La derecha integrista global teje alianzas y afina su proyecto en la cumbre antiabortista en el Senado con el respaldo del PP
La dirección de Feijóo defiende la reunión celebrada en Madrid en la que Jaime Mayor Oreja ha asegurado que “entre los científicos están ganando aquellos que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución”
“No pierdan la oportunidad de conocerse y hacer vínculos”, les dijo el presidente de Red Política de Valores, José Antonio Kast, a los asistentes a la cumbre organizada por este grupo antiabortista este lunes en el Senado. Fue un llamamiento ilustrativo. El líder ultraderechista chileno explicitaba con estas palabras uno de los propósitos de la cita: estrechar lazos, compartir experiencias, intercambiar contactos. No en vano, el propio programa lo recoge: a las 13.15 horas, “networking lunch”. Es decir, almuerzo para hacer trabajo de relaciones sociales y crear redes. El otro propósito lo fueron evidenciando, uno tras otro, decenas de ponentes: utilizar el solemne e institucional foro del Senado del Reino de España como altavoz de una visión cristiana integrista, y patriarcal, de la sociedad, la familia y las relaciones afectivo-sexuales, materializado en el rechazo frontal al derecho al aborto y la eutanasia, así como a toda una serie de sintagmas erigidos en enemigos en una gran batalla entre el bien y el mal —“progresismo woke”, “lobby LGTB”, “ideología de género”, “feminismo radical”— que muchos remataban con un “que Dios los bendiga”.
El evento —que arrancó a las 8 de la mañana con una misa, se trasladó después al Senado con una pequeña protesta a las puertas y se prolongará durante esta tarde en la Cámara alta— contó no solo con el respaldo, sino con la representación del PP. Mientras que la directora del Instituto de las Mujeres, Cristina Hernández, aludía a esa cita como “la internacional del odio” y la ministra de Igualdad, Ana Redondo, como “intolerable que el Senado se convierta en un parque temático de la extrema derecha frente a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres y el colectivo LGTBI”, la dirección del partido que lidera Alberto Núñez Feijóo avaló este lunes la celebración de la cumbre con el argumento de que “todas las personas que quieran manifestar sus opiniones dentro del respeto constitucional y del Estado de derecho” pueden hacerlo en el Parlamento, afirmó la vicesecretaria Ester Muñoz, informa Elsa García de Blas. Muñoz añadió que el próximo mes de enero el Senado acogerá también un acto del Tren de la Libertad, un movimiento social feminista en defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Javier Puente, exsenador del PP, militante del partido, alto cargo del Gobierno de Cantabria y presidente de su propia entidad antiabortista —Familia y Dignidad Humana—, formó parte de la mesa de bienvenida de la cumbre y fue uno de los “anfitriones” de la misma, según la organización. En su intervención, Puente ha celebrado que Madrid se convierta en “epicentro mundial” de sus banderas: “Nuestros valores más preciados: la vida y la libertad, tesoros a defender”. Y cuando dice a la vida, se refiere “desde su concepción hasta su muerte natural”, lo cual implica el rechazo al aborto desde la fecundación y también a la eutanasia, regulada por ley como un derecho en España, y en otros cuatro países: Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Canadá.
La Mesa del Senado aprobó en julio la cesión de una sala para que la organización de la cumbre antiabortista. Compuesta por cuatro miembros del PP —mayoría absoluta— y tres del PSOE, la Mesa adoptó la decisión sin objeciones. Cuando EL PAÍS informó en octubre sobre el acuerdo, los socialistas explicaron que actuaron así por “desconocimiento” y acusaron al PP de engañarlos. Tanto el PSOE como diversos grupos de izquierda, más PNV y Junts, reclamaron al PP que suspendiera la cumbre, sin éxito. Red Política de Valores ha compuesto desde entonces un programa en el que figuran opositores al aborto incluso en caso de violación y defensores de las terapias de conversión para homosexuales. Uno de los que figuró como ponentes, George Kaluma, un diputado keniano que ha defendido la cadena perpetua para gais y lesbianas, desapareció de la lista después de que este periódico publicara sus antecedentes.
