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¿LGTBIQ+ o LGTBI? El debate político va más allá de la nomenclatura

El último Congreso del PSOE ha vuelto a colocar en el foco al colectivo LGTBIQ+ al incluir una enmienda para que “ninguna persona de sexo masculino pueda participar en las categorías destinadas a mujeres” y al fijar el acrónimo como LGTBI

Clausura del 41º Congreso Federal del PSOE, este domingo.Foto: Alejandro Ruesga | Vídeo: EPV

Nunca, los derechos de ningún colectivo tan minoritario y tan vulnerable como lo son los de las personas trans y de las personas queer se habían visto en medio de tanta polémica dentro de la línea política que, a priori, es garante de esos derechos. Pero desde hace ya varios años, es lo que ha generado debate, tensión y rechazo tanto dentro del PSOE, como en las dos coaliciones que se han sucedido desde 2021 —primero, con Unidas Podemos, ahora, con Sumar—, en el propio colectivo LGTBIQ+ y en el movimiento feminista. De un lado, el espacio mayoritario, quienes recuerdan que las mujeres trans son mujeres, que sus derechos son derechos humanos, y que la defensa de esos derechos debe acrecentarse cuanto más vulnerables sean los colectivos; y por otro, la franja política que desde que comenzó a tramitarse la llamada ley trans ha sido contraria a esa norma. Aunque esa ley ya entró en vigor y la conversación pública parecía haberse rebajado, el último Congreso socialista, este fin de semana en Sevilla, la ha reabierto. En la ponencia se ha introducido una enmienda presentada por la delegación de Guadalajara para que “ninguna persona de sexo masculino pueda participar en las categorías destinadas a mujeres”, y la nomenclatura para el colectivo se ha acordado como LGTBI, sin la Q, y sin el +.

La Q, en realidad, nunca estuvo. El PSOE nunca había incluido la consonante que se refiere a las personas queer dentro del acrónimo del colectivo LGTBIQ+. En el Congreso anterior a este, el de 2021, fue LGTBI+ lo que quedó reflejado en la ponencia marco, “así, aunque no estuviese la Q, se entendía que añadiendo el + quedaban incluidas el resto de identidades del colectivo”, explican fuentes internas del partido. Aun así, desde entonces, tanto la organización como su secretaria general específica, han usado siempre, en el día a día, LGTBI, sin el “+”. En esa ponencia, la de 2021, el colectivo aparecía en hasta 44 ocasiones a lo largo del texto. En el presentado para esta, son ocho: cuatro LGTBI+, una vez LGTBI (sin el +), y en el punto 261, en tres ocasiones LGTBIQ+. Y aunque nadie parece conocer el origen de esa Q en esta última ponencia —que varias personas tildan de “desastre” en lo referido a esto—, algunas de esas fuentes apuntan a que fue una cuestión introducida directamente desde Moncloa.

Víctor Gutiérrez, el secretario general LGTBI del PSOE, reelegido en este Congreso, explica que “lo que llega al debate de la ponencia era si se dejaba o no el + en LGTBI+, la Q nada tenía que ver ahí. El Gobierno y la Dirección General sí usan el + [LGTBI+], por lo que queríamos alinear la nomenclatura del partido con la del Gobierno, pero en la votación salió en contra. Pero que nadie dude de que vamos a trabajar por garantizar los derechos de todas las siglas del colectivo, que todas se sientan incluidas y protegidas”.

Sonia Lamas, secretaria de Igualdad de la ciudad de Madrid y observadora en el Congreso, sobre la enmienda en el deporte, alude a que “no existe otro sexo que no sea el biológico, no existe el sexo sentido”. “Lo que planteamos las feminista socialistas, que no sé cómo va a quedar redactado en el texto final, es que los varones no pueden competir en las competiciones deportivas femeninas. Las Olimpiadas lo pusieron de frente, que la superioridad física está ahí, y si abogamos por un planteamiento del deporte como una cuestión de salud que debemos potenciar en las niñas, si les metemos varones no vamos a poder potenciar su carrera deportiva. Por pura biología, apelemos a la ciencia, si hacemos caso a la ciencia en torno al cambio climático, hagámosle caso también para esto. Hay que combatir todo con lo que el transgerismo nos ha querido enredar”.

Y explica el posicionamiento de esa parte del feminismo socialista en la nomenclatura del colectivo: “Solo podíamos mantener las siglas de siempre, porque otra cosa sería incogruente. La Q del queerismo aboga por la explotación reproductiva y la prostitución como una trabajo y eso es contrario a los principios socialistas, abolicionista de la prostitución y de los vientres de alquiler. Y el + es algo indefinido que puede generar también indefinición jurídica”.

Varias personas del partido aseguran que la decisión de que el “+” no aparezca “no representa a la mayoría del PSOE”, pero que el grupo de feministas que estaba en contra se había organizado bien y tenía poder como para mover esa votación a su favor. Tras la votación, ya de noche, varios asistentes cuentan que se escucharon aplausos y vítores y gritos de “viva la lucha de las mujeres” por haber dejado fuera del acrónimo el “+” y también la Q.

