Subir el sueldo un 5% no es suficiente para atraer jóvenes al sector del mantecado en Estepa
El pueblo de Sevilla espera vender 16 millones de kilos en un mercado que deberá adaptarse a los cambios que demandan los nuevos tiempos
En Estepa (Sevilla), las 21 empresas del municipio que se dedican al mantecado y los polvorones, esperan vender 16 millones de kilos de estos dulces en su campaña de Navidad que este año transcurrirá entre septiembre y finales de diciembre. En otras ocasiones incluso ha empezado en julio. Pero este sector, que es fundamental para la economía de la localidad, y cada vez más de la comarca, se enfrenta a la necesidad de sortear el problema de la estacionalidad para atraer a las nuevas generaciones. Los jóvenes ya no están tan interesados en un empleo temporal y, por ello, las fábricas de mantecados y el sindicato UGT han llegado a un acuerdo para aumentar los salarios en un 5%, un incremento que, pese a superar la media en España (3,1%), según el último dato del Ministerio de Trabajo, no es suficiente para atraer a una mano de obra más interesada en empleos que duren todo el año y donde las jornadas laborales no sean tan largas.
En la fábrica de La Estepeña comentan que a principios de septiembre ya tenían toda la maquinaria en funcionamiento, pero que todavía necesitaban manos. “Nunca nos había pasado”, dice Marcos Galván, gerente de la empresa. “A 18 de septiembre la plantilla ya está cerrada, pero este año sí nos ha costado más”. Esta empresa emplea a 220 personas, y según Galván, casi la mitad vive en otros pueblos de la comarca, cuando históricamente con los vecinos de Estepa era suficiente para cubrir los puestos de trabajo.
En cambio, desde el sindicato UGT, que aglutina a todos los trabajadores afiliados del sector de los mantecados y polvorones del municipio, se asegura que no tienen constancia de que en Estepa haya habido problemas con los turnos y las rotaciones. Manolo Ponce, encargado de UGT FICA (Federación de Industria, Construcción y Agro) en Sevilla, considera que las condiciones laborales y económicas son bastante buenas. “No es que queramos darle publicidad a las empresas, pero es así”, afirma. “Sí que es cierto que ahora los jóvenes tienen interés en tener más estabilidad. Si te metes en esto igual luego tienes que estar con la aceituna, el trigo, el maíz… En estos sectores también existe esta situación”, asevera Ponce.
La mejora de las condiciones laborales viene provocada por esta pérdida de mano de obra. Un trabajador con 40 años de experiencia en el sector del mantecado, que prefiere no dar su nombre, explica que hace 15 años podías “echar 16 o 18 horas diarias incluyendo sábados y domingos”. El hombre reconoce que ahora las condiciones laborales han mejorado. “Antes el convenio no se cumplía y ahora ha cambiado mucho porque no hay demasiada mano de obra”. Aunque hoy también existen sus inconvenientes, como que “las horas extra no se pagan como debería hacerse”, pero matiza que no puede asegurar que funcione así en todas las empresas. Añade que antes esas horas las pagaban en negro, y que hace años tardaban varios meses en abonar el sueldo de la campaña. Destaca, además, que todos los años llega gente nueva para trabajar en la elaboración de mantecados y muchas veces duran dos días en el puesto.
Este trabajador forma parte de una minoría en el sector, ya que alrededor del 85% de la mano de obra son mujeres. Una de ellas es Inmaculada Valderrama, tiene 37 años y lleva siete en la fábrica Enrique Moreno, pero vive en Marinaleda, un pueblo cercano. Describe las campañas como “duras”. “Se trabaja fuerte, temperaturas muy altas, pasas calor, luego frío, son muchas horas… Pero te sale rentable porque al fin y al cabo es un trabajo temporal”. Ella cree que el trabajo es delicado y que esta alta tasa femenina en el sector se mantiene porque ellas son más cuidadosas a la hora de manipular los alimentos. El alcalde de Estepa, Antonio Muñoz (PSOE), destaca también el carácter familiar de este negocio y cómo antiguamente el testigo iba pasando de abuelas a madres y de madres a hijas.
