La ruina de Abengoa sume en la incertidumbre el destino de su excepcional ‘murillo’
Si el juez concursal decide sacar a subasta ‘San Pedro Penitente’, que estuvo dos siglos desaparecido, el cuadro podría volver a salir de Sevilla si el Gobierno o la Junta no lo compran antes que un coleccionista privado
Bartolomé Esteban Murillo pintó en 1675 el cuadro San Pedro Penitente por encargo de su amigo, el canónigo Justino de Neve, para ser expuesto en el Hospital de los Venerables, en Sevilla. Y allí se mantuvo hasta que en 1810 formó parte del gran expolio que el mariscal Soult, al servicio de Napoleón, realizó en la ciudad hispalense durante la Guerra de la Independencia. Entonces se perdió el rastro de una de las obras más singulares del artista sevillano hasta que, dos siglos más tarde y gracias a una ardua labor detectivesca, se localizó en la casa que un coleccionista iraní tenía en la Isla de Man.
En su momento de mayor efervescencia empresarial, el gigante de las renovables Abengoa adquirió el cuadro en 2014 por seis millones de euros para, en lo que se consideró una muestra más de su compromiso con la ciudad de Sevilla, devolver el lienzo al lugar para el que fue creado: el Hospital de los Venerables, que además es la sede de la Fundación Focus, creada por la compañía en 1991, con motivo de su 50º aniversario. Ocho años después, la profunda crisis que atraviesa la empresa, que acaba de ser disuelta, podría abocar a la pintura a un nuevo éxodo forzado, si el juez concursal decidiera sacarlo a subasta y acabara en manos de un coleccionista de fuera de Sevilla.
“Esta no es una obra cualquiera de Murillo, es excepcional y debe permanecer en Sevilla”, señala Benito Navarrete, experto en la obra del pintor sevillano y presidente de la Comisión de Bienes Muebles de la Consejería andaluza de Cultura. Él es partidario de que sea el Gobierno central quien adquiera el lienzo para garantizar que se mantenga en la ciudad. El Ayuntamiento hispalense también ha lanzado una ofensiva para que la obra que tanto costó restituir a su lugar de origen no vuelva a salir del patrimonio cultural sevillano.
La incertidumbre que rodea a Abengoa se ha trasladado al destino del único cuadro que posee en propiedad. Como en el caso del San Pedro, la compañía adquirió en 2007 la Santa Rufina de Diego de Velázquez (por 12,47 millones de euros), un hito para la Fundación Focus, y en 2009, cerró la compra de la primera Inmaculada pintada por Velázquez y de la Santa Catalina de Alejandría (1650), que Murillo creó para la iglesia del mismo nombre de Sevilla y que también formó parte del expolio de Soult. Pero a diferencia del San Pedro, Abengoa, en ejercicio de su responsabilidad social corporativa, cedió el resto de los otros cuadros a la Fundación Focus, que está a salvo del destino final de la empresa al tener independencia jurídica.
El murillo de Abengoa, sin embargo, es uno de los bienes incluidos en el concurso de acreedores en el que la matriz está inmersa desde febrero de 2021 y que el pasado 1 de julio entró en fase de liquidación. Para evitar una futura subasta que atrajera a coleccionistas extranjeros, la Junta de Andalucía inscribió la obra en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC), para que no pudiera salir de España. Algo que también hizo con la Santa Catalina, el otro murillo propiedad de la Fundación Focus. Cuando la Consejería tuvo conocimiento de que esta entidad quería vender ese cuadro, ejerció su derecho de tanteo y se la compró por 1.089.000 euros.
“La Junta ya ha garantizado que uno de los murillos se quede en Sevilla, ahora le corresponde al Gobierno mostrar su compromiso”, sostiene Navarrete. El ministro de Cultura, Miquel Iceta, se mostró favorable a que su departamento se hiciera con el lienzo durante su última visita a Sevilla el pasado mes de mayo, para garantizar que “el patrimonio no se dispersa”. La condición, sostuvo, es que el cuadro saliera primero al mercado.
“El cuadro es irrelevante para Abengoa”
Esta circunstancia puede darse si, en el caso de una liquidación de Abengoa, el juez que dirige el concurso decidiera subastar la pieza o si antes algún interesado trasladara una oferta al administrador concursal o a Abengoa. “Entonces deberían comunicarlo al juez y este podría establecer un plazo para la venta concurrencial para que se presentaran otras ofertas, en cuyo caso se haría una subastilla entre los postores”, explica José Sánchez, miembro de la Asociación Profesional de Administradores Concursales. “El cuadro se puede poner a la venta en cualquier momento porque no es un bien necesario para la actividad de la compañía”, apunta.
Clemente Fernández, que hasta el pasado viernes era el presidente de Abengoa S. A., la dueña del Murillo, indica a este diario que el San Pedro ahora mismo está tasado en unos ocho millones de euros. “Pero al estar catalogado como BIC y no poder salir de España, su precio en una subasta disminuye, el comprador lo sabe, pujará menos y habrá menos competencia”, explica. Fernández calcula que podría venderse por cinco millones de euros.
Consuelo Durán, directora de Durán Arte y Subastas confirma que la condición de BIC de las piezas de arte “limita a la hora de la puja”. Sostiene que los ocho millones en los que el presidente de Abengoa establece el valor del San Pedro “no son descabellados dada la importancia de Murillo en el mundo del arte”, pero recalca que no puede ofrecer una consideración concluyente sin conocer el estado de conservación y la calidad del lienzo. María García, delegada de Christie´s en España, coincide con Durán y añade que “el hecho de que la empresa titular esté en una situación financiera precaria no tiene por qué afectar al precio final que se obtuviera en la puja”.
Una circunstancia que tampoco parece preocupar al propietario. “El cuadro es irrelevante, no va a solucionar los problemas de la compañía”, opina. Una irrelevancia que, desde luego, no comparte el Ayuntamiento, ni los amantes del arte que considerarían un desastre que la ruina de Abengoa privara a la ciudad de nuevo de la obra de uno de sus pintores de referencia.
La Junta no se plantea repetir la operación que ha hecho con la Santa Catalina, sostienen fuentes cercanas a la Consejería de Cultura, que, recalcan que se decidió adquirir el Murillo cuando se tuvo la constancia de que había coleccionistas interesados y existía un riesgo de que saliera de la comunidad. Fuentes cercanas a la administración concursal de Abengoa aseguran que, hasta el momento, nadie les ha trasladado su interés por el San Pedro. Ahora deberá presentar el plan de liquidación de bienes, entre ellos el murillo.
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