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Los 20 días críticos en el PNV que agrietaron una amistad de 40 años entre Ortuzar y Esteban

Todas las partes piden “unidad” en el partido, pero las heridas tras el choque entre ambos líderes amenaza la hegemonía de los peneuvistas

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, durante la gala de los Premios Sabino Arana el pasado 26 de enero en Bilbao.
El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, durante la gala de los Premios Sabino Arana el pasado 26 de enero en Bilbao.Iñaki Berasaluce (Europa Press)
Mikel Ormazabal

El PNV dice agur (adiós) al binomio Andoni Ortuzar-Iñigo Urkullu y se pondrá en manos del tándem Aitor Esteban-Imanol Pradales. Un partido con 130 años de historia, al frente de las principales instituciones vascas durante casi cinco décadas, no ha hecho caso de la consigna ignaciana de “en tiempos de desolación no hacer mudanza”. El partido atraviesa un momento de turbulencias a las puertas de elegir a su presidente para los próximos cuatro años. Ha habido mucho nerviosismo durante los 20 días críticos que han pasado desde que Ortuzar anunció el 18 de enero que se postulaba para seguir hasta que, este pasado jueves, hizo pública su decisión de decir adiós, lo que en la práctica equivale a entregarle el bastón de mando a Esteban. Hasta hace poco eran amigos íntimos, pero hoy no se irían juntos a cenar. “Se han distanciado, es verdad, pero quién no se ha enfadado alguna vez con su hermano”, apunta un alto representante del PNV.

“Es momento de unidad”, figura en el encabezado del comunicado difundido por Ortuzar a las 12.06 del 6 de febrero, con el que dio a conocer que no va a pelear por la reelección. Unos minutos antes de lanzar su mensaje por las redes sociales, hacia las 11.30 de ese día, el presidente del PNV recibió a Aitor Esteban en su despacho de la quinta planta de Sabin Etxea, en Bilbao. Citó al portavoz vasco en el Congreso para comunicarle su decisión de abandonar la carrera electoral. “[Esteban] Fue el primero en saberlo y [Ortuzar] se lo dijo en persona, no a través de un mensaje”, aseguran fuentes cercanas a ambos dirigentes. Se dan un apretón de manos y punto: “Un momento cordial, sin más”.

La escena da una idea de la frialdad que existe ahora entre Ortuzar y Esteban, dos grandes amigos, quintos de 1962, pertenecientes a la misma familia política del PNV, cómplices de las grandes decisiones tomadas por el partido durante los tres últimos lustros. Ese encuentro es el termómetro de la división que se estaba produciendo dentro del PNV desde el momento en que se supo que ambos estaban disputándose el liderazgo del partido. En ese breve lapso de tiempo, apenas tres semanas, se había abierto tal distancia entre ambos que solo el paso atrás dado por Ortuzar ha conseguido evitar males mayores. “El partido está ahora mucho más fuerte y unido que ayer”, concluye un militante afín al presidente, pese a que este no cita en ningún momento a Esteban en su carta de despedida.

¿Hubo o no pacto entre ambos? “No ha habido negociación de ningún tipo”, aseguran en el entorno Ortuzar, de quien destacan su “generosidad” con el partido retirándose cuando vio que la candidatura de Esteban iba cogiendo mucha fuerza entre la militancia. “No podemos ir a una lucha entre los dos. Ese escenario no puede darse. El partido está por encima de todo”, había comunicado a los suyos, consciente de que tampoco podía poner en riesgo una amistad de 40 años con el portavoz peneuvista en el Congreso. Sí admiten que “personas con peso en el partido y amigos comunes” han tratado de “hacer de puente y mediar” entre ambos para evitar un encontronazo fatal. El otro bando ofrece una versión distinta: sí hubo conversaciones y finalmente se llegó incluso a acordar una lista con los nombres de los ocho miembros del EBB (Euzkadi Buru Batzar, comité ejecutivo) que saldrán elegidos en la asamblea nacional.

Si prospera este acuerdo entre Ortuzar y Esteban, en la nueva Ejecutiva nacional que presidirá el segundo habrá tres representantes vizcaínos afines a Ortuzar: Miren Martiarena (directora en el Gobierno Vasco) y los exalcaldes de Abanto y Basauri, Manu Tejada y Andoni Busquets, respectivamente. La cuota reservada a Esteban recaerá en la parlamentaria Maitane Ipiñazar. También han consensuado que entren en la dirección Markel Olano y Jon Gambra por Gipuzkoa, Joseba Díez Antxustegi por Álava y Javier Ollo por Navarra. El PNV saldrá plenamente renovado de este proceso, con la mayoría de caras nuevas (cuatro mujeres y 10 hombres), después de un trance que ha dejado un regusto amargo: “Ha sido un trago muy duro, muy difícil”, apunta una persona cercana al presidente.