Valderrama, en cuanto a las condiciones laborales, cree que todo el mundo puede a lo mejor tener alguna queja, pero “cositas leves”. Una vecina del pueblo que trabajó durante tres años en una de estas fábricas llama la atención sobre la dificultad de protestar por los problemas laborales, ya que al ser un pueblo pequeño (Estepa tiene poco más de 12.000 habitantes), “si te quejas se corre el rumor y ya no te llaman más”. La mujer agradece que haya trabajo, pero “que lo paguen bien”.
El empleado anónimo coincide con este miedo. “Aquí nos conocemos todos, si hablas un poco de más pues igual ya no te contratan”, manifiesta. Sí que agradece que el sector del mantecado ha dado mucha vida al pueblo, “pero porque la gente de aquí hemos trabajado mucho”. Recuerda que hace cuatro décadas algunas chicas empezaban a trabajar con 14 años y también echaban 16 horas todos los días. “Al llevar dos o tres meses la piel de los dedos se les pelaba y les salía sangre.” Él es crítico con el convenio. “No está muy allá, aunque haya mejorado. Los delegados que se eligen suelen ser los que llevan más tiempo, y claro, son los que menos pueden protestar”, concluye el trabajador.
Cuestionado por estas afirmaciones, el delegado de UGT FICA se muestra sorprendido. Señala que ellos siempre están abiertos a todas las cuestiones laborales. Ponce es rotundo: “Con venir al sindicato es muy fácil, si no vienen no podemos hacer nada. Y animamos a que ante cualquier situación de incumplimiento, se pongan en contacto con nosotros”. José María Fernández, presidente del Consejo Regulador de Mantecados y Polvorones de Estepa, invita a los trabajadores a que denuncien malas prácticas en el sector porque, además del perjuicio para el trabajador, también lo sufren las empresas que sí cumplen.
Fernández insiste: “A mí hay veces que me llega algún trabajador y yo le paso con el representante sindical”. Comenta que la opinión general es que los trabajadores están contentos, aunque como todo es mejorable. Se muestra aliviado por el cambio que ha habido en el sector en los últimos 10 años. “Afortunadamente, las condiciones han mejorado en cuanto a salarios y jornada laboral, por ejemplo esta última no estaba regulada antiguamente y tampoco las horas extras”.
Javier González es el director comercial de la empresa Mantecados Enrique Moreno y, de igual modo, reconoce que al tratarse de un trabajo de campaña, no es muy atractivo para la gente, aunque en su empresa no ha habido problemas para llenar la plantilla. “Lo normal es tener que incorporar 20 o 30 personas nuevas cada año, que tienen que ser formadas y esto sí que nos genera menos productividad”, resalta. En su empresa el salario de operario base está en torno a un 3% por encima del salario mínimo y ya han empezado a recibir pedidos de mantecados desde inicios de septiembre.
Otro aspecto que está lastrando el sector es el encarecimiento de las materias primas. Galván, gerente de La Estepeña, lamenta que el cacao ha triplicado su precio. González también acusa la subida de este producto y menciona también que “otros años subía mucho la manteca, otros la harina…”. Ambos coinciden en que desde la pandemia la inflación de las materias primas ha complicado el negocio.
El alcalde de Estepa no se muestra preocupado con el futuro del sector del mantecado. “Al menos a medio plazo yo no creo que vaya a haber un problema. Tendremos un proceso de cambio, de adaptación y de modernización. Considero que el reto está ahí, en la industrialización y en mejorar la capacidad productiva”. Para Muñoz, una industria con tanta historia, que ya en el siglo XIX contaba con 200 fábricas, sabrá encontrar la forma de adaptarse.
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