Esa parte del PSOE que consiguió decantar la votación es “pequeña”, y, no es ningún secreto, ha estado liderada por Carmen Calvo. Ahora y desde que comenzaron las tensiones en el socialismo después de que Pedro Sánchez entregara el Ministerio de Igualdad a Unidas Podemos. Esa bandera, históricamente socialista, pasó entonces a manos de Irene Montero y la tramitación de la llamada ley trans dejó al descubierto no solo las diferencias políticas respecto a esa parte del colectivo que son las personas trans, sino algo que bullía por debajo, la tirantez que generaba haber perdido la exclusividad del feminismo en el ámbito político.

Las discrepancias, al principio solo discrepancias, fueron elevándose hasta momentos en los que estuvo a punto de peligrar la coalición. Y provocaron también un desgaje dentro del movimiento feminista que hasta ahora no ha podido coserse. Ahora, esa consonante no es solo una consonante sino parte de un posicionamiento político que desde que Montero salió y la socialista Ana Redondo ocupó la cartera ese ministerio ya no fractura la coalición, pero sí las decisiones del PSOE junto a su actual socio, Sumar, y sí sigue “haciendo daño” y “levantando ampollas” dentro del socialismo, dicen varias de esas fuentes del partido.

Otra, asegura que “una vez que aparece la Q, sea como sea, el mensaje es que se quita, no que no se pone. Eso supone una resta, y restar, como cuestión política, es muy fuerte”. Existían otras enmiendas a la ponencia, que no se han aprobado, y que iban mucho más allá, como quitar la T del acrónimo del colectivo, que es la que engloba a las personas trans, porque “había quien defendía que era antifeminista y misógino y ultraliberal y barbaridades en este sentido”, dice una fuente más.

Víctor Gutiérrez, el secretario general LGTBI, se ha reposteado a sí mismo en X (antes Twitter) la tarde de este domingo, lo ha hecho con algo que colgó el pasado 4 de julio. “Las mujeres trans son mujeres. Los hombres trans son hombres. Los derechos de las personas trans son DDHH [Derechos Humanos]. Los derechos de las personas trans NO menoscaban ni recortan derechos de nadie. Los derechos de los colectivos y minorías vulnerables NO ponen en riesgo lo conseguido”, dice ese post.

El rechazo inmediato de colectivos y aliados de Gobierno

Un mensaje que llevan horas repitiendo colectivos LGTBIQ+, organizaciones y distintas personalidades políticas toda la tarde de este domingo en distintas redes tras conocerse lo que había sucedido durante el Congreso socialista. ”La lucha por los derechos no puede dejar a nadie atrás. No se lucha contra la extrema derecha con las ideas de la extrema derecha”, ha advertido Sumar a los socialistas desde su cuenta en X. Y en esa misma red se ha pronunciado la ahora eurodiputada de Podemos Irene Montero, impulsora de la ley trans como ministra de Igualdad en el anterior gobierno de Pedro Sánchez: ”El PSOE ha aprobado en su congreso federal defender la prohibición de la participación de las mujeres trans en competencias femeninas. Esto es transfobia, las mujeres trans son mujeres, tengan pene o tengan vagina”.

Montero, que rechaza que se pueda presentar esa enmienda desde el feminismo, subraya que Human Right Watch considera que las pruebas de sexo que realizan algunas federaciones u organismos deportivos son “prácticas degradantes” en base e “definiciones arbitrarias de la feminidad y de estereotipos raciales” y asegura que también la ONU las ha considerado innecesarias y humillantes”. Ha animado “a informarse y a no mirar hacia otro lado porque la transfobia en el deporte”, ha alertado, genera “violencia tránsfoba” en otros ámbitos de la vida.

Más Madrid, a través de su portavoz en la Asamblea regional, Manuela Bergerot, ha advertido al PSOE de que “comete un error grave” al no llevar las siglas Q+ en el nombre del colectivo, algo que ve como “un paso atrás” en la defensa de los derechos del colectivo únicamente “por contentar a quienes buscan excluir”.

Un rechazo que también ha sido inmediato por parte de los colectivos trans, que han expresado su indignación con el PSOE por haber aprobado la enmienda. La Plataforma Trans, que agrupa a los principales colectivos trans, asegura que el señalamiento que hace el PSOE de las personas trans supone un “uso perverso” del feminismo y lo ha equiparado “a cuando la ultraderecha criminaliza a las personas migrantes como causantes de la delincuencia”. ”Que un partido que se denomina progresista caiga en mismos marcos ideológicos de la ultraderecha, señalándonos como causantes de un mal social es algo altamente peligroso para la democracia y el avance de la igualdad en nuestro país”, ha lamentado presidenta de la plataforma, Mar Cambrollé.

La Plataforma de Entidades LGTBI de Cataluña ha expresado también su “más rotundo rechazo” a la enmienda aprobada por considerar que esta decisión, “lejos de ser un gesto de inclusión, supone un retroceso en el reconocimiento de las identidades diversas y en los adelantos logrados como movimiento, con esfuerzo colectivo”. Para la Plataforma, las siglas LGTBIQA+ “no son simples letras, representan a millones de personas que han luchado y continúan luchando por su visibilidad, dignidad y derechos”. Y defiende que cambiar este marco simbólico y político es “invisibilizar” a estas comunidades y desmontar décadas de trabajo a favor de la igualdad y la diversidad. Además, recalca que esta medida llega en un momento especialmente preocupante, es decir, cuando crecen las agresiones LGTBIQfóbicas y se cuestionan derechos fundamentales en varios frentes políticos y sociales.

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