Incertidumbres y miedos del PNV y EH-Bildu
Unos han perdido su tradicional hegemonía y otros temen haber tocado techo. Ambos partidos afrontan la falta de certezas que supone el cambio social de Euskadi
![Aitor Esteban, en el centro, junto a (de derecha a izquierda) Mikel Legarda, Idoia Sagastizabal, Andoni Ortuzar y Joseba Agirretxea, en 2023 en Bilbao.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IHGRNLETFZA7FJNQPEJ7BPXHSE.jpg?auth=e657c52b677d53010d2e8add60474b492d9a4a8cf358f383e5aa30634c56c90a&width=414)
![Luis R. Aizpeolea](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Ff032c279-3573-47a5-a57d-a7b6f47e9b37.png?auth=52e2cc61bf66c3e2879814e3c93a226021616ea94cf5743439c78732fc137c24&width=100&height=100&smart=true)
Así como las elecciones vascas del pasado abril confirmaron el profundo cambio social en la Euskadi del posterrorismo e iniciaron el cambio generacional, los procesos internos del PNV y EH Bildu han revelado las incertidumbres y sus miedos ante la falta de certezas en una comunidad inmersa en un mundo cambiante.
En el caso del PNV, su renovación no tiene precedentes. La anterior, de 2003, dirimió la pugna entre los soberanistas de Joseba Egibar y el lehendakari Juan José Ibarretxe, y los pragmáticos de Iñigo Urkullu y Josu Jon Imaz al que sustituiría luego Andoni Ortuzar. Su victoria enterró el plan soberanista de Ibarretxe y el PNV recuperó cotas importantes de poder.
En la renovación del PNV hoy no se dirimen divergencias políticas. Sus principales contrincantes, el retirado Andoni Ortuzar y el virtual ganador Aitor Esteban representan el mismo nacionalismo pragmático, europeísta, defensor del cordón sanitario contra la ultraderecha. La renovación y el conflicto efímero entre ambos surge de los miedos provocados por los resultados de las elecciones municipales, europeas y generales de 2023 en las que el PNV fue desbordado, inéditamente, por EH-Bildu.
El PNV tuvo un aviso en las elecciones autonómicas de 2020. Con una abstención del 48% —Euskadi salía de la pandemia— EH Bildu fue el único partido que superó en votos las de 2016 y pasó de 18 a 22 escaños. Absorbió parte del voto de Podemos que había irrumpido en Euskadi con mucha fuerza ganando las elecciones generales de 2016.
El discurso de Podemos, que EH Bildu adoptó enseguida, primaba las demandas sociales sobre las identitarias en la Euskadi del posterrorismo, hastiada del conflicto soberanista, reivindicación que bajaba vertiginosamente hasta alcanzar hoy el 19% en los sondeos. Para las elecciones municipales, europeas y generales de 2023, EH Bildu ya había absorbido el voto de Podemos y se presentaba como alternativa amenazante al PNV. Mientras, el PNV, al gobernar la Euskadi de la pandemia y de la crisis subsiguiente pagó el deterioro de los otrora prestigiosos servicios públicos vascos, especialmente la sanidad, cuestionados severamente por los vascos.
Atemorizado por el resultado de las elecciones vascas de 2024, la dirección del PNV sustituyó al lehendakari Iñigo Urkullu, tras tres mandatos, por Imanol Pradales, representante de la nueva generación. En dichas elecciones, el PNV salvó los muebles al ganar por la mínima a EH Bildu y gobernar con el PSE con Pradales como lehendakari.
Pero los miedos permanecían en la dirección del PNV. La desconexión con el electorado joven, la penetración de EH Bildu en la franja de votantes entre los 30 y 40 años y la burocratización de un partido cada vez más de cuadros que de masas son preocupaciones centrales. Como reacción, el PNV ha rejuvenecido sus direcciones territoriales y ha percibido su desmovilización con la baja participación militante en el proceso.
Lo inesperado ha sido el intento y posterior retirada de Ortuzar de la carrera electoral. El factor humano se la ha jugado, tras muchas dudas decidió presentarse como garantía de continuidad. Pero no calculó las heridas abiertas por el camino —al propio Urkullu ni se consultó el relevo— ni su responsabilidad, como presidente del PNV, durante 12 años, en la situación del partido.
El PNV ha perdido su tradicional hegemonía y se ha convertido en un partido normal, sometido a las incertidumbres de un tiempo cambiante en el que, por ejemplo, se asiste a la paradoja de disponer del Parlamento más nacionalista cuando el soberanismo cotiza peor que nunca en los sondeos. Pero dispone de algunas ventajas. Su voto perdido está en la abstención.
Contará con un presidente, Aitor Esteban, con el liderazgo y pragmatismo de Ortuzar más una enorme experiencia parlamentaria. Tiene cierta similitud con Xabier Arzalluz que, tras la primera legislatura, la de Constitución y la amnistía, regresó a Euskadi a encabezar el PNV. Esteban ha sido diputado 20 años y los últimos 12, portavoz, un período que ha cambiado drásticamente la política española. Esa experiencia inigualable le ayudará a capear incertidumbres.
![Arnaldo Otegi, durante el III congreso de EH Bildu.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CXSUUDDIRCCUDZGOISJ3YZOKVA.jpg?auth=d89afb52fa1010a223030c1780f95b0017fecc223e35643b33def023959f511f&width=414)
EH Bildu goza de una situación única en su historia. Segunda fuerza vasca, prácticamente empatada al PNV y con una potente presencia municipal. Ha sabido adaptarse a las demandas sociales del posterrorismo, orillando el discurso identitario, y ha sabido trasladarlas al Congreso. Es indudable que la agresividad del PP sobreactuando con un terrorismo desaparecido hace 14 años contra las formas moderadas y el discurso social de EH Bildu han beneficiado al abertzalismo ante el electorado vasco.
Pero EH Bildu también tiene sus miedos. El primero, la sensación de haber tocado techo. Absorbió el voto de Podemos, ayudado por sus disputas internas, de modo que la izquierda a la izquierda del PSOE casi no tiene representación —una diputada de Sumar— cuando ese espacio sí lo ha mantenido históricamente. Difícilmente podrá retenerlo EH Bildu si, como ha señalado en su reciente congreso, pretende a través de los objetivos sociales avanzar hacia cotas soberanistas. Ese temor lo ha reflejado con su brindis al sol a los partidos de izquierda y al PNV de listas conjuntas para las elecciones generales y europeas
Tampoco tiene una sucesión fácil. Su reciente congreso ha reafirmado el liderazgo de Arnaldo Otegi y su núcleo de confianza. Pese a su pasado, protagonizó hace 15 años la apuesta abertzale por la política y el rechazo al terrorismo. Son los más expertos y pragmáticos. El lanzamiento de Pello Otxandiano como candidato joven no le ha funcionado como tampoco anteriormente el de Maddalen Iriarte.
A EH Bildu no le ha perjudicado electoralmente la ausencia de autocrítica por la pasada complicidad política con el terrorismo de algunos veteranos. Se ha beneficiado del olvido de los jóvenes. Pero la memoria sigue ahí y pese a su brillante resultado no pudo participar en el Gobierno autonómico. PNV y PSE se lo recordaron.
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