Goya sale del museo y vuelve al palacio en Aragón
Las reformas del Museo de Zaragoza obligan al traslado de las obras del genio, que se expondrán durante dos años en el Palacio de la Aljafería de la capital aragonesa, sede del Parlamento
El pintor de la Corte, también de la guerra y de sus desastres, Francisco de Goya y Lucientes, el aragonés más universal, ha vuelto a palacio. Desde el pasado jueves y durante dos años, los que duren las reformas en el Museo de Zaragoza, 63 de sus obras podrán verse en la que es también sede del Parlamento aragonés, el Palacio de la Aljafería, o “de la Alegría”, construido en el siglo XI como lugar de residencia de los reyes musulmanes y posteriormente de los Reyes Católicos, cuartel en los Sitios y hasta cárcel de la Inquisición.
La exposición Goya, del Museo al Palacio ocupa siete salas del que es el palacio musulmán más al norte de Europa, “la parte cristiana”, como explicó la presidenta de las Cortes en su inauguración. En su discurso, Marta Fernández (Vox) se fijaba especialmente en la inscripción que recorre perimetralmente el Salón del Trono de los Reyes Católicos, donde en latín puede leerse cómo en este reinado, traducía ella, “lograron expulsar de España al antiguo y fiero enemigo”. Resultó inevitable unir cultura y política porque, justo el mismo día, la dirección nacional de Vox anunciaba su negativa a negociar los presupuestos en todas las comunidades que, como Aragón, dependen de sus votos, si no se rechaza el reparto de migrantes auspiciado por el Gobierno de España. Pero mientras este mensaje se difundía en Madrid y afectaba a las cuentas aragonesas, el presidente Jorge Azcón se fijaba en otra cuenta pendiente: “Esta muestra contribuye a saldar una deuda histórica que tenía Aragón con Goya”, subrayaba. Y solo tenía elogios para la presidenta Fernández y su equipo.
De hecho, la propuesta de aprovechar las reformas del museo de Zaragoza para acoger las obras de Goya en la Aljafería partió del equipo directo de Marta Fernández. El Gobierno autónomo “no dudó ni un momento”, asegura la presidenta del Parlamento aragonés. Fue su asesora cultural y ahora jefa técnica de esta muestra, Arancha Echeverría-Torres, la que ideó este traslado. “Es una muestra completísima”, explica, “y ha hecho falta adecuar la seguridad, la temperatura y las condiciones ambientales a las necesidades de su conservación”.
La exposición recorre cronológicamente las distintas etapas productivas del pintor, desde sus orígenes hasta su etapa en la Corte como retratista real, o su estancia en Italia y sus obras religiosas. En la Aljafería, lo mismo pueden verse álbumes de estampas como grabados, lienzos, dibujos, esculturas, cartas autógrafas o series tan conocidas como la de la Tauromaquia y los Caprichos. Y todo en un edificio declarado Patrimonio de la Humanidad.
El área histórica del Palacio de la Aljafería se ha reconvertido ocasionalmente en museo haciendo del continente y el contenido una doble excusa para visitar. Las paredes de un inmueble impresionante, donde han ocurrido algunos de los acontecimientos más relevantes de la historia de Aragón, acogen ahora obras como los Desastres de la Guerra, los Disparates, o retratos como los de los reyes Fernando VII, Carlos IV, y María Luisa de Parma, propiedad estos dos últimos del Museo Nacional del Prado. Tanto el Ministerio de Cultura, la Escuela de Artes de Zaragoza, la Confederación Hidrográfica del Ebro, La Fundación Caja Inmaculada, o el Ayuntamiento de Jaraba (Zaragoza) han cedido obras para esta muestra.
Con la exposición del pintor de Fuendetodos, el Palacio de la Aljafería, mucho menos concurrido que la basílica del Pilar (cinco millones de visitantes anuales), aspira a superar las 300.000 visitas que tiene al año. Según la crítica aragonesa Desirée Orús, “a la Aljafería acudirá a ver a Goya mucha más gente de lo que lo hacía en el museo de Zaragoza, a pesar de que son las mismas obras”. Y es que, según el director general de Cultura del Gobierno autónomo, Pedro Olloqui, “recorrer este edificio de la mano de Goya es una experiencia extraordinaria y sirve para reivindicar el componente aragonés del artista”. Goya, abunda Echeverría, era “un artista disruptivo y protestón, reivindicativo de lo suyo”.
Su busto de Mariano Benlliure, también replicado en las estatuillas de los premios Goya del cine español, es quien da la bienvenida a la muestra. Y a partir de ahí, continente y contenido se dan la mano. El arquitecto Jorge Ruiz Ampuero se ha encargado de musealizar el palacio con dos colores predominantes, el azul y el naranja, por ser los principales de la decoración mudéjar de suelo y artesonados de la Aljafería, y de adaptar módulos para que “cada sala consiga un mejor disfrute de la obra y experiencia de contemplar Goya en un marco excepcional”.
El Palacio de la Aljafería, que también fue cuartel durante los Sitios, acoge ahora algunas de las obras, expresión de aquella guerra de la Independencia que Goya pintó como nadie. Pero también su Cabeza de Angel, La Letra con sangre entra o El sueño de San José, y para dar contexto, sus preámbulos, aprendizajes e inspiraciones con trabajos de artistas como los Hermanos Bayeu, José Luzán o Corrado Giaquinto. Durante los dos próximos años, el tiempo previsto que se prolongarán las reformas en el museo de Zaragoza, la visita ya de por sí impresionante de la Aljafería, tendrá un aliciente más ya que la muestra se incluye en su recorrido cotidiano por solo dos euros más sumados al precio de cinco euros de la entrada habitual.
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