completa como la que está a la venta desde ayer, hasta el próximo domingo, en la galería Palau Antiguitats de la Feria de Arte Moderno y Antiguo de Barcelona (FAMA). De alabastro y apenas 38 centímetros de altura, el doliente de Cascall, con su sotana hasta los tobillos, dejando ver la punta de su espada, es una pieza digna de un museo y una de las más destacadas de toda la feria.
Este año FAMA se ha visto comprimida entre la celebración de Arco y Maastricht, la más prestigiosa del anticuariado mundial. Es una de las causas por la que los expositores han pasado de ser 30 en 2019 a los 22 de este año, pese a que las piezas expuestas son parecidas, “alrededor de unas 4.000”, aclara su directora Macarena Masip. “El plonarer de Poblet es una pieza digna de la feria de los Países Bajos. Allí valdría tres o cuatro veces más”, explica uno de los expertos tras pasearse por la feria para ver si todas las obras cumplen los requisitos. “Se han hecho más rectificaciones que retiradas de piezas”, puntualiza Sergi Clavell, presidente de FAMA y responsable de la galería Clavell & Morgades, delante de un magnifico paisaje de Joaquim Mir nunca visto y que desde que se pintó en 1927 hasta hace unos meses estaba en el comedor de una casa.
En la feria pueden verse objetos de todo tipo. Como las excepcionales joyas antiguas de Joyería Vendome, de Madrid; entre ellas un brazalete de 160 gramos de oro de los años cuarenta y un conjunto de collar, pulsera y anillo de enormes esmeraldas Art Nouveau. “La gente las compra buscando piezas únicas, después de descubrir que la joyería actual es toda muy parecida”, explica su responsable.
Es la misma filosofía del que compra alguna de las piezas marinas de la gallega Nautilus. Como un conjunto de arpones para pescar ballenas y cachalotes, maquetas y modelos de barcos, hachas de abordaje del siglo XIX y escafandras de buzo de comienzos del XX. También del que se llevaría un raro Sorolla de 1885, un oscuro cuadro de cuando el valenciano estuvo becado en Roma, que dedicó a su profesor, en el que pintó un entierro en una de las catacumbas de la Ciudad Eterna. Se puede comprar en Art Petritxol por entre 70.000 y 100.000 euros.
La Galeria Gothsland, después del éxito de la exposición sobre los Quatre Gats —más de 28.000 visitantes— expone algunas de las obras que se vieron en esa muestra, como los dibujos Opisso, inéditos, de Gaudí trabajando o moribundo. Se ponen a la venta, por primera vez, cuatro de las invitaciones impresas para ver en este templo de la modernidad las exposiciones de Regollos, Nonell, Gosé y Dalmau, entre 1898 y 1899.
Los libros antiguos también están presentes en FAMA de la mano de Llibreria Anna Balaguer, con obras como las Constitucions i Altres Drets De Catalunya, de 1704 (2.500 euros) y una misal editado en 1677 perteneciente a la iglesia de la Mercè de Barcelona (6.000 euros).
Artur Ramon es uno de los que ha hecho doblete, están en Maastricht y en Barcelona. A las Drassanes ha llevado un poco la marca de la casa: cerámicas de reflejo metálico y botes de farmacia, una arquilla veneciana y una cómoda catalana, las dos del siglo XVI y obras de Joaquím Mir, Clarà y Subirats. “Todo entre 6.000 y 80.000 euros”, explica Mònica Ramon.
Una de las obras más grandes y seguramente las más cara, es Perfil, un óleo y arpillera de Manolo Valdés (2007) que se vende en David Cervelló Galería. Está junto con cuatro dibujos de Joan Miró, una pintura de Juan Genovés, otra de Plensa, además de obra gráfica de Tàpies. No es la única galería con obra moderna, en Sadurní Galeria d’Art puede verse La couple, un raro dibujo de Botero (2004), en el que llama la atención la ausencia del intenso color de sus obras; además de piezas firmadas por Antoni Fabrés, Tàpies y cinco de Josep Maria de Sucre. Todos son rostros. En los pequeños, el responsable de la galería aclara: “Murió en la indigencia en 1960. Estos los llevaba en los bolsillos de su abrigo y los ofrecía a quien se cruzaba por 100 pesetas”. Ahora no sabemos lo que valen.
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