“Cultura de la muerte”
Finalmente la cumbre tuvo lugar este lunes, entre críticas del Gobierno y los grupos de izquierdas, movilizados contra su celebración y que centraron sus susen el PP. Y concluyó con la designación del nuevo presidente de la organización. El elegido ha sido el croata Stephen Bartulica, eurodiputado en Patriotas Por Europa. Después de agradecer a Kast, su predecesor, ha anunciado una línea continuista, en la línea del ambiente optimista que ha arropado todas la jornada: “Solo diré que voy a hacer lo mejor que pueda para seguir la senda de los anteriores presidentes, defendiendo la vida, la familia y la libertad”. Bartulica ha aludido a Karl Marx, como un filósofo que “desafortunadamente ha tenido mucho éxito, pero que nunca ha cuestionado lo que es una mujer”. A esa cuestión, dice, es a lo que se enfrenta en la Europa actual.
Durante la jornada, los intervenientes fueron defendiendo sus posiciones desde el atril del antiguo salón de plenos del Senado. Aunque con matices, el tenor general de las intervenciones se repetía una y otra vez: existe una “cultura de la muerte” que amenaza la matriz cristiana de Occidente, por lo que es momento de salir a defender con firmeza los valores tradicionales y el orden natural estructurado en torno a la familia, que no puede estar compuesta sino por un hombre y una mujer.
Esto necesita, según los discursos, un cambio también educativo en el que no haya “adoctrinamiento”, como han repetido múltiples ponentes haciendo referencia a la educación con perspectiva de género y afectivo-sexual que países como España tienen establecida por ley pero que, incluso así, no opera de facto en el currículo escolar. “Los niños merecen ser educados, crecer y prosperar en un ambiente que respete a los conceptos de familia y los roles naturales de las familias. Es el momento de decidir que las familias de todo el mundo tienen el derecho a dirigir la educación de sus hijos”, ha dicho la estadounidense Carolina Stubbe, de Moms for Liberty, una organización política conservadora que rechaza los planes de estudio escolares que mencionan precisamente las discriminaciones por raza, sexo u orientación sexual. “La familia es el pilar de la sociedad, de las nacines, y es el núcleo de desarrollo de identidad de los niños”, ha rematado en la misma mesa de educación —Libertad de educación: un derecho humano universal— Paola Holguín, del Senado colombiano.
Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior con el PP y presidente de honor de Red Política de Valores, afirmó que la “decadencia” de la “cultura occidental” y la “obsesión enfermiza” contra los valores cristianos del movimiento “woke” obliga a a una reacción. “Nos llaman fundamentalistas, pero defendemos la regeneración”, afirmó Mayor Oreja, que en su defensa de una sociedad regida por la fe pronunció unas palabras que sonaron a aproximación al creacionismo anticientífico, muy extendido en la derecha republicana de Estados Unidos pero sin arraigo en el conservadurismo español: “Acabo de estar en París en un acto de la Federación en defensa de la vida y he podido comprobar que la mayoría de los filósofos franceses hoy defienden básicamente nuestras posiciones. Y que, entre los científicos, fundamentalmente están ganando aquellos que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución. Por eso nosotros no tenemos que tener ningún temor. Estamos ganando a pesar de que la moda dominante siga rabiosa y enfadada con nosotros”.
La inmigración también está en el punto de mira. “Intentan sustituir la depresión demográfica con migración”, alertó Grégor Puppinck, del Centro Europeo por la Ley y la Justicia, uno de los múltiples grupos representados. Su referencia a la sustitución evoca la teoría del gran reemplazo, de origen francés, según la cual existe una agenda progresista global para reemplazar a la población europea mayoritariamente cristiana y blanca por otra de otras razas y religiones, que vendría a desnaturalizar la civilización. A ese mismo terreno se acercó Ignacio Garriga, secretario general de Vox: “Algunos prefieren las políticas de sustitución, en lugar de las políticas de familia”.
En la cita, donde confluyen representantes de tres de las cuatro grandes familias de la derecha europea —Partido Popular Europeo, al que pertenece el PP; Patriots, en el que está Vox, liderado por la francesa Marine Le Pen y el húngaro Viktor Orbán; y Conservadores y Reformistas, que tiene a la italiana Giorgia Meloni como gran referente—, ha habido múltiples referencias a la necesidad de defender Occidente de un otro amenazante. “Debemos proteger la tradición cristiana”, afirmó Kinga Gál, vicepresidenta del grupo Patriots y también del partido Fidesz.
