El PP ni cita a Mazón durante cuatro horas de debate sobre la dana en el Congreso
Los populares apuntan ahora contra la delegada del Gobierno y nueva figura socialista en Valencia para tapar la gestión en el desastre de la Generalitat
El PP de Alberto Núñez Feijóo exigió un debate especial en el Congreso sobre la gestión del ministro y titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, sobre la dana que asoló hace 50 días la Comunidad Valenciana, pero en su desarrollo este miércoles su bancada quedó prácticamente desierta durante horas. El líder y todo su equipo de dirección habían convocado al mismo tiempo la copa de Navidad con los periodistas en el edificio aledaño al Palacio de las Cortes y dejaron casi solo en el hemiciclo al diputado popular y juez valenciano, Fernando de Rosa, que no encontró en sus diversas intervenciones durante las casi cuatro horas que duró esa discusión ni un instante para mencionar al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, al que sí citaron con profusión los demás oradores y el propio ministro para acusarlo de “negligencia e incapacidad”. Fernando de Rosa sí apuntó numerosas veces contra la actual delegada del Gobierno en esa región, Pilar Bernabé, figura en alza de los socialistas en Valencia especialmente tras el reciente Congreso Federal del PSOE.
La estrategia nacional del PP se repite periódicamente sobre lo sucedido con la dana en la Comunidad Valenciana, especialmente por parte de su grupo parlamentario en el Congreso. El PP exige y consigue agendar un debate especial sobre la dana con el presidente Pedro Sánchez, la exvicepresidenta de Transición Ecológica Teresa Ribera, al ministro de Transportes Óscar Puente o al titular de Interior, pero luego cuando se celebra apenas le presta atención y, si lo hace, sus diputados, de segundo nivel, aprovechan para atacar a los distintos responsables del Gobierno central por no haber querido quitar la competencia en la gestión de la catástrofe a la Generalitat a su compañero de filas Carlos Mazón, pero sin nombrarle nunca. Ocurrió de nuevo este miércoles con la presencia reclamada de Marlaska.
El ministro del Interior ya había escuchado esas críticas del PP en otro tipo de sesiones parlamentarias y se anticipó a algunas acusaciones. Fundamentalmente a la que más se ha repetido en su caso. El PP sostiene que Marlaska debería haber declarado desde el primer momento de la catástrofe la zona valenciana como de interés y emergencia nacional para asumir todas las competencias como se estipula en los artículos 27, 28 y 29 de la ley de Seguridad Nacional para las situaciones alarmantes que se catalogan como de nivel 3. El ministro insistió en que ese punto no se ha aplicado por ahora nunca en España y que en el caso de la dana valenciana fue la Generalitat de Mazón la que se quiso quedar en el nivel 2, justo el anterior, donde es el gobierno autonómico el que lidera y se debe encargar de solicitar las intervenciones que considere a los diversos departamentos del Ejecutivo central.
Marlaska usó el debate para ratificar de nuevo que el Gobierno de Sánchez y los distintos organismos afectados, fundamentalmente Aemet y Conferencia Hidrográfica del Júcar, hicieron bien su trabajo, avisaron a tiempo antes y durante la dana, y para contrastar las precauciones y previsiones de diversas administraciones, organismos y entidades afectadas frente a lo que no hizo la Generalitat. El ministro recalcó ahí los despliegues efectuados en distintas fases por parte de 9.728 agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil, 8.200 militares y los 16.000 millones en ayudas ya desplegados para intentar desmontar “los bulos, mentiras y falsedades” de los que sostienen que el Estado ha fallado en esta crisis. “Lo que ha ocurrido es que algunos dirigentes no han estado a la altura”, concluyó el ministro para aludir a Mazón.
El diputado del PP y juez De Rosa no recordó el nombre de Mazón en ninguna de sus exposiciones y tampoco achacó nada a la Generalitat. Ningún error o petición de autocrítica. En su cometido señaló los incumplimientos solo de Marlaska por no asumir toda la responsabilidad y las competencias y luego fijó sus objetivos en la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, muy específicamente, y en el presidente de la Conferencia Hidrográfica, Miguel Polo. Les acusó de no estar en su lugar, de no acudir al centro de emergencias, de tener información y no facilitarla y auguró que podrían acabar pagándolo por un delito de omisión. De Rosa se delató en su fijación política e interés ahora por Bernabé al reseñar que el Gobierno de Sánchez la quería “blanquear al nombrarla no sé qué en el Congreso Federal donde apareció con Begoña Gómez y (Manuel) Chaves y (José Antonio) Griñán”, en referencia que explicitó a las imputaciones judiciales de la esposa del presidente y de los dos últimos expresidentes de la Junta de Andalucía por el caso de los ERE. El ministro defendió más tarde toda la actuación de la delegada, incluso en la peor jornada del 29 de octubre, cuando varió toda su agenda, citó alcaldes y se conectó a la reunión telemática del centro de emergencias frente a la ausencia durante horas sin justificar del popular Mazón.
El portavoz de Vox, Javier Ortega, intentó derivar el debate por otras latitudes, escándalos y presuntas corruptelas políticas. La representante de Compromís, Ángela Micó, recuperó el hilo al volver a denunciar las contrataciones facilitadas por la Generalitat de Mazón a empresas salpicadas por casos de corrupción como Gürtel. El diputado de ERC, Francesc-Marc Álvaro, incidió en destapar el intento “inmoral e indecente” del PP de montar una “operación para tapar y salvar las negligencias” de Mazón al distribuir sus responsabilidades hacia otras administraciones e ironizó con que no les valdrá con culpar en este caso al torero Manolete porque la Fiscalía ya ha abierto una investigación de posibles consecuencias penales contra el presidente valenciano. Una “estrategia del ruido del PP para tapar la incapacidad de Mazón” que también evidenció el portavoz socialista, David Serrada. Los diputados del PNV, Junts y Podemos abundaron en la terrible actuación de Mazón y en lamentar el espectáculo del cruce de ataques político.
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