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Los recuerdos familiares que el agua no borró

En un rincón de la Universidad de Valencia, un equipo de expertos restaura voluntariamente los álbumes fotográficos sepultados por el barro que sobrevivieron a la dana

Álbumes afectados por la dana son restaurados en la Universitat de València.Foto: Daniel Sousa | Vídeo: EPV
Daniel Sousa

“Los coches los puedes reponer, pero esto tiene un valor sentimental incalculable”. Ana Piedra llegó a media mañana a uno de los laboratorios del Museo de Historia Natural de la Universidad de Valencia temblando, con los ojos llorosos y con la única fotografía que su madre, de 76 años, logró salvar de su padre, ya fallecido. Es un retrato familiar en el que sale la pareja junto a la propia Ana y su hermana, posando y mirando a cámara. Lo trae todavía lleno de barro y con el marco de plata en el que la imagen estuvo durante años expuesta encima de una cómoda, en la entrada de la casa de su madre. Lleva días húmeda y el deterioro es más que evidente, la tinta ha empezado a correrse por las cuatro esquinas. A esta vecina de Algemesí de 44 años las riadas le pillaron de vuelta a casa con su marido, sus dos hijos y el perro en Massanassa, donde abandonaron el coche para buscar refugio en el domicilio de unos desconocidos. Su madre guardaba el resto de las fotografías y álbumes familiares en la parte baja del mueble de la tele del salón que fue directo a la basura tras las inundaciones: “No hemos podido abrir ni las puertas, ni los cajones. Está todo perdido”.

La semana pasada, la Universidad de Valencia, en colaboración con el resto de universidades públicas de la comunidad, pusieron en marcha el proyecto Salvem les fotos por el que se ofrecieron a restaurar los recuerdos destrozados por el paso de la dana y, por fin, han comenzado los trabajos. “Hablamos de cientos de álbumes, de miles de fotografías, pero vamos a buen ritmo”, explica Marisa Vázquez de Ágredos, directora de Patrimonio de la universidad valenciana. El tiempo juega en su contra porque si una imagen es atacada por hongos es prácticamente irrecuperable: “Hay que elegir bien qué vamos a salvar. Tenemos que hacer un triaje”. Aquí, los restauradores son los médicos y las fotografías, que se apilan en las cubetas para su limpieza, los pacientes que aguardan en la lista de espera.

Todo está clasificado por familias para que nada se pierda. Hay álbumes de bodas de oro, de un viaje a Disneyland en 2013, de vacaciones en la playa o de un grupo de amigos sentados en el capó de un Ford Fiesta. “Cuando ves esto te das cuenta de que todos hacemos las mismas fotos. Pero cada uno las suyas, con su gente. Si se acabara el mundo, bastaría con que sobreviviese un solo álbum familiar para poder entender cómo era la vida en la Tierra”, dice Rosina Herrera, restauradora especializada en fotografía del Grupo Español del International Institute for Conservation (GE-IIC) y voluntaria en esta iniciativa. Trabajar con estos álbumes es, en parte, una inmersión en la intimidad de muchas familias. Cada uno de ellos es un viaje a través del tiempo y el espacio. No son solo las imágenes, sino también las anotaciones que están escritas en ellas. En una se puede leer: “Dos parejas sobrevivieron al verano del 2000″. “Nosotros tenemos una visión distorsionada. En esta foto, por ejemplo, yo solo veo manchas, grietas, suciedad y problemas. Pero, si alguien no quiere rescatar la foto de su ex que nos avise, que nos quita trabajo”, bromea Herrera.

Alejandra Nieto Villena, una técnica voluntaria, restaura las imágenes de los afectados por la dana.
Alejandra Nieto Villena, una técnica voluntaria, restaura las imágenes de los afectados por la dana.Daniel Sousa

Hay diferentes técnicas que mantienen la esperanza de que esos recuerdos se conserven. Los expertos voluntarios han diseñado un protocolo, pero tienen que improvisar porque el volumen de material es ingente y los recursos, escasos Limpian las imágenes con agua corriente y agua destilada. Las recogen de las cubetas con sumo cuidado de no tocar directamente el papel fotográfico en ningún momento. Retiran el barro que queda con pinceles. Y, finalmente, las secan por oreo para que se les vaya la humedad y el olor con el que llegan. También hay muchos tipos de álbumes. Los que recubren las fotografías con una lámina de PVC, muy usados a principios de la década de los 2000, son un reto aún mayor porque el plástico puede pegarse con la emulsión fotográfica. Si eso pasa, la prioridad es salvar los rostros de las personas, que se vean las caras. La casuística es infinita. Lo único claro aquí es que las fotografías antiguas, en blanco y negro, resisten mucho mejor que las de color actuales.

España es uno de los pocos países europeos que no cuenta todavía con un Centro Nacional de Fotografía, aunque su creación se aprobó en 2023. No existe tampoco ninguna institución académica en la que especializarse en restauración fotográfica, apenas algunos cursos. Herrera se formó con una beca en Rochester (Nueva York, Estados Unidos), la ciudad en la que nació George Eastman, el fundador de la marca Kodak. “La fotografía es el patito feo de la restauración. Hay otras ramas como las bellas artes, la pintura o la escultura que se llevan la fama. Esto es muy diferente a restaurar Las Meninas”. Y añade: “Nadie pagaría por restaurar estas fotografías. Si le paso un presupuesto a sus dueños, tampoco lo harían porque es mucho trabajo para una obra que económicamente no tiene ningún valor. Ahora bien, emocionalmente no tienen precio”.

La fotografía es un registro de la memoria. De la individual y de la colectiva. De las familias y de los pueblos. Son trozos de historia de los municipios valencianos devastados por la catástrofe. “Es una especie de cartografía humana de las localidades”, apunta Vázquez de Ágredos. Quizás no miremos todos los días el álbum de la boda, del nacimiento o de las vacaciones, pero reconforta saber que están ahí, esperando a ser vistos en cualquier momento. La fotografía es un puente entre el pasado y el futuro. A partir de la semana que viene tienen previsto comenzar a devolver a sus dueños las primeras imágenes que han llegado al laboratorio y continuar recogiendo más. Quienes trabajan aquí insisten en reducir las expectativas, en que las imágenes en ningún caso volverán a su estado original. Es normal. Tampoco lo harán las localidades de las que proceden: “Igual que el envejecimiento deja huella, un impacto como este también. Nos consuela pensar que muchas de estas imágenes podrán seguir siendo visionadas y volver a narrar las historias de siempre”.

Álbumes afectados por la dana son restaurados en la Universidad de Valencia.
Álbumes afectados por la dana son restaurados en la Universidad de Valencia.Daniel Sousa

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Sobre la firma

Daniel Sousa
Ourense, 1994. Periodista en EL PAÍS Audio. Trabajó en el programa ‘A Vivir que son dos días’ de la Cadena SER y fue colaborador en RNE. Ganador del premio de Periodismo Audiovisual del INJUVE y Mención Especial de la Asociación de Periodistas de Investigación. Es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
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