Más mensajes anti-inmigración. “La asimilación de migrantes causa muchos problemas: choque cultural y desigualdad”, afirmó Gudrun Kugler parlamentaria nacional del Partido Popular Austriaco, de la familia del PP español. Kugler, que advirtió de la pérdida de “calidad del semen” de los hombres, dijo que “una sociedad sin hijos se vuelve tóxica y decadente” y pidió a los gobiernos centrarse en lo que llamó “políticas del tercer hijo”, de las que China es ahora un buen ejemplo.
Otra de las ideas fuertes es la que liga la plenitud femenina a la maternidad. Una de las ponentes españolas, María Calvo, defensora de la segregación en la educación de niños y niñas, afirmó que en ningún caso existe una obligación de dar a luz, pero “toda mujer está diseñada por la naturaleza para dar vida”. “Nuestra feminidad, nuestra naturaleza irradia maternidad”, añadió. “Las políticas del mundo occidental actual —continuó— han provocado que la mujer sufra soledad. El feminismo antimaternal solo ofrece el aborto como derecho, lo que implica que el hijo es un superviviente, que adquiere una gratitud eterna a su madre por haber rechazado un derecho. Esto es una perversión de la maternidad”, dijo.
La “ideología woke”
De Estados Unidos llegaron algunos de los más destacados activistas de la derecha cristiana radical. Sharon Slater, presidenta del estadounidense Observatorio Internacional de la Familia, una organización defensora de las terapias de conversión de homosexuales y de la abstinencia como forma de luchar contra el sida en África, fijó con claridad —apoyándose en unas diapositivas— cuál es la “triple amenaza” que se cierne sobre una sociedad basada en el orden natural: el aborto, la agenda LGTB y la educación sexual, que a su juicio no educa sino que pervierte.
También desde Estados Unidos llegó el congresista Andy Harris, que cargó contra la “ideología woke”, fenómeno que completa una terna de enemigos junto con “el comunismo y el socialismo”, todos ellos —según él— en ascenso en la universidad y los medios. Harris cargó contra la participación de mujeres transexuales en deportes femeninos, contra las políticas de “fronteras abiertas” que a su juicio aplica Europa —que en realidad tiene estrictos requisitos de entrada— y contra una supuesta deriva autoritaria de los gobiernos progresistas, que se expresa en su oposición a la red social X, de Elon Musk. “No se puede tolerar que por decir la verdad nos digan odiadores o propagadores de desinformación”, dijo.
“Familias fuertes, naciones fuertes”, sintetizó el parlamentario chileno Stephan Schubert, que añadió: “Hay que robustecer la cultura cristiana, que da pie a una comunidad estable”. El secretario de Culto y Civilización del Gobierno argentino, Nahuel Sotelo, se explayó en una defensa de la “batalla cultural” que libra el Ejecutivo de Javier Milei, al que presentó como un faro para el mundo. En una intervención cargada de críticas a las ONG de defensa de derechos humanos y a la propia ONU, Sotelo alabó a Milei por crear una secretaría específica para “pelear contra la Agenda 2030″, otro de los villanos de la contemporaneidad más citados por los ponentes. “Los que defendemos la vida, a dios, la patria y la familia tenemos que luchar contra la izquierda”, sentenció.
La jornada deparó la imagen de una sala del Senado prorrumpiendo en aplausos a la intervención de la parlamentaria ugandesa Lucy Akello, una de las promotoras de la Ley Antihomosexual de Uganda, una de las más duras del mundo aprobada el pasado año y que mantuvo la cadena perpetua para las relaciones entre personas del mismo sexo, condena con hasta 20 años de cárcel para lo que llaman “la promoción de la homosexualidad”, y pena de muerte para la “homosexualidad agravada”.
Con cada ley como esa aprobada en cualquier país del mundo, con cada victoria electoral, crecen. Lo ha afirmado Nicolás Mayoraz, del parlamento argentino: “Este resultado [la presidencia de Javier Milei] nos envalentona, nos da fuerzas, nos da energías”. La sensación de euforia se extendió todo el día en el Senado. “Están perdiendo y lo saben. La biología está de nuestro lado, la economía está de nuestro lado”, dijo el estadounidense Stefano Genarini, del Centro para la Familia y los Derechos Humanos —antes conocido como Instituto Católico de la Familia y los Derechos Humanos—. “Estamos ganando” repitió cinco veces, seguidas, Brian Brown, de la Organización Internacional por la Familia, una estructura que engloba distintas asociaciones y equipos que defienden y buscan, sobre todo, la supervivencia de “la familia natural”.
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