Ortuzar ya tenía en su cabeza la idea de dejarlo en 2020. A comienzos de ese año, al cumplirse su segundo mandato, sorprendió a los suyos con un “toca renovar”. Él quería dejarlo, pero la pandemia trastocó los planes. El PNV venía de un ciclo electoral favorable (10 parlamentarios más que EH Bildu en 2020) que después ha ido a la baja, hasta situarse en la actualidad con un empate técnico con la coalición soberanista en las elecciones vascas. En julio pasado, volvió a comentar en el EBB su deseo de “poner fin” a su etapa en aras de extender a todo el partido el relevo generacional que ya había comenzado cuando se apartó a Iñigo Urkullu para sustituirle por Imanol Pradales y este renovó a todos los consejeros del Gobierno vasco tras la pírrica victoria del PNV en 2024.

Los cambios llegaron también durante el otoño pasado a las presidencias del partido en las tres provincias vascas. Solo quedaba buscar un recambio para Ortuzar. Él se había mostrado dispuesto a continuar solo en el caso de que no se encontrase al sustituto idóneo. La baza de Ortuzar era una “solución de emergencia”, “una bala en la recámara”, si no funcionaba el “plan A”, alguien que cumpliese con el perfil para asumir las riendas de un partido con unos retos de calado a corto plazo y que muestra síntomas de fatiga y desgaste electoral frente al impulso de EH Bildu.

Ortuzar decide postularse el 18 de enero pasado. Arrancan las elecciones dos días después y la figura de Esteban sube como la espuma. “Fue una sorpresa, algo inesperado”, reconocen desde el círculo de Ortuzar. Este fue el más votado en los batzokis (ganó en 110, frente a 70 en los que se impuso Esteban y 30 de Markel Olano, según datos extraoficiales). Urkullu, que había declarado su neutralidad en este proceso, admitió durante esos días que a él “nadie” del PNV le consulto si quería seguir como lehendakari. En muchos ámbitos de la militancia se interpretaron las palabras del exlehendakari como un dardo a la línea de flotación de Ortuzar y una muestra de enfado con la gestión de este.

El favoritismo de salida de Ortuzar fue perdiendo fuelle entre los afiliados, frente al auge que iba tomando Esteban. “Estoy abrumado y agradecido”, dijo el jefe peneuvista en la Cámara Baja, tras conocerse que iba sosteniendo el pulso en las asambleas municipales. Esteban nunca cerró la puerta a la posibilidad de ganar las elecciones: “Sería un honor” presidir el partido, dejó caer con intención antes de que se abrieran las urnas.

Su irrupción en las votaciones, además de verse beneficiada por un voto de castigo a Ortuzar, responde a una estrategia orquestada en el seno del partido en Bizkaia, la más poderosa del partido y controlada durante más de una década por Itxaso Atutxa (esposa de Esteban), a la que desde la dirección del partido se le invitó a dejar la presidencia del PNV vizcaíno en favor de un joven Iñigo Ansola. “Las maniobras no se producen de forma improvisada. No es algo espontáneo que surge en los batzokis, sino que ha habido una estrategia impulsada por sectores afines a Esteban radicados principalmente en Bizkaia para patrocinar su candidatura y plantarle batalla a Ortuzar”, opina un afiliado fiel al presidente nacionalista.

Ahora está por ver las consecuencias que puede tener este choque. Desde ambas partes coinciden que “habrá una imagen de unidad” que se escenificará “por todo lo alto” en la asamblea general del PNV, los días 29 y 30 de marzo en San Sebastián. La tensión vivida dentro del PNV durante su renovación orgánica contrasta con la tranquilidad con la que están llevando a cabo el mismo proceso sus rivales políticos. EH Bildu ha renovado este sábado a Arnaldo Otegi como líder sin contestación alguna y la próxima semana lo hará el PSE-EE con la reelección por aclamación de su actual secretario general, Eneko Andueza, con la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y cuatro ministros.

El PNV ha sufrido a lo largo de su historia episodios traumáticos que llegaron incluso a provocar escisiones, como las ocurridas con la creación de Aberri (1921), Acción Nacionalista Vasca (1930), Jagi-Jagi (1934), Ekin (1959) y Eusko Alkartasuna (1986), como recoge el historiador José Luis de la Granja en su libro La Euskadi contemporánea. Historia y política (editorial Betagarri), recién publicado. Sin llegar a tanto, también se tambalearon los cimientos del partido cuando hubo que suceder a Xabier Arzalluz en 2003 y se dio una batalla entre Joseba Egibar y Josu Jon Imaz que se inclinó a favor de este por escaso margen.

Un veterano militante del PNV señala, aludiendo a las raíces sorianas de Esteban (su madre es oriunda de Cañamaque) y a los antepasados burgaleses de Pradales, que los sabinianos “con mala leche” no estarán muy conformes con lo que está pasando en el partido: “Uno de Burgos y otro de Soria gobernando Euskadi y el PNV. Ya nada es lo que era”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.
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